EL PAPA DEL PAÑUELO

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Carlos Cantor, viejo y curtido periodista, profesor universitario y conductor en Uniminuto Radio de la transmisión de la visita del Papa Francisco a Colombia no pudo contener las lágrimas cuando lo vio escuchando a los niños caleños con síndrome de down.

 

|   Bogotá | Prensa Guillermo Romero | Religión |
“El Papa estaba ya cansado de toda la tarea del día. Visita a Palacio. Encuentro con la Virgen. Palabras para los obispos en el Palacio Arzobispal. Palabra a los jóvenes. Recorrido por el eje ambiental. Reunión en la Nunciatura con el Celam. Un nuevo viaje al Parque Simón Bolívar. Celebración para un millón 300 mil personas. Devuelta a la Nunciatura se presenta ante unas 500 personas que le esperaban en su casa, cuando de pronto, unos muchachitos le conmueven el corazón y revive con una cara que nos saca lágrimas”, relató el comunicador.

“Cada una de sus palabras son precisas, oportunas y en estos días que ha estado en Colombia, quienes lo hemos visto, sentimos una paz en el corazón, creemos que nuestro país dará ejemplo a nivel mundial de cómo se organizan las visitas papales”, comentó el también periodista Néstor Ballesteros.

“Si uno quiere ver al Papa, lo mejor es llevar un pañuelo porque así seamos duros, así por años se nos haya olvidado llorar, de seguro, de un momento a otro, nos sacará una lágrima”, manifestó Jaime Cifuentes en su transmisión radial.

ES UN PAPA DE EMOCIONES

 

“No soy la mejor católica, no soy una persona de religiosidad, pero el Papa Francisco nos conmueve. Sus mensajes, sus palabras sobre la paz. Algunos quieren darle un tinte político, pero se ha visto que es un encuentro de reconciliación”, comentó Ángela Hernández, estudiante de ingeniería de los Andes.

Su encuentro principalmente es con enfermos, niños de escasos meses de vida, personas en situación de discapacidad, adultos mayores, habitantes de la calle, desempleados y, desde luego con su iglesia.

Si bien es cierto, al Papa Paulo VI lo querían ver, a Juan Pablo II lo querían escuchar, a Francisco lo desean tocar. Es un sabio para manejar las multitudes, sabe manejar cada uno de los silencios, interrumpe sus discursos para hacer chistes o para llamar aún más la atención sobre algún punto. Miles de fotografías se han tomado a whatsapp y un ciudadano cualquiera, le llegan entre 200 y 300 imágenes sobre la visita papal.

BOGOTÁ SE LUCIÓ

Tanto el 6 de septiembre como el 7, cuando tuvo las reuniones y la celebración de la Santa Misa en el Parque Simón Bolívar, la capital de la República, acostumbrada al caos vehicular, a la gritería, al desorden y a la desazón se vivieron momentos emocionantes. La gente le esperaba paciente en las calles esperando la rauda caravana y a pesar de verle unos 4 segundos, se iba complacida.

Las autoridades reportaron que el millón 360 mil personas que asistieron a la Misa, a pesar de dos aguaceros que empaparon a los asistentes, no hubo mayores inconvenientes y luego, a la salida, en completo orden los visitantes de otras ciudades se fueron con tranquilidad.

No hubo un solo muerto en estos dos días en Bogotá.

Las ventas aumentaron considerablemente. La hotelería reportó ocupación del 98 por ciento. Los restaurantes hicieron su septiembre. Los vendedores ambulantes vendieron desde agua, plásticos, tintos hasta camisetas y gorras. La economía se movió totalmente.

Los jóvenes entendieron su mensaje. Los obispos reflexionaron sobre el cuidado que deben tener con sus sacerdotes. Los ciudadanos comprendieron que lo importante en la vida, es cuidarla y ser felices.

«Toda esta bondad que expresa el Papa Francisco nos hace mejores cristianos, nos ayuda a acercarnos a Dios. Es lo que debemos pensar para un futuro», dijo el abogado Javier Aguillón.

Los niños ven a un Papa cercano, amable, alegre y ha originado una gran venta de pañuelos y clínex. “Han sido tantos años de conflicto, de peleas, de odio, de rencor, que se nos había olvidado llorar, que se nos había pasado por alto que éramos seres humanos. Cada noticia era más grande en crueldad y ahora el Papa nos viene a traer la paz que tanto necesitamos, pero la paz de nuestros corazones”, concluyó Carlos Cantor.

 

 

 

 
 
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