Consejos para vivir una Navidad en armonía
Navidad es la época del año en la que los ánimos tienen a exaltarse para bien o para mal, pues son días en los que la rutina se modifica, para dar paso a compromisos sociales, celebraciones, reencuentros y evocaciones que pueden incidir en nuestras emociones.
Ante la presión de las prisas y el estrés consumista.
En vez de dejarse llevar por estados como estos, una opción neutral es centrarse en compartir pequeñas cosas con la familia o la pareja de manera pausada y serena, aconseja Espinola.
«Lo ideal sería consumir sin sobrepasarnos en gastos inútiles y materialismos excesivos que nos proporcionan felicidades efímeras y engañosas», añade.
Hacer un balance del año.
Para este ejercicio es bueno centrarse en las experiencias positivas vividas y lo que hemos aprendido, incluso de los llamados fracasos o de las adversidades.
“Hacer un buen balance nos permitirá valorar todo lo sucedido de una forma más productiva y provechosa. Veremos que los fracasos no son tan malos y sacaremos aprendizajes de esas experiencias”, señala.
El disfrute de los hijos con los regalos.
Para Espinola, “es interesante afrontar esos momentos que viven nuestros hijos al abrir los regalos de una forma agradecida, sin dejarnos llevar por la nostalgia o la depresión cuando dejen de existir», comenta.
Ante un conflicto familiar.
Durante las reuniones de Navidad puede haber roces, discusiones o peleas entre parientes y, según Espinola, ”podemos afrontar dichos momentos con escucha, reflexión y desde el optimismo”.
«Trataremos así de exprimir todo lo bueno que pueden tener esos momentos que, aunque parezcan malos, tienen cosas positivas”, enfatiza el experto.
Las primeras fiestas sin un ser querido.
Cuando pasamos la primera Navidad sin un ser querido porque ha fallecido: “deberíamos tratar de asumir muy firmemente que es una realidad que no está al alcance de nadie solucionar”, afirma Espinola.
«Si deseamos extraer alguna parte positiva, podríamos pensar que la muerte es la lección más grande de desapego que la vida nos puede dar, y que las personas que la han vivido de cerca han obtenido grandes dosis de desapego, neutralidad, agradecimiento y felicidad, volviéndose ‘Pura vida’, con una mayor capacidad de valoración y aceptación”, concluye.