Como si se tratara de un florero de cementerio, se plantaron en diciembre palmeras a lo largo del separador de la Avenida Pradilla supuestamente para adornar el rutilante alumbrado navideño, sin preveer el mantenimiento de las plantas ni tener encuenta el verano que sobrevivimos y que anuncia extenderse más.

la improvisación y la falta de planificación de los proyectos se detecta principalmente en los detalles; en este caso en particular el único interés fue poner la casa bonita mientras se prendían y apagaban las luces del fin de año. A estas alturas la Pradilla luce a lo largo de la misma con un poco de palmeras muertas sembradas en unas materas pintadas de un dorado poco orgánico, por decir lo menos, al igual que los separadores. Eso sí hay que abonarle a la nueva administración el aseo de las calles, las cuales durante la gestión de Flor María Cely, la basura en esta arteria de la ciudad se mantenía con más de tres meses de añejamiento.