Más de la mitad del suelo de la Sabana se perdió por ‘mal’ uso

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Cundinamarca| Tomado de El Tiempo| La Región desde los Medios|

Las tierras de la Sabana vecina a Bogotá se han considerado unas de las mejores del país para la agricultura. Se reconocen por su color negro.

Sin embargo, esos enriquecidos suelos se han ‘perdido’ en las últimas décadas bajo el cemento de la urbanización, la ganadería y malos usos como la deforestación, a tal punto que, del total de las 99.553 hectáreas que cubren al menos 12 municipios de la Sabana, un 63,17 por ciento (63.171 ha) están construidas o subutilizadas.

Incluso, un 18 por ciento de estos apetecidos terrenos los han dejado como lotes de engorde, concluyó un estudio realizado por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (Igac).

“Los suelos más productivos del país para la agricultura se están desaprovechando, por causas como la conurbación que viene presentándose con Bogotá. Prácticamente el interior de Colombia se está quedando sin tierra para cultivar, expresó Germán Darío Álvarez, subdirector general de Agrología del Agustín Codazzi.

Agregó que es notorio que haya numerosos lotes a la espera de que el costo de la tierra suba y que las autoridades permitan su urbanización, a través de los nuevos planes de ordenamiento territorial (POT).

El instituto hizo un escalafón de los cinco municipios que tienen el uso más inadecuado del suelo.

En primer lugar está Funza, donde un 88 por ciento de sus hectáreas están subutilizadas o con lotes ‘abandonados’, donde ni se cultiva ni pasta ganado. “Solo se tienen terrenos listos para construir cuando les cambien el uso del suelo de rural a urbano”, apuntó Álvarez.

El segundo lugar lo ocupa Tenjo, con el 80 por ciento del total de las hectáreas del municipio subutilizadas. En el tercer puesto figura Madrid, con 75 por ciento de áreas subutilizadas; en el cuarto, Cajicá, con el 69 por ciento y en el quinto, Cota, con el 63 por ciento de sus terrenos.

Efectos del mal uso

La pérdida de estas tierras para la agricultura ha tenido varias consecuencias. Una de ellas es que ya ni la sabana ni Bogotá producen lo que consumen. No solo han tenido que empezar a conseguir productos (como la cebolla, por ejemplo) de otros departamentos, sino que la construcción, pavimentación o ‘endurecimiento del suelo’ han llevado a que las inundaciones sean más frecuentes en las ciudades.

De acuerdo con Álvarez, en las ciudades se presentan cada vez más anegaciones, porque las tuberías no dan abasto. Y como tampoco el agua puede infiltrarse (por la pavimentación, construcción o canalización de quebradas y ríos), esta corre más rápidamente hacia el río Bogotá y provoca su desbordamiento.

También el cambio del uso del suelo está generando el desplazamiento de la población campesina, porque el dinero que le produce un cultivo no puede competir con el que le ofrecen por la venta de sus tierras para hacer un condominio o una urbanización.

Este fenómeno, extendido al departamento, marca que el 51 por ciento de terrenos de Cundinamarca presentan algún tipo de conflicto de uso del suelo, que puede tener efectos económicos, sociales y ambientales, advirtió el Igac.

Igual preocupación quedó registrada en la investigación ‘Sabana Centro, una provincia sostenible”, que hizo la Universidad de La Sabana, con apoyo de Findeter, la Asociación de Municipios de Sabana Centro y la Gobernación de Cundinamarca.

De acuerdo con este estudio, “el crecimiento que supera el límite urbano ha impulsado procesos de suburbanización en zonas rurales, formando crecimientos difusos”. Este patrón de crecimiento se ha dado con más fuerza en los municipios próximos a Bogotá.

La preocupación es que este crecimiento aumenta la dependencia de vehículos, disminuye la proporción de áreas verdes dedicadas a cultivos y procesos ecosistémicos, así como crea una demanda de servicios y redes viales que resultan insostenibles.

Ante el fenómeno de la pérdida del suelo agrícola, el Igac lanzó la alerta para que los municipios reflexionen sobre el uso futuro las tierras cultivables que quedan. Más aún cuando el país quiere entrar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde). Y esta señaló que si Colombia no controla las malas prácticas en el uso del suelo, no hay opción para pertenecer al grupo de naciones ambientalmente sostenibles.

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