Los curiosos candidatos a los que apoyan varios partidos
En Cundinamarca los aspirantes prefieren sumar maquinarias de votos que ser fieles a su ideología y a sus partidarios
La ley solo prohíbe coaliciones en las listas a asambleas, concejos y juntas administradoras locales, pero permite que se sumen dos o más partidos para avalar aspirantes a alcaldías y gobernaciones. Como esa norma se creó en julio de 2011, apenas tres meses antes de las elecciones regionales, en ese año no hubo tanto candidato multicolor. De acuerdo con datos de la Misión de Observación Electoral (MOE), para alcaldías apenas 25 candidatos tenían el aval de más de un partido. Hoy son 342, un 1.000 por ciento más que hace cuatro años. En las gobernaciones la cosa es parecida. En 2011, solo siete aspirantes se presentaron con más de una bandera y hoy hay 24.
El problema de estas alianzas es que en octubre, cuando se sepan los resultados, será imposible decir quién ganó. ¿Cómo saberlo si el candidato está avalado por tres o más partidos? ¿Qué ideología representa si tiene aval de izquierda y de derecha? ¿Quién asume la responsabilidad si eventualmente lo destituyen?
Hace varias semanas, la destitución de Álvaro Cruz como gobernador de Cundinamarca demostró que tantos partidos juntos pueden convertirse en un problema. Como en ese entonces lo avalaron Cambio Radical, el Partido Conservador, el Liberal y La U, llevan más de un mes sin decidir quién lo reemplazará. El director de Cambio Radical, Rodrigo Lara, envió una terna a la Presidencia, pero se la devolvieron porque no se reunió antes con los demás partidos. Conclusión: la decisión sigue en el limbo.
Según datos de la MOE, este año Cambio Radical impuso la tendencia. Del total de aspirantes que inscribieron, 154 (el 25 por ciento) van en coalición con otras colectividades, seguido por el Partido Liberal con 130, el Partido Conservador con 96 y el Partido de la U con 76. Que sean precisamente esas agrupaciones no es coincidencia. Estas elecciones están marcadas por el aterrizaje de los diálogos de La Habana en los territorios, y para los partidos de la Unidad Nacional (excepto los conservadores) era clave aliarse en las regiones donde el uribismo podía pisarles los talones.
Aunque no tiene nada de raro que un candidato liberal reciba el aval de La U o viceversa, lo que no tiene presentación es que también tenga el respaldo del Centro Democrático o el Polo, que son de oposición. Ese es el caso de Alex Char, candidato a la Alcaldía de Barranquilla, quien desde un principio era ficha de Cambio Radical, pero en el camino se sumaron el Mira, el Partido Conservador y el uribismo. Lo mismo pasa con Angelino Garzón, aspirante a la Alcaldía de Cali, que tiene el aval de La U, y a comienzos de abril el Centro Democrático envió un comunicado expresando su apoyo al exvicepresidente. En Bogotá, Rafael Pardo tiene a La U, el Mira y la mitad del liberalismo. Clara López, candidata del Polo, tiene la otra mitad y Enrique Peñalosa, lanzado por firmas, terminó con el apoyo de Cambio Radical, el Partido Conservador y la mitad de los verdes.
Jorge Rey, candidato a la Gobernación de Cundinamarca, tiene el apoyo de cinco partidos: Cambio Radical, La U, Opción Ciudadana, ASI y Mais. En Bolívar, Dumek Turbay compite por la Gobernación con el aval del Partido Liberal, pero, además, tiene el respaldo de colectividades de izquierda como Aico y Mais.
Tanto candidato ‘multiavalado’ demuestra que en estas elecciones los partidos grandes prefieren unirse para controlar la mayor parte del poder local, porque saben que si se separan puede haber riesgos de perder. Ese es el caso de la Unidad Nacional. Pero la estrategia del uribismo es otra. Como Centro Democrático apenas tiene un año, ganar en alcaldías y gobernaciones es muy difícil a menos que se alíen con alguien, así sea el santismo. Lo que deberían recordar esos candidatos ‘tutifruti’ es que lo difícil no es llegar al poder, sino mantenerse en él.