¿Qué hay detrás de la intervención al monumento de la Diosa Chía?

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Chía| Por Alberto Conde| Columna de Opinión|

Cuando en los últimos días del período de gobierno de un alcalde, éste muestra un inusitado interés por remozar un monumento como el de la diosa Chía, habiendo tantas necesidades de mayor urgencia en el municipio, uno se pregunta: ¿cómo puede estar tan despistado tal mandatario?

Cierto es que el alcalde Varela no se caracterizó por una ejecución presupuestal eficiente; pero ¿será tan ingenuo como para pensar que, retocar la diosa Chía podría ser una forma de mejorar su imagen? No lo creo; él es un político avezado, con una larga trayectoria de participación, lo mismo que el alcalde electo para el próximo período.

Podría ser un acto de amor por éste nuestro querido municipio. Tal vez quisiera dejar su impronta redecorando ese monumento, de manera que la posteridad lo recuerde como el alcalde que embelleció de manera especial, tan simbólica efigie como es la diosa de nuestros antepasados.

 Los diseños que se conocen sin lugar a dudas producen una grata sensación y dan la impresión de que al final del proceso, el monumento ganará en belleza y relevancia. Pero, precisamente por la carga simbólica referida a tal monumento, y por ser una acción intempestiva, la reacción de una parte de la ciudadanía ha sido contraria a esas modificaciones.

Es posible que esas reacciones estén motivadas políticamente. Pero esa posibilidad no acalla las dudas que surgen con relación a otros aspectos. Por ejemplo, ¿por qué al final y no al principio del período? Y también nos preguntamos: ¿se cumplieron los requisitos de ley para realizar un contrato que se hace para intervenir uno de los más importantes y queridos elementos del patrimonio público municipal?, ¿Cuál es el monto de tal contrato?, ¿Es la firma o la entidad contratada para tal fin la más idónea?, ¿Cómo se escogió?, ¿Por qué la donación se hace a una ONG dedicada a trabajos sociales que nada tienen que ver con la restauración de monumentos públicos, como es el caso de la fundación TAP?.

Estas son las preguntas que el alcalde debe aclararle a la ciudadanía, porque son dudas razonables, independientemente de que algunos quieran utilizar políticamente este hecho. En realidad mejorar las cosas no puede ser causa de rechazo, pero tratándose de un símbolo municipal tan importante, todo lo que se haga debe ser absolutamente cristalino, sin manchas de ningún tipo.

Así que lo procedente sería que el alcalde se pronunciara a través de la emisora local y de un comunicado a la opinión pública para que despeje todas estas incertidumbres.

Infortunadamente la desconfianza que tenemos los colombianos con relación a los gobernantes, en especial a los municipales, es muy alta y mientras realizamos un proceso que democratice efectivamente la administración pública, en especial en los municipios, los alcaldes deberían estar obligados a justificar claramente sus acciones ante la ciudadanía. Es creo yo, si no la única, sí la principal forma de recuperar la confianza perdida.

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