La Casona Santa Rita símbolo de la incapacidad de tres administraciones

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La casona es una especie de agujero negro que chupa recursos en estudios y más estudios que nunca llevan a nada, aseguran veedores.

 
Fachada principal de la casona donde, tras el abandono manifiesto de la construcción, se aprecia aún su belleza y se percibe el señorío que una vez tuvo. Foto: Ángel González. 
Chía | EPDC Edición 119 | Denuncia |
|[/highlight]Derruida y sin destino se encuentra la Casona de Santa Rita después de nueve años de ser adquirida por el gobierno del exalcalde Guillermo Varela,  un predio por el que se pagó la millonaria suma de $7.553.420.320 (pesos colombianos COP).

El rechazo a este detrimento patrimonial, manifestado por las veedurías y los vigías del patrimonio, organizaciones de control social integradas por personas comunes interesadas en que se lleve a cabo un buen uso de los recursos públicos,  tiene que ver más que con lo que se compró, con el cómo y el para qué se compró.

El solo estado físico de la ilustre casona de antaño, y la costosa y pobre gestión que han realizado en este predio los tres últimos alcaldes en sus gobiernos, cuenta a gritos que a la fecha no hay un estudio, un plan o un proyecto que signifique desarrollo para la ciudad o calidad de vida para sus ciudadanos.

La casona es más para los miembros del control social, una especie de agujero negro que chupa recursos en estudios y más estudios que nunca llevan a nada. Solo hay que ver los resultados de los estudios y observar las condiciones en que hoy se encuentra la casona para imaginar su historia.

La historia reciente

El muro de la casona se cae a pedazos. Su deterioro comenzó hace 8 años y 11 meses y este es el resultado. Con el muro se pone además en peligro la vida de los transeúntes de la carrera cuarta llegando a la Pradilla; sin embargo, nada se ha hecho para mantenerlo y mucho menos para evitar el riesgo. Foto: Ángel González.

Poco importó que el matrimonio conformado por Rafael de Zubiría Gómez, médico cirujano, exministro de Salud y exalcalde de Bogotá y su señora, Cecilia Montoya Sáenz, cuidaran con esmero y dedicación su propiedad por más de 75 años, conocida en Chía como la Casona de Santa Rita.

Ya en el atardecer de sus vidas, los Zubiría buscaron hacer en su predio un desarrollo urbanístico, al igual que hicieron tantos otros propietarios de las hermosas casonas sabaneras, que desde comienzos del siglo XX y hasta principios del XXI, seguían erguidas en Chía para terminar cayendo una a una en el olvido, derrumbadas por las moles de apartamentos con que se ha tapizado la ciudad.

Descartada la idea del urbanismo, la pareja decidió alquilar buena parte de la quinta para la realización de eventos sociales, y así  funcionó por un tiempo, pero como esta actividad fue prohibida por la administración municipal, sus propietarios cansados de tanto impedimento, y agotados ante la imposibilidad de que su quinta les rentara para terminar sus días en aquel pedazo de tierra que tanto amaron, terminaron por ponerla a la venta.

La compra

Paradójicamente, el 22 de noviembre de 2013, bajo la administración del alcalde Guillermo Varela, el mismo que prohibió la realización de eventos sociales en esta propiedad, se ordenó a través del Banco inmobiliario de Chía la compra de este inmueble mediante Escritura Pública 1100, por un valor de $7.553.420.320 (pesos colombianos COP).

El predio se adquiere bajo acto administrativo con declaratoria de utilidad pública, para la conservación cultural e histórica, espacio público y pulmón de Chía.

El estado de la fachada lateral no importa, si hay un jardín muy bien podado.
Foto, Ángel González.
  

La comunidad se ilusionó en un principio con el destino que está declaratoria le quería dar al predio. Ya que la posibilidad de disfrutar en el centro urbano de una zona cultural con espacios verdes era un sueño hecho realidad para los ciudadanos de Chía, que tanto carecen de espacio público.

Pero más se demoró en llevarse a cabo la millonaria inversión, que la Casona de Santa Rita comenzara a desmoronarse. La declaratoria no fue más que un canto a la bandera, mientras que las administraciones municipales de Guillermo Varela, pasando por Leonardo Donoso hasta el actual Luis Carlos Segura, solo han hecho millonarias inversiones en estudios y poda de jardines, mientras la casa se cae a pedazos.

La decadencia de un sueño

Los vecinos que conocieron la quinta en su apogeo, sostienen que el olvido parece tener como propósito que la casa llegue a su punto crítico de deterioro para que no quede más remedio que demolerla.

Por esta razón, los grupos ciudadanos han venido investigando y reuniéndose con funcionarios del IDUVI, la Secretaría de Obras Públicas, la Dirección de Cultura y la oficina de Planeación, para conocer para qué se hizo esta millonaria inversión si no se hace nada con ella.

Corredor interno de la casona y su lamentable estado. Foto: Ángel González.

Ante esta situación, quienes han dado la alerta son los veedores y vigías de patrimonio, luego de la desesperanzadora lucha sin cuartel de los tres últimos años, tratando de evitar su demolición.

Para ello se reunieron con Alberto Suárez, director de la Casa de la Cultura, quien afirma que este predio está incluido en la lista de bienes de interés patrimonial y cultural del municipio, lista que se radicó en el Ministerio de Cultura con el fin de que pueda ser declarada como bien de interés cultural y patrimonial de la ciudad. 

Según Suárez, también se informó a planeación cuáles son los inmuebles que la dirección de cultura considera de interés patrimonial, entre los que se encuentra la Casona de Santa Rita, la cual debe ser incluida en el próximo POT.

También dialogaron con Ramiro Díaz, subgerente de desarrollo del IDUVI, quien indicó que esta labor está a cargo de Obras Públicas, y aclaró que el papel del IDUVI es de administrador de uso, y que su función se limita a la limpieza, poda y jardinería.

Mientras tanto algunos de los ciudadanos que ejercen el control social en la ciudad, declaran: “En últimas lo que tenemos es un elefante blanco de 9 años que seguirá creciendo, mientras crece también el daño económico, ambiental y social que genera esta desafortunada y torpe dejadez administrativa, donde no se ven soluciones concretas y reales ni a corto, ni a mediano plazo.

«Todo se reduce a la retórica política de marras. Supuestamente se está estudiando y se va a hacer, cuando la realidad es que no se hace nada y de ahí se salta al pinponeo burocrático donde, como en las carreras de relevo, los alcaldes se pasan de uno a otro la estafeta de las culpas y malas decisiones, para siempre terminar evadiendo responsabilidades y disimular incapacidades».

Así las cosas, solo resta decir que el futuro de la casona sigue en el limbo, porque a la fecha no se acaba de definir cuál será su destino.

El origen

Salón de recibo de la casona y su triste final. Foto: Ángel González.

Enclavada desde 1901 a las afueras de lo que en aquel entonces era la plaza de mercado del pueblo, hoy el parque Santander de Chía, se encuentra desde hace 120 años la que durante muchas lunas fuera la señorial Casona de Santa Rita.

Altiva y silenciosa, la hermosa casona ha sido fiel testigo de historias patrióticas, humanas, intelectuales y sociales. Y en los últimos tres lustros, objeto de millonarias negociaciones, donde ha imperado el fraude, el engaño y el abandono.

Aseguran las investigaciones adelantadas sobre esta propiedad por los vigías del patrimonio, la veeduría de cultura y la propia Casa de la Cultura municipal, que inicialmente esta finca fue adquirida por el general Vásquez Cobo, quien descolló como militar de la Guerra de los Mil Días (1899-1902). 

Hacia 1940, la adquiere la familia Montoya Sáenz como casa de recreo y, en 1950 pasa a ser un internado para niñas con problemas cognitivos, razón por la cual se ampliaron las habitaciones, la cocina, las despensas y las baterías de baños.

Tiempo después, hacia 1960, la familia Montoya Sáenz vuelve a tomar posesión de la casa y en 1986, Cecilia, la hija menor, casada con Rafael De Zubiría, alcalde de Bogotá (1986), deciden habitarla de manera permanente y aprovechan la ampliación para comenzar a alquilarla como un centro de eventos para actividades sociales.

Inicialmente, la propiedad llegaba hasta la avenida Pradilla, pero con el tiempo los herederos la subdividieron y en la actualidad es un terreno que se extiende sobre algo más de 12.000 m².

A grandes rasgos, la casona está conformada por la casa principal de dos plantas, una edificación para huéspedes, un oratorio, una caballeriza, la huerta y un aljibe que se utilizó hasta 1935. A partir de entonces, la quinta contó con servicios de agua potable, electricidad y teléfono. Se destacan los grandes y exuberantes jardines de gran belleza, que fueron en buena parte cultivada con vegetación nativa.

Solo resta agregar que el sector residencial de Santa Rita en Chía, debe su nombre a la patrona Santa Rita de Casia, “patrona de lo imposible”, por lo que surge la pregunta… ¿Será posible tanta coincidencia?

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1 comentario

  1. Santiago Ibañez 16 mayo, 2023 at 10:07 Responder

    La burocracia se comporta como lo que es: zángano (alcalde y todo el personal enquistados en sus departamentos), a la espera de dar el zarpazo.
    Lo que me interesa es saber; qué constructora ambiciosa, qué político pesado e insaciable, qué narco o quien sabe quien, está manipulando, a escondidas, el derrumbe de otra casa histórica de Chía, para hacer su agosto plagando a Chía de edificios, y, multitudes de migrantes que no tenemos la capacidad de soportar en servicios (vías, transporte, salud, agua, luz, internet, etc.).
    Salta a la vista que es un negocio obscuro y particular que busca el enriquecimiento ilícito.

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