Algunas reflexiones a propósito del Día Mundial del Agua

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El próximo 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua, Valga esta conmemoración de pretexto para hacer unas breves reflexiones sobre este recurso natural como derecho humano y la problemática actual que restringe su garantía plena.

Por  José Alfonso Valbuena Legízamo | Columnista | Opinión |[/highlight] Cada año luego de la expedición de la resolución de las Naciones Unidas dada en 1993, para crear este acontecimiento mundial, lo primero que debemos precisar es que solamente el 2.5% del agua que existe en el planeta es agua dulce y que lo recomendado para que una persona lleve una vida sana e higiénica son 500 metros cúbicos anuales. La importancia del agua es tan vital y esencial para la población en todo el mundo, que las instancias internacionales se han pronunciado sobre el derecho humano a ese recurso. El Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas, mediante la Observación General No. 15 de 2002, señaló que el derecho humano al agua es indispensable para vivir dignamente y es condición previa para la realización de otros derechos humanos. El Consejo de Derechos Humanos, por su parte, en la Resolución 9 de 2010 determinó que este derecho es legalmente vinculante para los Estados.

En nuestro ordenamiento jurídico la Constitución Política consagró en el artículo 356 que los recursos del Sistema General de Participaciones de los departamentos, distritos y municipios se destinarán a financiar servicios a su cargo, dando prioridad a salud, educación y a los servicios públicos domiciliarios de agua potable y saneamiento básico, garantizando la prestación y la ampliación de coberturas con énfasis en la población pobre. También la Ley de servicios públicos (Ley 142 de 1994) determinó el deber del Estado en la atención prioritaria de las necesidades básicas insatisfechas en materia de agua potable y saneamiento básico. Ese deber se traduce en la garantía de la calidad del servicio; su disposición final y ampliación permanentemente de cobertura; prestación continua, ininterrumpida y eficiente.

En la actualidad, sin embargo, diversas situaciones limitan el pleno ejercicio del derecho humano al agua. En nuestro país, por ejemplo, la deforestación, el cambio climático, la explotación minera y petrolera, y el monocultivo agroindustrial, afectan la distribución equilibrada del recurso. En la Sabana de Bogotá, además, se presenta la actividad mafiosa del “volteo de tierras” que busca cambiar el uso del suelo para la expansión urbana desmedida y la industrialización en zonas no proyectadas para esa actividad, la floricultura que demanda grandes cantidades del líquido, la falta de protección de cuencas y humedales, la ausencia de control de vertimientos en los ríos y una visión mercantil de la provisión de servicios.

De la mano con lo anterior, se viene desconociendo el contenido del artículo 61 de la Ley 99 de 1993, que declaró la “Sabana de Bogotá, sus páramos, aguas, valles aledaños, cerros circundantes y sistemas montañosos como de interés ecológico nacional, cuya destinación prioritaria será la agropecuaria y forestal”. Estudios de la Cámara de Comercio de Bogotá muestran que el porcentaje de los suelos para la agricultura en la Provincia de Sabana Centro (10,3%) es inferior al promedio departamental (13,3%). De otro lado se evidencia la falta de políticas de arborización en los municipios.

Pero retornando al tema del preciado líquido, surge la siguiente inquietud: ¿quién se está “tomando” el agua en Sabana Centro? La respuesta hay que buscarla en varios lugares. De manera inmediata y no exhaustiva se me ocurren: los nuevos conjuntos residenciales que invaden la provincia, las grandes plantas de cerveza y refrescos, y los cultivos de flores. Según un estudio relativamente reciente realizado en la Universidad de La Salle, se encontró que con el agua requerida diariamente para producir los cultivos de rosas, se podría abastecer el líquido necesario para una población similar a la del Municipio de Madrid; con el líquido que se gasta en la producción de claveles, la población de Zipaquirá; y con el agua para el cultivo de astromelias se proveería al Municipio de Soacha.

El problema no es menor. A pesar de que nuestro país tiene una gran riqueza hídrica, no podemos dejar pasar dicha situación. Urgen acciones concretas alrededor de la protección de fuentes hídricas y la conservación de los ecosistemas esenciales al ciclo hidrológico, realizar control social en la elaboración de los Planes de Ordenamiento Territorial, buscar alternativas para el tratamiento de aguas residuales, realizar campañas pedagógicas para promover el ahorro y buen uso del agua, construir una acertada política del agua. No es precisamente con la mercantilización del agua y la privatización de las empresas de servicios que se va a arreglar el problema.

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