A sus 80 años, el colegio “La Balsa” sobresale en Chía
La Institución Educativa Oficial(IEO) La Balsa, además de cumplir en octubre 80 años, ocupó en el 2022 el primer puesto en las pruebas Saber de la ciudad y graduó al mejor bachiller de los colegios públicos del municipio.
Una de las aulas del colegio. Imagen, EPDC.
Algo de historia
El colegio La Balsa se inauguró oficialmente en 1944. Nació en donde hoy funciona una cancha de tejo. Surge como un proyecto de educación informal, donde las personas de las fincas asistían en horarios diferentes a formarse en matemáticas, español, artes o manualidades. Posteriormente, doña Bertha Hernández de Ospina, residente en Guaymaral y vecina de Chía, conoció la institución y fue así como a finales de la década de los 40, como primera dama de la nación, donó el terreno en donde actualmente está ubicada.
A mediados del siglo XX nace la educación formal en Colombia y las gobernaciones asumen escuelas y colegios oficiales. A partir de la ley 715 de 2001 se inicia la descentralización educativa, y las instituciones pasan de ser departamentales a convertirse en entidades territoriales certificadas. Categoría a la que los municipios pueden aplicar luego de un proceso de estandarización de niveles tanto académicos como administrativos.
Pero, ¿qué es la certificación?
Según el ministerio de educación, certificarse en educación significa asumir la responsabilidad de prestar el servicio educativo y de administrar el personal docente y administrativo, los establecimientos educativos y los recursos del Sistema General de Participaciones (SGP) que transfiere la Nación. Para lo cual se requiere que los municipios fortalezcan su capacidad institucional para gerenciar el sector y ofrecer una educación con cobertura, calidad, pertinencia y eficiencia.
Dentro de este contexto, Chía se certifica en el 2009 y comienza a asumir dicha responsabilidad el 1 de enero de 2010, con un presupuesto en ese entonces de cerca de 17.000.000.000 de pesos al año.
En este orden de ideas, en la actualidad, la IEO La Balsa, como entidad territorial certificada, es una institución de educación media técnica. Hasta el grado noveno se cursa bachillerato académico y, a partir del décimo grado, los estudiantes optan por una de las dos carreras técnicas: Formación en eventos deportivos o multimedia, más concretamente Diseño Gráfico. Las dos posibilidades están articuladas con el SENA.
Vale la pena aclarar que el graduando sale con dos títulos: académico y técnico del SENA. La institución cuenta con dos jornadas, secundaria en la mañana y en la tarde primaria y preescolar. Y, además, con jornada nocturna por ciclos para personas adultas.
La pandemia y otros impactos.
Infraestructura de la cocina de la institución. Imagen EPDC
“Con la migración venezolana, la población casi se duplicó de 500 a 900 estudiantes, pues la institución nunca le cerró la puerta a esta población”, explica Torres. “Lo que sí exigió fue un gran esfuerzo porque llegaban muy mal preparados. Sin embargo, ya hemos graduado bachilleres venezolanos.
“Posteriormente, con la pandemia se redujo la población hasta ubicarse en un promedio de 700 estudiantes, toda vez que la población de este sector es de gran movilidad”. Afirma el rector.
El colegio cuenta con 14 aulas, a las que asisten en la tarde 10 cursos de primaria y de preescolar. Y, en la mañana, el bachillerato generalmente organizado en tres o dos cursos por grado, es decir, tres séptimos, tres octavos, dos novenos, dos décimos y dos onces.
«Aunque por ser rural debería haber un promedio de 25 estudiantes por aula, siempre se reciben entre 30 y 32 alumnos, de ahí no se pasan porque se sacrificaría la calidad”. Puntualiza Torres.
El equipo de docentes está conformado por 32 licenciados, 20 para bachillerato, 10 para primaria, 2 para preescolar y cuatro administrativos.
La transición de una institución del montón a una sobresaliente
Aspecto del comedor estudiantil. Imagen EPDC
“La década del 2000, por no decir que desde unos años atrás, nos caracterizábamos por ser una institución que nunca subía por encima de la mitad en las pruebas Saber”, explica Torres. “En cambio, nuestro vecino Santa María del Río, nunca bajaba del segundo puesto. Entonces, con las ganas de equipararnos a Santa María, comencé a hacer cambios drásticos, hasta que en el 2022 logramos ubicarnos en el primer puesto.
“Fue un proceso largo, durante el cual fue muy importante y fundamental el apoyo de la Fundación Cavelier, con quienes comenzamos a reestructurar la parte académica, además de muchísimas otras acciones y decisiones. Por ejemplo, había una coordinadora para todo, por lo que acabó siendo coordinadora de nada, hasta que decidí que se dedicara solo a lo académico.
“Luego me enfoqué en el ejemplo, y comencé a llegar al colegio en bicicleta, por ser un medio que no contamina, pero más tarde cuando llegábamos al colegio era realmente desastroso ver 150 bicicletas parqueadas en donde fuera, entonces organizamos los bicicleteros y hoy todos los dejamos ahí”.
El parqueadero de bicicletas. Imagen EPDC
De acuerdo con Torres, “para que una institución sobresalga hay que insistir, molestar y volver a insistir hasta que lo atiendan”. En su caso, es de las pocas instituciones que cuenta con 20 computadoras Mac en una de las dos salas de informática, baños de 5 estrellas y una huerta.
Y para cerrar con broche de oro, a pesar de que nadie lo creía, el mejor bachiller del 2022, de los colegios oficiales de Chía, se graduó en la Institución Oficial La Balsa.
Necesitamos la urbanidad de Carreño
“En este trabajo, comenta Gustavo, hay muchos rectores, que se agotan por el camino y dejan que las cosas simplemente sucedan. Claro, continúa, en mi caso, y gracias a mi pasión por el liderazgo, siempre me he situado en labores de toma de decisiones porque, realmente, la labor de docente es muy desgastante.
“Y más en estos tiempos en que se olvidó la urbanidad de Carreño, entonces, por dar un ejemplo, lo público pasa a ser de nadie.” Nadie lo cuida. Durante la primera administración de Donoso llegaron a la institución 600 sillas, de esas logré recuperar 200.
Hace falta la urbanidad de Carreño, pues en la actualidad los muchachos, como no tienen normas de urbanidad, desbaratan puertas, sillas, tableros y hasta balines. En el caso de las niñas, se ha perdido algo de pudor. Y, comenta Torres, es muy triste, por ejemplo, ver cómo en los baños rayan las puertas con insultos soeces entre ellas. Eso no pasaba en mis tiempos…
La relación con el Ministerio de Educación y la alcaldía
Instalación de los baños recién remodelados. Imagen EPDC
Algo que caracteriza a Gustavo Torres es su insistencia y se empecina como pocos en lograr un objetivo, lo cual está relacionado, en ocasiones, con recursos financieros. Al respecto comenta: «El techo de uno de nuestros espacios estaba a punto de caernos encima, además, había que reformar los baños, la cocina, el comedor…
«Entonces, solicitamos un préstamo al Fondo de Financiamiento de la Infraestructura Educativa (FFIE), una cuenta especial del Ministerio de Educación Nacional (MEN), para financiar proyectos para la construcción, mejoramiento, adecuación, ampliaciones y dotación de infraestructura educativa.
«Después de 4 años finalmente lo aprobaron y con los $400.000.000 aprobados, remodelamos el techo, la cocina y los baños del primer piso. Esto se logró porque me puse al frente y aproveché al máximo los materiales. Con los muchachos recuperamos dos volquetas de piedra, que volvimos a utilizar, y espejos que fueron desinstalados y personalmente coloqué en baños que no tenían.
«Es decir, las instituciones oficiales de educación reciben recursos del Ministerio directamente para infraestructura y demás, y la alcaldía distribuye el presupuesto en los diferentes rubros, y se encarga de realizar los contratos.
«En su opinión, las administraciones se han dejado colgar porque se hacen inversiones muy pequeñas. De acuerdo con Torres, en el municipio, el presupuesto que se recibe del Estado, la cuarta parte se destina a educación y eso es un porcentaje considerable».
El lunar es el techo de la biblioteca.
Al fondo, el techo de la biblioteca cubierta de plásticos protectores. Imagen EPDC
Es cierto. Las cosas se parecen a su dueño y así, el único espacio que da pena en este establecimiento es el techo de la biblioteca, el cual no ha sido intervenido porque es patrimonio arquitectónico. Y curiosamente, la biblioteca no hace parte del plantel, sino que es del municipio…
La única acción por parte de la alcaldía, al respecto, es el cambio periódico del plástico que cubre el techo para que no caigan goteras, como sucede con otros inmuebles. Como el techo de la plaza de mercado, o con el abandono total de la casona Santa Rita, o la posible venta de la hacienda de Fusca que, parece ser, todavía no ha sido declarada patrimonio del municipio, por citar algunos ejemplos.
Para reformar el techo de la biblioteca, cuyo valor arquitectónico no logramos dimensionar, dijo el rector, «se necesitan por lo menos 500 millones. Dichos recursos esperamos que salgan de los cinco mil millones que el alcalde va a solicitar que le sean aprobados por el Concejo, para mejorar las instituciones educativas».
Lo triste, es que en la lista de espera siguen, por ejemplo, Instituciones como el Josemaría Escrivá de Balaguer, que ya lleva tres administraciones y no se ha terminado. Por citar otro ejemplo… y no mencionar el colegio Diosa Chía que se está cayendo.
Una trayectoria de ya casi 80 años.
Gustavo Torres, rector de la Institución Educativa Oficial La Balsa. Imagen EPDC
Con su capacidad de acción y determinismo, Gustavo Torres no dudo en postularse el año pasado al galardón CANAPRO, Casa Nacional del Profesor y Cooperativa, dice Gustavo Torres, donde se hizo al importante reconocimiento educativo como el mejor rector de 2023, gracias a su experiencia y resultados en los campos tanto administrativos como académicos.
Fue durante décadas profesor de inglés de varias universidades, lo podía hacer porque por ese entonces se podía trabajar por horas, y sabía aprovechar el tiempo. Trabajó también en colegios del sector privado, y finalmente, en el 2013, llegó a Chía, en donde ha sido rector de las instituciones de Fusca y Diosa Chía.
Se hace cargo de la IEO La Balsa en el 2017 y desde que llegó ha dejado su huella. Ha embellecido y mejorado la cara al plantel y ha estimulado el crecimiento académico de los alumnos, gracias a su dedicación, a su equipo humano y a su compromiso con la educación.
Osea que para ese rector, embellecer el plantel (que es función de todo rector GESTIONAR) es sinónimo de excelencia académica? Que idea más errada.
Se nota que no conoce de los procesos pedagógicos que lideran los maestros para conseguir que los estudiantes tengan las competencias.
Muchas de los arreglos en infraestructura fueron gestionados por la rectora anterior a él y por la rectora encargada en el 2023, mientras él estaba por fuera de la institución (raro que no cuente eso)
Este periodico debería ser más certero y profundizar para no dar información erronea.
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