Rastrojear: una práctica para la seguridad alimentaria
Resulta casi increíble que en este municipio, sembrado, ante todo, de edificios y atiborrado de carros en vías para caballos, todavía existan cultivos para rastrojear, pues sin lugar a dudas la modernidad marchitó, en un abrir y cerrar de ojos, los últimos brotes.
Sin embargo, en la vía que une a Tíquiza con Fagua , casi como un milagro, niños, hombres y amas de casa “invadieron”, con el beneplácito del dueño del cultivo, con costales y baldes , hoy temprano en la mañana, un predio de unas 6 htas. Para rastrojear, es decir, entresacar de entre la tierra, papas, o el producto que se haya cultivado. Se trata de una práctica, muy usual en el altiplano cundiboyacense, pero que se ha ido extinguiendo debido a la escasez de predios dedicados al cultivo alimenticio, pues, en el caso de Chía, los cultivos de flores también se encargaron de devorar la papa, la habichuela, la arveja y todo eso que esta tierra bendita nos regalaba.
En la opinión de uno de los “rastrojeadores , en la actualidad al momento de cosechar se llevan hasta la último; primero, porque todo es para vender y segundo porque ya tan son escasos los cultivos alimenticios que rastrojear es casi un lujo. Agrega que hace unos 40 años él iba de cultivo en cultivo y llenaba costales, así tenía para gran parte del año de todo un poco y quedaba hasta para regalar.
Ojalá esas buenas prácticas se revivieran, para recoger del suelo comida en lugar de esa basura, a veces exótica, que nos está ahogando.