¿Para dónde va Chía?

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Por fin, después de tantos reportajes del alcalde Donoso en la gran prensa nacional, donde se ha dedicado a proyectar una gran Chía, que es irreal para sus habitantes, pero maravillosa para los constructores, llega el periódico El Tiempo hoy con este editorial.

  | Tomado del diario El Tiempo | Editorial | 
El proceso de densificación es de tal envergadura, que no ha dado tiempo para compensar el impacto.

Tal es la pregunta –y la preocupación– que les asiste a los habitantes de Chía, Cundinamarca, y a líderes de la zona luego del anuncio del actual mandatario de apostar por una mayor urbanización del pequeño municipio, vecino de Bogotá. Como si el caos, la sobreexplotación de suelos y la hiperurbanización que registra no fueran suficientes, ahora se notifica que la vocación de sus autoridades es la consolidación de la zona urbana en altura, para lo cual ya se dispuso que sean 298 hectáreas de expansión, según el POT, 100 más que las que proponía su antecesor, advierten los críticos.

Desde hace varios años, Chía y otros municipios circunvecinos –Cota, Cajicá, Tocancipá– han evidenciado un proceso de densificación e industrialización de tal envergadura que no ha dado tiempo para compensar el impacto generado en lo ambiental, lo urbanístico y lo social. En cambio, han aflorado disputas por recursos naturales (particularmente, el agua), nuevos usos del suelo, cargas tributarias y un encarecimiento del costo de vida para sus habitantes.

Pareciera haber mayor énfasis en densificar que en planificar

Se entiende que el alcalde Donoso quiera darle una proyección de largo plazo a su ciudad y que para ello contemple temas neurálgicos como la edificabilidad, la movilidad o el espacio público. Sin embargo, en cuestiones de urbanismo es mejor ser que parecer. Y aquí pareciera haber mayor énfasis en densificar que en planificar. Si primara lo segundo, lo recomendable sería que se tuviera en cuenta la opinión de sus conciudadanos, que tienen derecho a definir su destino. Así mismo, proyectos tales como vías perimetrales, la Avenida Longitudinal (ALO), que lleva décadas paralizada, o troncales son procesos de largo aliento que aún no están consolidados.

El alcalde pone sobre el tapete dos discusiones sobre las que vale la pena insistir: el área metropolitana y la necesidad, que de tiempo atrás se viene planteando, de que los POT de Bogotá y sus vecinos logren un mínimo de consenso en temas de hondo calado para la región. No hacerlo es lo que puede llevar a decisiones precipitadas, y ya se sabe que del afán no queda sino el cansancio. Y el caos.

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