ONU: ONG reclaman al organismo mundial más esfuerzos para proteger a la prensa
En el marco del Día Mundial de la Libertad de Prensa, una coalición de 35 organizaciones pidió a la Asamblea General de la ONU, de 193 miembros, que designe a un representante especial del secretario general para vigilar y supervisar la seguridad de los profesionales en todo el mundo.
El Consejo de Seguridad de la ONU debate en 2013 sobre la protección de periodistas en conflictos armados. NU Foto/JC McIlwaine.
“Obviamente es algo de lo que somos conscientes”, aseguró el portavoz de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), Stephane Dujarric. “Pero veremos cómo avanza el debate en la Asamblea General”, apuntó.
Uno diplomático asiático que pidió no ser identificado dijo a IPS que estaría “gratamente sorprendido” si el plenario aprueba la propuesta.
Algunos países consideran que hasta la mera designación de un relator especial por parte del Consejo de Derechos Humanos, con sede en Ginebra, es una “intrusión política” y se niegan a las visitas formales de esos enviados para investigar violaciones a los derechos humanos, acotó el diplomático.
Por ejemplo, el relator especial para Irán no ha conseguido ni un permiso para visitar ese país desde que se creó el cargo hace cinco años; el relator especial para la tortura no ha podido visitar Estados Unidos y el designado para atender la violencia contra las mujeres no puede ingresar a centros penitenciarios del estado de Michigan.
Desde 2012, la ONU adoptó varias resoluciones que condenan el asesinato y el encarcelamiento de periodistas. Pero las medidas concretas están muy rezagadas con respecto a los pronunciamientos públicos.
Un representante especial, de ser aprobado por la Asamblea General, “atraería más la atención sobre los riesgos que afrontan los periodistas, y al trabajar de cerca con el secretario general, tendría el peso político y la legitimidad para tomar medidas concretas para proteger a los periodistas y para que las agencias de la ONU se hagan responsables de integrar un plan de acción en su trabajo”, observó la coalición en una carta dirigida al secretario general, Ban Ki-moon, y a los estados miembro.
Entre las 35 organizaciones que integran la coalición se encuentran el Comité para la Protección de los Periodistas(CPJ), Reporteros Sin Fronteras, Freedom House, Índice de Censura, la Federación Internacional de Periodistas, Media Watch y la Asociación Mundial de Periódicos.
Según el CPJ, con sede en Nueva York, 1.189 periodistas fueron asesinados desde 1992 y los cinco países donde más mueren los profesionales de la prensa son Iraq, con 174 muertos, Siria, con 94, Filipinas, con 77, Argelia, con 60, y Somalia, con 59.
Además, los asesinatos quedan impunes en nueve de cada 10 casos, “una estadística que rara vez cambia desde 2012”, puntualizó CPJ.
Los responsables son tanto fuerzas rebeldes y organizaciones terroristas como los gobiernos en el poder. Lo lamentable es que los asesinatos ocurren en países que forman parte de algunas de las resoluciones adoptadas por la ONU.
La resolución sobre la protección de periodistas se adoptó por primera vez en noviembre de 2013 y se reafirmó en 2015, por tercer año consecutivo.
Bob Dietz, coordinador del programa Asia del CPJ, dijo a IPS que la ONU ha emitido muchas declaraciones correctas en materia de protección de periodistas, pero no las acompañó de muchas acciones manifiestas.
“No hemos visto mucha acción desde la introducción del Plan de Acción de la ONU para la seguridad de los periodistas y la Impunidad dentro de la ONU o sus estados miembro”, observó Dietz.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), con sede en París, fue la agencia de la ONU designada para promover la libertad de expresión y de prensa, pero no ha logrado muchos resultados.
“Y el movimiento que generó el plan no parece realmente haber concentrado la atención de un amplio espectro de agencias de la ONU”, añadió.
Hubo algunos intentos en ciertos países por rectificar la situación, pero es difícil concretar acciones internacionales sostenidas para hacer frente al problema, se lamentó.
Dujarric declaró a la prensa que la posición del secretario general en materia de libertad de prensa es clara y quienes acosen, asesinen y torturen periodistas deberán hacer frente a la justicia.
También señaló que hay numerosos mecanismos en funcionamiento en diferentes partes del sistema de la ONU, ya sea de derechos humanos o la Unesco, que procuran colaborar en la protección de los profesionales de la prensa.
Ian Williams, corresponsal de Tribune en la ONU y autor de “Untold: a fUN guide to the UN”) “Incalculable: una guía de la ONU para la ONU”, dijo a IPS que la posición del foro mundial en materia de libertad de prensa puede parecer contradictoria.
Por ejemplo, la Unesco le dio el Premio a la Libertad de Prensa 2016 a Khadija Ismayilova, una periodista de Azerbaiyán detenida en septiembre de 2015 y condenada a siete años y medio de cárcel bajo cargos espurios.
Sin embargo, la agencia no destituyó, y de hecho celebra activamente, a su embajadora de buena voluntad Mehriban Aliyeva, esposa del presidente azerí Ilam Aliyev, a pesar de que en 2012 otorgó el premio a otro reportero de ese país perseguido Eynulla Fatullayev.
En términos generales, probablemente sea cierto que allí donde los medios son perseguidos, también lo es la población.
En particular, hace nueve años, después de que Wikileaks divulgara en 2007 imágenes de militares disparando contra un equipo de la agencia de noticias Reuters y contra los civiles que trataban de socorrerlos desde un helicóptero estadounidense, el silencio de la prensa occidental fue ensordecedor, con la consiguiente completa impunidad de los responsables y sus comandantes, subrayó Williams.
“Los periodistas no son criminales. Pero a menudo sufren malos tratos o hasta encuentran la muerte porque tienen el valor de denunciar hechos delictivos”, puntualizó Ban.
Solo en 2015, 105 periodistas perdieron la vida. La muerte de profesionales occidentales a manos de Daesh (acrónimo árabe del Estado Islámico) o de otros grupos extremistas violentos concentró la atención mundial. Pero 95 por ciento de los periodistas asesinados en conflictos armados son reporteros locales, acotó.
En abril de este año, el reportero mexicano Moisés Dagdug Lutzow fue asesinado en su casa en la ciudad de Villahermosa. El periodista policial Elvis Ordaniza, de Filipinas, recibió un disparo que le causó la muerte. Lo mismo sucedió con Karun Misra, jefe de oficina de distrito del diario Jan Sandesh Times, de India.
“Cada vez que matan a un periodista o que silencian a la prensa, el derecho y la democracia se debilitan”, remarcó Ban Ki-moon, al apelar a los estados miembro a “participar en el Plan de Acción para la seguridad de los periodistas de la ONU”.
PRENSA: Violencia contra las periodistas amenaza la libertad de expresión
La Radio Bundelkhand, del centro de India, tiene unos 250.000 oyentes, de los cuales 99 por ciento son agricultores. Foto Stella Paul/IPS.
NUEVA YORK, may 2016 (IPS) – Para las periodistas, la violencia y la intimidación no son solo problemas que aparecen en zonas de conflicto, son una experiencia cotidiana en todas partes del mundo que les impide el correcto desempeño de su profesión y atenta contra la libertad de expresión.
“Ya no tienes que estar en zona de conflicto para que te violen”, se lamentó Kim Barker, periodista del diario The New York Times, autora de The Taliban Shuffle: Strange Days in Afghanistan and Pakistan (La confusión Talibán: Días extraños en Afganistán y Pakistán), en el marco del lanzamiento de un nuevo libro que documenta los abusos y el acoso cotidianos que experimentan las reporteras en el ejercicio de su profesión.
Tras escribir un editorial en el que contó su experiencia de acoso sexual en el terreno, Barker relató que una persona que lo comentó en Internet la llamó “gorda” y “poco atractiva” y le dijo que “nadie querría violarla”.
El Comité para la Protección de Periodistas (CPJ, en inglés), con sede en Nueva York, decidió enfocar la edición de este año de su serie de “Ataques contra la prensa” en el acoso basado en cuestiones de género, de violencia sexual y de agresión física que sufren las periodistas por las consecuencias que el tema tiene para la libertad de prensa.
“En sociedades en las que las mujeres tienen que luchar por tener el control sobre sus propios cuerpos, tienen que luchar para reafirmar sus derechos en el espacio público, ser una periodista es casi una forma de activismo”, explicó la reportera de televisión egipcia Rawya Rageh, en el lanzamiento del libro.
La mayor parte del abuso se da en Internet, donde los agresores se esconden detrás del anonimato del espacio para comentarios.
Según el Centro de Investigación Pew, 40 por ciento de los usuarios de Internet han experimentado algún tipo de acoso en ese espacio. Los hombres también soportan agresiones, pero el abuso hacia las mujeres tiende a ser más severo, incluso el acoso sexual y las amenazas de violencia.
Por ejemplo, una periodista informó a la Fundación Internacional de Medios de Comunicación de Mujeres (IWMF) que un trol la había amenazado con “cazar su carne humana”.
Alessandria Masi, corresponsal del International Business Times en Medio Oriente, recordó los comentarios que recibió por un ensayo en un libro de CPJ: “Me agredió el Ejército Electrónico Sirio por escribir un artículo que criticaba al presidente Bashar al Assad y me preguntó con cuántas personas había tenido que mantener relaciones sexuales para que me lo publicaran”.
El abuso en Internet es un síntoma del arraigado sexismo que está generalizado, coincidieron muchas de las participantes.
La profesora de derecho de la Universidad de Maryland y autora de “Hate Crimes in Cyberspace” (Crímenes de odio en el ciberespacio), Danielle Keats Citron, señaló que el acoso por cuestiones de género “refuerza los estereotipos de género”, que percibe a los hombres como dominantes en el ámbito laboral, mientras que las mujeres son objetos sexuales que no tienen lugar en los espacios de Internet.
Pero las amenazas no se quedan en Internet, también se manifiestan en el mundo real.
La subeditora del diario colombiano El Tiempo, Jineth Bedoya Lima fue secuestrada y violada en 2000 tras destapar una red clandestina de tráfico de armas en el país.
En 2012, tras escribir sobre los peligros de la mutilación genital femenina, la periodista liberiana Mae Azongo, recibióamenazas de muerte, incluso le dijeron que la agarrarían y la cortarían si no “se callaba”; tuvo que pasar a la clandestinidad con su hija de nueve años.
Un año después, la periodista libia Jawlija al-Amami recibió un disparo de un hombre que se acercó a su automóvil. Si bien sobrevivió, luego recibió un mensaje de texto amenazándola con que moriría si no “dejaba el periodismo”.
Los y las periodistas lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBT) soportan peligros similares, añadió CPJ.
Este año, Xulhaz Mannan, editor de una revista sobre cuestiones LGBT de Bangladesh, fue atacado hasta morir en su propia casa.
Pero muchas víctimas de acoso y abusos no denuncian las agresiones.
“Era como uno de esos sucios secretitos de los que no hablas porque tienes que simular que eres una más entre los hombres”, explicó Barker; y se refirió al caso de Lara Logan como uno de los puntos de inflexión.
Mientas cubría la revuelta en Egipto para la cadena estadounidense CBS, en el marco de la Primavera Árabe en febrero de 2011, Logan fue atacada y violada por un grupo de hombres.
Durante una entrevista para el programa de televisión “60 minutos”, relató cómo la separaron de sus compañeros, le arrancaron la ropa, la golpearon con palos y la violaron.
Cuando le preguntaron por qué decidió hablar públicamente, Logan dijo que quería romper el silencio “sobre algo que todas hemos experimentado, pero sobre lo que nunca hablamos”.
Una de las razones por las cuales muchos y muchas periodistas no denuncian es porque temen no poder seguir trabajando por su orientación sexual o de género.
“Es una trampa”, subrayó Rageh a los participantes. “No quiero reforzar esa idea de que quién soy o qué soy limitará mi capacidad para cubrir una historia, pero por supuesto que hay un asunto que atender”, prosiguió.
La vicepresidenta de CPJ y editora ejecutiva de Associated Press (AP), Kathleen Carroll, dijo que hace tiempo que la amenaza de la violencia sexual mantiene a las mujeres fuera del periodismo. Pero hay formas de hacer frente a las amenazas que no implican que se excluyan, opinó.
Carroll señaló que hay que proporcionar a las periodistas y también a los hombres buenas herramientas y capacitación. IWMF creó una formación en seguridad con un perfil de género específico para preparar a las mujeres para ambientes hostiles. Eso incluye escenarios de dramatización, evaluación de riesgos y planes de comunicación.
También se necesitan líderes efectivos, informados y comprensivos en las agencias de noticias para ayudar al personal a minimizar los riesgos, añadió Carroll.
Las panelistas coincidieron en la urgencia de que haya una reforma por la necesidad de mujeres en el terreno.
“Cuantas más mujeres hayan cubriendo esas historias, más se hablará de ellas”, apuntó Barker.
En un artículo, Lima reflexionó sobre la importancia de la voz femenina: “nuestras palabras, nuestras letras, nuestra voluntad pueden prevenir que se vulnere la libertad de expresión, que se viole a más mujeres, que se silencie a quienes son la voz de otros. Nuestras palabras pueden avivar una lucha o sepultar por siempre el cambio”.