Los líos detrás de la reserva Thomas van der Hammen

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Bogotá| Tomado de El Tiempo  por  *Óscar Murillo y José Rodríguez| Medio Ambiente|La Región desde los Medios|

A la decisión del Distrito de declarar de utilidad pública la reserva Thomas van der Hammen y darles un plazo perentorio a los productores agropecuarios para evacuar el lugar le salieron los primeros problemas. (Lea también: El ambicioso plan para un pulmón ecológico en el norte de Bogotá)

Muchos de los dueños de los predios en los que se creará la reserva aseguran que este proceso no se concertó y atenta contra su derecho a la propiedad privada. “Se viene una expropiación por vía administrativa de terrenos de familias y a empresas que están ahí desde hace más de 50 años. Van a compensar con valores catastrales, pero hicieron un reajuste que baja el valor de los predios para realizar su compra”, indicó José Pablo Jaramillo presidente de la Asociación para el Desarrollo Integral de la Zona de Influencia de la Vía Suba-Cota (Asodesco).

Según Fernando Amaya, uno de los dueños, el Distrito está actuando como juez y parte, porque la entidad encargada del proceso es Catastro, que fija los avalúos y compra los predios.

La secretaria distrital de ambiente, Susana Muhamad, que estima que la reserva tendría que estar lista en diez años, aclaró que ni siquiera se han hecho ofertas por estos predios.

La decisión del Distrito

Recientemente, el Distrito, a través de la Secretaría de Ambiente, emitió la resolución 0835 del 2015 que declara como zona de utilidad pública la reserva Thomas van der Hammen, que une los cerros orientales con el río Bogotá en una extensión de 1.400 hectáreas en las localidades de Suba y Usaquén.

La norma da un plazo de siete años a la producción agropecuaria (fundamentalmente flores) para que reubique su lugar económico y dispone para los productores industriales un término de tres años para evacuar el lugar.

Asodesco señala que se verán afectados más de 100 predios con la reserva. “Son terrenos con vocación agrícola, otros son de empresas que se han dedicado a la floricultura, pero van a ser expropiados”, dijo Jaramillo. (Lea también: Polémica por tala en La Conejera en obra de Reserva del Fontanar)

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Foto: Carlos Ortega y Rodrigo Sepúlveda / EL TIEMPO La reserva de 1.400 hectáreas está ubicada entre las localidades de Suba y Usaquén y conectaría los cerros orientales con el río Bogotá.

Fernando Amaya aseguró que entre los propietarios habían propuesto un proyecto de desarrollo sostenible para cumplir con lo estipulado por el Ministerio de Ambiente. “Se iban a ceder 1.900 hectáreas de tierra por las que el Distrito no pagaría un peso. Despreciaron nuestra propuesta”, aseguró.

La Secretaría de Ambiente afirmó que estas personas han sido informadas sobre la situación jurídica de sus predios y lanzó una suerte de alternativas que tienen para hacer valer sus posiciones. “Los propietarios fueron informados y son partícipes del plan de manejo ambiental que es cómo se zonifica la reserva y se definen usos y restricciones de la reserva. La CAR generó talleres y espacios para el plan de manejo y sus opiniones fueron tenidas en cuenta. Sin embargo las autoridades tiene la potestad”, aclaró la entidad.

Según Muhamad, esto no es diferente a procesos de desarrollo urbano, “es igual que cuando el IDU planea el metro, necesita franjas en las que hay vivienda. Ellos dicen, vamos a hacer una obra de utilidad pública; tenemos que comprar propiedades para pasar el metro”. Aclaró que el valor de los predios los define Catastro y que los propietarios pueden ir allí para solicitar revisión sobre el costo de la propiedad.

El pleito

El Distrito y la Corporación Autónoma Regional (CAR) de Cundinamarca disponen de 130.000 millones de pesos para, literalmente, hacer un bosque en la van der Hammen.

En el año 2000, el Ministerio de Ambiente resolvió una disputa entre la CAR y el Distrito sobre el uso que debería tener esta zona. Tras un estudio, el Ministerio ordenó declarar a este lugar como reserva ambiental de uso público.

Sin embargo, según Muhamad fue necesaria una acción judicial para que en el 2011, después de más una década, se cumpliera dicha orden. “La CAR declara la reserva vía resolución y también lo hace como reserva productora. Es decir que es un bosque del cual se pueden sacar productos como madera, frutos, ecoturismo y que pueden producir varios bienes y servicios”, contó la funcionaria.

Para que la reserva sea realidad, se requiere de un plan de manejo ambiental que establece qué zonas y qué usos puede tener.

“En el 2014 la CAR expide el plan de manejo ambiental que define áreas de conectividad ecológica, define áreas de estricta conservación, centros de investigación, usos múltiples y zonas de restauración”, explicó Muhamad.

Crearán bosque urbano

La zona de reserva ambiental Thomas van der Hammen representa la última oportunidad para que la ciudad cuente con un corredor ambiental que una los cerros orientales con el río Bogotá. Sin embargo, para que esto suceda es necesario, según Susana Muhamad, sembrar mil árboles por hectárea. Se tendrían que plantar cerca de un millón de especies para que esta zona que ha sido habitada y aprovechada productivamente vuelva a ser un bosque maduro que permita el tránsito de fauna y la sostenibilidad ambiental de la sabana y de la ciudad de Bogotá. “Ya empezamos con el proceso en predios de la ALO. El Jardín Botánico ha sembrado más de 22.000 árboles volviendo a conectar el último espacio del bosque Las Mercedes con el humedal La Conejera”, contó Muhamad.

Sin embargo, para que esta zona recupere su vigorosidad ecosistémica, pueden pasar 50 años. “Cuando una zona está sin vegetación y al lado hay un bosque, este bota semillas a esos campos y el proceso de reforestación se da solo y es muy rápido. Pero cuando no están los bosques tan cercanos –en la Van der Hammen solo hay un bosque de 8 hectáreas– el proceso es lento”, afirmó Muhamad.

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