Ordena Trump que el informe Mueller sea secreto
Declaran a Barr en desacato; su cerrazón ha generado una crisis constitucional y elevó el nivel de confrontación entre la Casa Blanca y el Congreso.
Foto AFP
El país está en «crisis constitucional», afirmó Jerrold Nadler, representante demócrata, después de que el Comité Judicial que él preside aprobó una resolución que declara en desacato a Barr, quien encabeza el Departamento de Justicia del régimen de Trump, por negarse a entregar una versión no censurada del informe del fiscal especial Robert Mueller.
En el debate entre el comité, demócratas y republicanos intercambiaron argumentos sobre cuál lado estaba violando la ley, incluso con retórica sobre si este asunto era o no una amenaza a los fundamentos de la república. Nadler insistió en que «no estamos tomando este paso a la ligera», y reiteró que el principio es que «a ninguna persona, ciertamente no al más alto funcionario en materia de aplicación de la ley en el país, se le puede permitir que desafíe la voluntad del Congreso e incumplir con una citación válida».
Ahora la resolución se presentará ante el pleno de la cámara baja, donde todo indica –a menos que prospere una negociación entre el Departamento de Justicia y el Congreso– que será aprobada por la mayoría demócrata. Así, Barr será el segundo procurador general federal en la historia en ser declarado en desacato por el Congreso (sólo se requiere que una de las dos cámaras apruebe esa resolución).
El Departamento de Justicia calificó la resolución de «teatro político inapropiado», y la vocera de la Casa Blanca acusó a Nadler de «abuso de poder».
Vale recordar que fueron los republicanos de la cámara baja quienes declararon en desacato a un procurador general por primera vez. Lo hicieron con Eric Holder, quien ocupó el puesto durante el gobierno de Barack Obama en 2012.
Horas antes del voto, Trump declaró que estaba colocando todo el informe de Mueller bajo «privilegio ejecutivo», invocando esa opción por primera vez en su presidencia y afirmando con ello que ahora ese es un documento secreto de la presidencia. Todo esto forma parte de la estrategia ya explícita del régimen de no cooperar con el Congreso, sobre todo con la cámara baja por su mayoría demócrata.
Durante los últimos días, el régimen de Trump se ha negado a cumplir con órdenes de entrega de documentos y citas para comparecer ante varios comités sobre una amplia gama de asuntos, incluido el informe Mueller, posibles actos de corrupción y transparencia de las finanzas personales del presidente, entre otras, lo cual está generando un enfrentamiento político que ahora incluye la contemplación de un proceso de impeachment contra el presidente.
Aunque se ha opuesto a un juicio político hasta ahora, Nancy Pelosi, líder demócrata de la Cámara de Representantes, advirtió por segundo día que las maniobras de no cooperación y obstrucción del poder de supervisión del Congreso por la Casa Blanca están llegando a tales extremos que Trump está por hacer “un auto-impeachment” (acusación).
Mientras, la lista de exfiscales federales firmantes de una carta abierta en la cual aseguran que, si Trump no fuera presidente, habría sido acusado formalmente de múltiples delitos de obstrucción de la justicia con base en la evidencia dentro del informe Mueller, se duplicó desde el lunes y anoche llegó a un total de 803.
El emperador desnudado
Tal vez hay buenas razones por las cuales el presidente prefiere mantener en privado sus finanzas personales –se ha sospechado todo tipo de corrupción, engaños y esfuerzos para evitar pagar impuestos– y ahora se ha confirmado otra: Trump fue tal vez el peor empresario del país durante una década, con las pérdidas de negocio más grandes –más de mil millones de dólares en total– de cualquier otro contribuyente entre 1985 y 1994, reportó el New York Times al obtener datos sobre sus declaraciones de impuestos para ese periodo.
Según el reportaje, por sus pérdidas tan enormes, Trump no tuvo que pagar impuestos sobre su ingreso en ocho de los 10 años examinados y sus pérdidas fueron tan grandes que por sí solas representaban uno por ciento de todas las pérdidas por negocios declaradas ese año por contribuyentes estadunidenses.
Trump se proclamó en 2015 «la persona más exitosa que jamás se haya lanzado a buscar la presidencia, por mucho», y durante los últimos años se ha presentado como el negociador y empresario más talentoso de la historia. Esa imagen se ha cultivado, a pesar de cuestionamientos sobre las operaciones de su imperio de bienes raíces: hoteles, casinos, edificios de oficinas y campos de golf. Por ello, las revelaciones parecen comprobar que mucho de su narrativa es una farsa y que su éxito es más reality show que realidad.
No sorprendió que Trump haya buscado descalificar lo reportado por el Times, al declarar en un tuit que esa «información es muy vieja», mal interpretada y un “golpe de fake news”. Peor aún, trató de argumentar que esas pérdidas fueron a propósito, que era parte de cómo se hacían negocios, agregando que «casi todos» los empresarios inmobilarios hacían esas cosas y que «era deporte».
Desde que llegó a la Casa Blanca sin respetar la tradición de transparencia de sus antecesores y divulgar públicamente sus declaraciones de impuestos, el tema ha estado al centro de varias investigaciones del Congreso por posibles conflictos de intereses y hasta corrupción.
Esta semana el secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, informó al Congreso que no cumplirá con la orden legislativa de entregar los reportes de impuestos de Trump en años más recientes, parte de la estrategia de la no cooperación.
Y hablando de transparencia –o de su ausencia– CNN reporta que el régimen de Trump está en territorio récord al no realizar un briefing de prensa de la Casa Blanca –lo que antes era casi una rutina– en 58 días (el récord anterior era de 42).