Coronavirus: V, U, o W: los 3 escenarios posibles para la recuperación de la economía tras la pandemia de covid-19
La pandemia de covid-19 está gestando una recesión a la que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ya le ha puesto nombre: «El Gran Confinamiento».
La respuesta la sacarán del abecedario, al que los expertos recurren desde hace décadas para describir a qué ritmo se recupera una economía.
«Es una buena simplificación y una manera muy gráfica de decir de qué estilo creemos que es una recesión», le dice a BBC Mundo José Tessada, director de la Escuela de Administración de la Universidad Católica de Chile.
Como no hay reglas que las definan, cada analista escoge la letra que más se parezca a sus predicciones. Sin embargo, las más populares, como comenta Tessada, son la V, W y U.
«La preferencia de las letras viene de cómo se ve el gráfico de la tasa de crecimiento del PBI en el tiempo», explica.
Hay distintos conceptos de lo que es una recesión. En Estados Unidos, la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas (NBER por sus siglas en inglés) habla de recesión cuando hay un descenso «significativo» de la actividad económica que dura «más de unos cuantos meses» y que se refleja en el PIB real, los ingresos, el empleo, la producción industrial y el comercio.
Aunque la definición más extendida es la que dice que una economía entra en recesión cuando suma dos trimestres consecutivos de caída del Producto Interno Bruto (PIB).
En base a esta es que se están haciendo la mayor parte de las previsiones de cómo nos recuperaremos del impacto económico que la covid-19 y las medidas de confinamiento para contener esta enfermedad están causando a lo largo del planeta.
Aunque hay que aclarar antes que la incertidumbre ante la crisis actual es grande y, como le dijo a BBC Mundo el economista jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial, Martín Rama: es mejor tomar «todas las predicciones que se hagan en estos momentos con un enorme margen de error».
La V, el escenario ideal
Las recesiones forman parte del ciclo económico y, para algunas corrientes, son inevitables. Así que lo mejor que puede pasar cuando toque vivir una, es que esta tenga forma de V.
«Recesiones buenas no tenemos, pero la V es esa caída pronunciada con una salida igualmente pronunciada. La idea es que uno vuelve a un nivel muy similar al inicial y que la recesión es relativamente rápida… aunque puede durar un par de trimestres o más», explica Tessada.
Una V describe una caída del PIB precipitada, con un ápice breve y un repunte empinado. Las predicciones más optimistas consideran que aún hay posibilidades de que la recesión actual acabe tomando esta forma. Tessada dice que, en estos momentos, tanto la V como la U y la W «están sobre la mesa».
«Existe la sospecha de que si se logra controlar la pandemia, podríamos estar en presencia de una V porque podrías empezar a levantar las restricciones y a recuperar el crecimiento a los niveles anteriores o parecidos».
Paul Gruenwald, economista jefe global de la agencia de calificación de riesgo S&P Global Ratings, prevé que en el segundo trimestre de 2020 veremos una caída aguda como las que se dan en las recesiones con forma de V.
Sin embargo, recuerda que para terminar de dibujar esa V se necesitaría remontar de manera ágil y abrupta.
«Digamos que las restricciones de distanciamiento social se levantan o que se desarrolla una vacuna o tratamiento. Entonces, volveríamos rápidamente a la ruta original», le dice a BBC Mundo.
Sin embargo, los posibles escenarios de recuperación que él esboza en su último informe, publicado la semana pasada, no son tan optimistas. Lo que marcará el ritmo, en su opinión, será cómo se vea afectado el lado de la oferta: la mano de obra, el capital y el crecimiento de la productividad.
«Si ninguno de ellos cambia, la economía regresará a su ruta original, lo cual es un buen escenario».
Para esto, la crisis de covid-19 tendría que limitarse al sector de la salud. Si esto pasa, ningún elemento del lado de la oferta se vería alterado, por lo que «deberíamos» volver a los niveles anteriores. No sucedería de una manera lo suficientemente rápida para que el gráfico del Gran Confinamiento termine dibujando una V bien formada, pero sí una más «gorda».
«Pero esto no lo sabemos ahora, es algo de lo que debemos hacer seguimiento durante el siguiente año o dos», puntualiza.
La U, el escenario más probable
Las proyecciones de S&P para la economía global comprenden una caída del PBI del 2,4% en 2020 seguida de un crecimiento del 5,9% en 2021.
Algo que, para Gruenwald, resultará más similar a una U que a una V.
«Lo que vemos ahora se parece más a una U o a una U larga y ancha en la que recuperamos la mayor parte del shock pero a una tasa menor», asegura.
Una recesión en forma de U, como explica Tessada, es aquella en la que «entras y sales, pero te mantienes abajo un poco más de tiempo, como si te costara salir. Te quedas abajo, te cuesta recuperarte, pero con el tiempo sales y vuelves a un nivel como el anterior».
Este es el escenario que ve la directora administrativa de la agencia de calificación de riesgo Moody’s, Elena Duggar.
«No vamos a recuperar durante la segunda mitad del año toda la producción que se perdió en la primera. Hay mucha actividad, por ejemplo en el sector de los servicios, que no se va a recobrar: todas las comidas que perdieron los restaurantes, las vacaciones, los planes de viajes…», le explica a BBC Mundo.
«Mucho de eso será actividad que el PIB perderá. Pero sí creemos que una vez que se levante el confinamiento y la actividad se reanude, esta remontará y habrá una recuperación durante la segunda mitad del año».
Las últimas predicciones de Moody’s son de finales de febrero y estiman una caída global del 0,5% del PIB en 2020, seguida de una subida del 3,2% en 2021. Todo esto, siempre que se cumplan las suposiciones que hace la agencia.
«Estamos suponiendo que los confinamientos se levantarán a lo largo del verano (del hemisferio norte, junio, julio y agosto)… y que la actividad se reanudará. También suponemos, y hemos visto ya algo de eso, que las respuestas de los gobiernos funcionarán: damos por sentadas políticas fiscales y monetarias muy fuertes y que tendrán como objetivo ayudar a la recuperación», ahonda Duggar.
En medio de la incertidumbre en la que se hacen estas proyecciones, hay algo de lo que no hay duda: el segundo trimestre de 2020 va a ser económicamente doloroso.
Paul Gruenwald, de S&P, estima que la caída en ese trimestre alcanzará un porcentaje de 9%. Para él, con un descenso así, no queda claro que se pueda recuperar la trayectoria que la economía parecía seguir antes de la pandemia. Es decir, el mismo nivel de producción y crecimiento que se esperaba para este 2020.
«Más que una V o una U, la cuestión está en cuál será la trayectoria final (que tome la economía). La pregunta es: ¿volveremos a la misma?… Y la otra pregunta es: ¿cuánto tardaremos en llegar a esta tr27ayectoria?», afirma.
«Vamos a ver una contracción bastante profunda durante el segundo trimestre», explica Duggar. «En China, comenzó el primer trimestre. Pero el resto del mundo, dada la forma en que se expande el virus, hay un retraso de unos cuantos meses… Luego esperamos que la recuperación empiece el tercer y cuarto trimestre».
«Pero la contracción del segundo trimestre va a ser tan grave que provocará cifras de crecimiento negativo en los resultados anuales… Veremos qué tan profunda será cuando empiecen a llegar los datos a lo largo de abril. Lo único que hemos visto hasta ahora son indicadores de que habrá incrementos agudos en el desempleo».
Sin embargo, los analistas ven señales positivas que les hacen pensar que la economía acabará remontando y formando esa U.
«Hay buenas noticias en dos frentes», dice Duggar. «Estamos viendo que en China se levantan los confinamientos, hay reaperturas de fábricas. Según el sector, hay reportes de que se ha recuperado una capacidad de entre el 45% y el 70%… En términos de la capacidad de la economía para volver a funcionar, vemos noticias positivas allí».
«La otra es que también vemos medidas de apoyo fuertes. Bancos centrales de ambos lados del océano están actuando con rapidez para dar liquidez al mercado. Estamos viendo grandes paquetes (de ayudas) en muchos países».
En su informe, S&P ve como señales positivas que las curvas de contagio se estén aplanando y que las intervenciones gubernamentales se estén reflejado en aspectos como que se haya estabilizado el apetito de riesgo de los inversores o que la volatilidad haya bajado.
La agitada W
Como dice José Tessada, de momento, todo el alfabeto está sobre la mesa y como advierten los analistas de Moody’s y S&P, la duración de las medidas de confinamiento juegan un papel decisivo a la hora de determinar cuándo acabará la caída acaba y comenzará la recuperación.
S&P señala en su informe algunos factores que podrían poner en peligro la recuperación económica, como que, tras un enorme gasto público, los gobiernos empiecen a aplicar medidas de austeridad antes de tiempo. Pero Gruenwald asegura que el mayor riesgo sigue estando en el sector de la salud.
«Si tenemos un escenario en el que el distanciamiento social se relaja y el número de infecciones empieza a repuntar y como que vamos hacia atrás y hacia adelante y tenemos una normalización mucho más lenta; eso va a afectar la trayectoria de la recuperación», dice el economista jefe de S&P.
Una curva de contagio de covid-19 que suba y baje acabaría provocando una recesión con forma de W.
«La W es cuando entras y sales pero vuelves a entrar (en recesión). Tu recuperación final no ocurre sino que en el intermedio hay un momento en el que hay una aceleración pero esta no se sostiene y vuelves a caer», explica Tessada.
Este camino «agitado» a la normalidad acarrearía pérdidas en la producción, como afirma el informe de S&P, que añade: «Más inquietantemente, es posible que no consigamos una vacuna o tratamiento en el período que abarca este pronóstico, lo que significaría que volver a la normalidad podría ser imposible».
A este último apunte, algunos le asignan la letra L: tras una caída, la economía se mantiene a un ritmo mucho menor, sin recuperarse.
«Pero eso, en el fondo, más que una recesión es un cambio permanente en el nivel de crecimiento», anota Tessada. «La típica noción de una recesión es que vas a volver al nivel que tenías antes».
¿Y América Latina?
El Banco Mundial prevé que la economía de Latinoamérica y el Caribe, sin contar a Venezuela, caiga un 4,6% en 2020 y que en 2021 se recupere un 2,6%. Para el economista jefe de la institución encargado de esta región, Martín Rama, esto esbozaría una recesión en forma de U.
«La vería como una U en el sentido de que somos optimistas para el año que viene porque pensamos que para entonces la epidemiología va a ser mejor entendida, va a haber más capacidad de tests, quizá también una vacuna. Y pensamos que las economías avanzadas, EE.UU., Europa, China, pueden movilizar los medios financieros y tienen las estructuras institucionales necesarias para rebotar», le dice a BBC Mundo.
Con economías fuertemente ligadas a socios como China o los países del G7, la capacidad de responder a la crisis de los Estados latinoamericanos dependerá en gran parte de la velocidad a la que se recompongan estas potencias, como explica Rama.
«Nuestro temor, y por qué la U y no necesariamente la V, es que en los meses que vienen, los países de América Latina van a sufrir la segunda fase: va a empezar a haber empresas que no van a poder cubrir sus gastos, que van a cesar a trabajadores, va a haber familias y empresas que no van a estar pagando sus impuestos, la demanda va a caer, las finanzas públicas van a sufrir, los bancos que hoy son sólidos pueden verse afectados por el menor pago de deuda…»
«Ahora, las necesidades financieras de nuestros países son básicamente para atender la emergencia médica y para ayudar a la gente que no puede trabajar, que es informal y que vive al día a día. Esas son cifras manejables, pero con el poco espacio fiscal que tenemos en América Latina, si se necesitan medidas más extraordinarias para la apoyar actividad económica o para impedir una crisis financiera, es ahí que viene el gran riesgo», asegura.
Por un lado, la región tiene la «ventaja» de que llega a la epidemia «un poco más tarde» y que, por tanto, pudo reaccionar rápido y cuenta margen para aprender de cómo viven la pandemia otros países.
Aunque, como señala Rama, también hay desventajas: «Esto le llega a la región después de prácticamente cinco años de crecimiento bastante reducido, con buenas excepciones como República Dominicana, Panamá, Colombia… Pero, en promedio, en los últimos cinco años, América Latina no estaba convaleciendo pero estaba creciendo más o menos como los países industriales, no más que eso, teniendo menores ingresos que ellos».
A esto se suma la inestabilidad social y política que estalló el año pasado en países como Chile, Ecuador y Bolivia: «El descontento social que tuvimos el año pasado por razones muy variadas… muestra una dificultad para una población que de a poco había aspirado a un nivel de vida de clase media, que de a poco se había ilusionado con la convergencia hacia los niveles de vida de Europa del Sur y para la cual, ahora, esas prospectivas son muy remotas».
Por eso, pide que se reaccione pensando en el futuro pese a la urgencia de la situación: «Lo que se haga ahora en la emergencia va a tener también consecuencias a largo plazo… Mantener la mirada en el desarrollo a largo plazo es importante aún en una emergencia como esta».