¿De dónde viene el agua que abastece a Bogotá y a la sabana?
Las bajas precipitaciones y el alto consumo por la cuarentena, tienen las reservas en un 41% de su capacidad .
Agregado Norte, Chingaza y Tunjuelo, son los tres sistemas de embalses que surten de agua a los cerca de ocho millones de personas que habitan en Bogotá y Soacha, al igual que al más de medio millón que reside en municipios aledaños como Cajicá, Chía, Cogua, Cota, Gachancipá, Nemocón, Sopó, Tabio, Tenjo, Tocancipá y Zipaquirá.
Debido a las pocas lluvias registradas durante los últimos meses, los embalses del Neusa, Sisga, Tominé, Chuza, San Rafael, Chisacá y la Regadera cuentan con menos de la mitad de su capacidad total de almacenamiento, un promedio del 41 por ciento según la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR).
Sumando a esto, la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB) informó que debido al confinamiento obligatorio de la población por la cuarentena del coronavirus, que trae prácticas como lavarse las manos cada tres horas, el consumo de agua en la capital podría aumentar en un metro cúbico por segundo (1.000 litros cada segundo).
En promedio, una persona utiliza 110 litros de agua al día en sus labores de higiene y consumo. Pero por el aumento de las rutinas de lavado de manos, ese consumo podría ser de 122 litros en promedio diario, dijo la EAAB.
Aunque ambas entidades afirman que por ahora el abastecimiento de agua en Bogotá y sus municipios aledaños no está en peligro, y que los sistemas de embalses están en capacidad para atender la demanda hídrica, decidieron hacer un llamado a la ciudadanía para que haga uso adecuado del recurso en los días de confinamiento y no tapone el alcantarillado.
Grupo Río Bogotá conversó con expertos de la CAR y la EAAB para construir la ruta del agua en Bogotá y los municipios de la sabana, desde que sale de los sistemas de embalses hasta que llega a las viviendas y sitios residenciales.
Con aguas del río Bogotá
Cristina Arango, gerente de la Empresa de Acueducto de Bogotá, informó que el agua que sale de los grifos de las viviendas nace en tres sistemas de embalses, Agregado Norte, Chingaza y Tunjuelo, encagardos de abastecer a más del 95 por ciento de la población de Bogotá y la sabana.
«Todo el líquido que proviene de estos sistemas es tratado y portabilizado en las plantas de tratamiento de Tibitoc, Wiesner y El Dorado, para finalmente ser distribuirlo por más de 8.500 kilómetros de redes que lo conducen hasta las viviendas”, afirmó Arango.
El sistema Agregado Norte, conformado por los embalses de Neusa en el municipio de Cogua, Sisga en Chocontá y Tominé en Sesquilé y Guatavita, tiene una capacidad total cercana a los 831 millones de metros cúbicos. Es el encargado de surtir entre 30 y 40 por ciento de agua a la capital del país y los municipios de la cuenca alta del río Bogotá.
Estos embalses regulan y utilizan al río Bogotá en su paso por la cuenca alta para conducir el agua hasta la planta de Tibitoc, operada por la Empresa de Acueducto para surtir del líquido vital a las personas que residen desde la calle 166 hacia el norte, es decir en las localidades de Usaquén y Suba.
“El agua depositada en los tres embalses pasa a surtir el trayecto del río Bogotá por medio de otros cuerpos de agua como los ríos Sisga y Tominé, flujo que es utilizado por finqueros, empresas para su consumo diario, procesos industriales y actividades agrícolas y ganaderas, y los diferentes acueductos veredales. También permite el funcionamiento de los acueductos veredales”, dijo Humberto Hernández, coordinador de la Red de Monitoreo Hidrometeorológico de la CAR.
Al llegar al municipio de Tocancipá, el agua ingresa a la planta de Tibitoc, donde la EAAB realiza el tratamiento. “Tibitoc capta gran cantidad de agua del río para hacerle tratamiento y potabilizarla. Luego de este proceso, el agua es conducida por gravedad y presión hacia Bogotá por medio de tuberías”, anotó el experto.
Según la CAR, hoy en día el sistema Agregado Norte trabaja con 38 por ciento de su capacidad total, es decir 316 millones de metros cúbicos. Neusa opera con 64 millones de metros cúbicos (55 por ciento), Sisga con 34 millones (37 por ciento) y Tominé 218 millones (35 por ciento).
Chingaza, la joya hídrica
Los embalses de Chuza y San Rafael conforman Chingaza, un sistema sobre el que recae cerca del 80 por ciento de la demanda de agua de Bogotá y que tiene como protagonista al líquido vital que nace en el páramo de Chingaza, una zona compartida con la Orinoquia colombiana.
“Chingaza es el sistema de mayor peso para Bogotá, operado por la Empresa de Acueducto. En los años 80 se construyó el embalse de Chuza en Fómeque, una reserva desde donde el agua es conducida por túneles de gran dimensión, unos por presión y otros por flujo libre, hacia la planta de tratamiento Francisco Wiesner, ubicada en La Calera”, anotó Hernández.
Al lado de la planta Wiesner está el embalse de San Rafael, que tiene como inyección hídrica natural al río Teusacá. “Las aguas de Chuza llegan tanto a Wiesner como San Rafael. Este último es utilizado como una reserva para abastecer de agua a la capital cuando se realiza algún mantenimiento al sistema de túneles que, como cualquier obra puede colapsar. Tiene capacidad para almacenar agua hasta por tres meses con un bombeo que conduce el agua entre San Rafael y Wiesner”, indica el funcionario de la CAR.
En la planta Wiesner, la EAAB trata y potabiliza el agua, para luego enviarla a la red de Bogotá desde la calle 100 hacia el sur y occidente, es decir localidades como Chapinero, La Candelaria, Engativá, San Cristóbal, Kennedy, Bosa y Tunjuelito.
Cada segundo de todos los días del año, Wiesner produce 10,5 metros cúbicos de agua potable para abastecer a 80 por ciento de los habitantes de Bogotá, por medio del agua cruda que llega del páramo de Chingaza. La conducción del líquido desde la planta a la ciudad se hace por los túneles de Usaquén, Santa Bárbara, Santa Ana y Los Rosales.
Los embalses del sistema Chingaza tienen en promedio una capacidad para almacenar 288 millones de metros cúbicos de agua. La CAR informó que actualmente funciona con 50 por ciento de dicha capacidad (Chuza: 53 por ciento) y San Rafael (35 por ciento).
El más antiguo
Tunjuelo, conformado por los embalses de Chisacá y la Regadera, fue el primer sistema construido en Bogotá, en la década de 1930. Son reservas menores con capacidad para 10,2 millones de metros cúbicos de agua, encargadas de surtir a cerca del uno por ciento de los habitantes del sur.
El agua de Chisacá, que nace en el páramo de Chisacá, y la Regadera, es conducida por tubería hasta la planta de tratamiento El Dorado, ubicada en Usme. De allí pasa a las viviendas de algunos sitios del sur, como Usme, Ciudad Bolívar, Santa Librada y parte de Soacha.
Este sistema es el menos afectado por la temporada seca en Bogotá y la sabana. Actualmente, los embalses cuentan con 86 por ciento de su capacidad total, es decir 8,8 millones de metros cúbicos.
Es mejor prevenir
La gerente de la EAAB afirmó que la entidad está preparada para atender la demanda de consumo de agua de los usuarios ante la contingencia del coronavirus. Sin embargo, precisó que ante el posible aumento de 1.000 litros cada segundo por las actividades desde las viviendas, la ciudadanía debe hacer un uso responsable del recurso.
“Es importante usar responsablemente el servicio de agua. En promedio, 30 por ciento del consumo diario en un hogar se usa en la ducha y lavamanos, 28 por ciento en el inodoro y un 18 por ciento en la lavadora. Más de 900 operarios de la EAAB trabajan a diario para arreglar los daños imprevistos en la operación de plantas y sistemas de bombeo, al igual que el mantenimiento de la red de alcantarillado y limpieza de humedales, quebradas y ríos”, indicó Arango.
Por su parte, el coordinador de la Red de Monitoreo Hidrometeorológico de la CAR, precisó que la ciudadanía debe colaborar para evitar un posible racionamiento de agua, si las condiciones meteorológicas no mejoran y la medida de la cuarentena es ampliada.
“Como todavía no se ha consolidado la temporada lluviosa, los tres sistemas que surten a Bogotá están bajos, más no críticos. Eso no indica que la capital esté ad portas de un racionamiento, pero si el consumo desde las viviendas no es responsable podría suceder. Por eso, como una acción preventiva, hacemos un llamado a la ciudadanía para que racionalicemos el agua”, puntualizó Hernández.