Editorial: La injusticia de la justicia

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La justicia justa  debería estar por encima de los funcionarios públicos que no hacen bien su trabajo. La justicia justa debería estar encima de los congresistas que más que crear leyes, parecen criar “micos”. La justicia justa debería estar encima de ellos y no a su lado.

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Chía| Redacción EPDC| Editorial|
La rabia, la indignación y la desesperanza han invadido el corazón de la mayoría de los cundinamarqueses y colombianos, que se sienten asaltados y burlados por la justicia falaz que hoy impera en el país y que por más que se la quiera reivindicar, va en caída libre por el mismo despeñadero corrupto en el que están cayendo la mayoría de las instituciones, debido a esa errada opción de vida, por la que han decidido buena parte de los funcionarios oficiales y públicos que las integran.

No es extraño encontrar en la gente del departamento sentimientos de asombro e incredulidad ante la minúscula condena impuesta a Luz Zoraida Rozo Barragán, esposa del exgobernador de Cundinamarca, Álvaro Cruz, a quien le dieron apenas dos años y nueve meses, de condena, después de una rebaja del 50% de su condena, por haber aceptado cargos, por enfermedad y por no tener antecedentes penales. Terminó en libertad condicional. Esto es, sin castigo distinto a pagar una multa de cerca de $350 millones de pesos, una bicoca que pagan con el mismo dinero que les sacaron del bolsillo a los colombianos.

Lo reprochable de esta condena es el mensaje manifiesto, irresponsable y peligroso que entrega la justicia de “el delito si paga”. Particularmente en política, ya que son ellos, los políticos y funcionarios públicos de todos los niveles, quienes después de sus prácticas corruptas, se niegan a renunciar a sus cargos, a devolver los dineros, o se dedican a hacer elocuentes disertaciones de su inocencia, pues, con lo que ganan en la ilegalidad, alcanzan a alimentar esta monstruosa y voraz injusticia que cada día desestabiliza más al país.

La justicia justa  debería estar por encima de los funcionarios públicos que no hacen bien su trabajo. La justicia justa  debería estar encima de los congresistas que más que crear leyes, parecen criar “micos”, para protegerse así mismos de todo mal y peligro y poder así eternizarse en sus cargos. La justicia justa debería estar encima de ellos y no a su lado, comiendo del mismo plato.

La injusticia crea en la gente del común, mensajes errados, distorsiones éticas y morales, llama a engaños, se castigan inocentes y se premian los corruptos, es un juego de equívocos, en el que más tarde que temprano el país pierde.

Y en este mundo de equívocos ha caído Chía. En el municipio se vio y se vivió con Santiago Echandía Gutiérrez, el exsecretario de Planeación, investigado y condenado por corrupto, por prestarse para abusar de los chías con el agua, con la sanidad, con los servicios básicos, y así y todo el alcalde lo premió por cuatro años, dándole poder en exceso y todas las posibilidades, entre otras, para ganar el dinero suficiente para pagar los millones que vale apelar en casación. Y ahí está apelando. Un gran error de Varela anteponer a los intereses y al bienestar de Chía, los compromisos con Luis Olivo Galvis y nombrar a Echandía.

Exactamente, el mismo error que hoy comete el nuevo alcalde Leonardo Donoso, al anteponer a los intereses del municipio sus compromisos con Luis Olivo, al reconocerlo, mantenerlo vigente y premiarlo, a través del   apoyo a su hermano en el concejo y nombrar a su hija secretaria de Desarrollo Social.

Si bien la familia de Olivo no tiene la culpa, siempre llevarán a cuestas sus errores, y aunque ellos, como todos, tienen derecho al trabajo, lo que no se puede permitir es que el trabajo sea en la administración municipal, donde él cometió sus peores pecados contra la ciudad y donde quiere seguir vigente.

Los destinos de Chía, de una Secretaría, o de una simple oficina no pueden ponerse a las órdenes de un hombre, que si bien, puede ser un buen hombre, que ha ayudado a unos, le ha quitado el hambre a otros, nunca sirvió para manejar como es debido este municipio. Desde su primera alcaldía tuvo problemas en los manejos y desde entonces ha pagado cárcel y ahora es prófugo de la justicia, y, sin embargo, su obsesión de eternizarse en la política no le ha permitido soltar a Chía, por eso se aferra como una lapa a sus “amigos”, les aporta y los compromete.

Que hay de tirano y desleal en un empresario o comerciante que despide y denuncia al amigo a quien le ha dado trabajo, porque lo encuentra llevándose de la caja sin avisarle el producido del día para solucionar un problema personal. -No se lo va a robar, se lo iba a devolver al otro día-, pero no se lo dijo. Por esos manejos, para un buen empresario es mejor no tener un amigo así como empleado, ni un empleado de esos como amigo.

Eso fue lo que le paso a Chía con Luis Olivo Galvis y por eso vuelve a la cárcel. Ahora lo importante para esta administración, es concentrarse a pensar y trabajar por el municipio y el patrimonio de todos y dejar a un lado las prebendas y beneficios a un político que ya no puede aportar nada, porque además de estar inhabilitado es prófugo de la justicia.

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