¿Para dónde va Chía?
Por fin, después de tantos reportajes del alcalde Donoso en la gran prensa nacional, donde se ha dedicado a proyectar una gran Chía, que es irreal para sus habitantes, pero maravillosa para los constructores, llega el periódico El Tiempo hoy con este editorial.
Desde hace varios años, Chía y otros municipios circunvecinos –Cota, Cajicá, Tocancipá– han evidenciado un proceso de densificación e industrialización de tal envergadura que no ha dado tiempo para compensar el impacto generado en lo ambiental, lo urbanístico y lo social. En cambio, han aflorado disputas por recursos naturales (particularmente, el agua), nuevos usos del suelo, cargas tributarias y un encarecimiento del costo de vida para sus habitantes.
Pareciera haber mayor énfasis en densificar que en planificar
Se entiende que el alcalde Donoso quiera darle una proyección de largo plazo a su ciudad y que para ello contemple temas neurálgicos como la edificabilidad, la movilidad o el espacio público. Sin embargo, en cuestiones de urbanismo es mejor ser que parecer. Y aquí pareciera haber mayor énfasis en densificar que en planificar. Si primara lo segundo, lo recomendable sería que se tuviera en cuenta la opinión de sus conciudadanos, que tienen derecho a definir su destino. Así mismo, proyectos tales como vías perimetrales, la Avenida Longitudinal (ALO), que lleva décadas paralizada, o troncales son procesos de largo aliento que aún no están consolidados.
El alcalde pone sobre el tapete dos discusiones sobre las que vale la pena insistir: el área metropolitana y la necesidad, que de tiempo atrás se viene planteando, de que los POT de Bogotá y sus vecinos logren un mínimo de consenso en temas de hondo calado para la región. No hacerlo es lo que puede llevar a decisiones precipitadas, y ya se sabe que del afán no queda sino el cansancio. Y el caos.