El Drama de los inmigrantes Venezolanos en Cucuta

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“Me conmueven hasta el alma”, dice la hermana Rosalba Navarro Mancera de la Comunidad del Buen Pastor, que todos los días, durante los últimos seis meses, escucha historias de venezolanos que llegan a Cúcuta con la esperanza de una nueva vida.

Foto Casa de la Divina Providencia, La Parada, Cúcuta.
Cúcuta | Prensa Guillermo Romero | Migración | 
“Llegan de todas partes de Venezuela, vienen con sus hijos recién nacidos, tristes, desolados, con los pies rajados por las caminatas, con los ojos hundidos y con los corazones destrozados”, cuenta la hermana que colabora con la Diócesis de Cúcuta, que encabezada por monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid, contribuye con ayudas para los inmigrantes.

La Diócesis de Cúcuta, al ver esta tragedia diaria, montó la casa de paso “Divina Misericordia”. El padre José David Caña es el encargado de buscar tanto en la ciudad como en otras regiones todo tipo de ayuda: medicinas, ropa en buen estado, alimentos perecederos y enlatados, frutas y productos de aseo, entre otros y reparte cada día 2 mil platos de comida para niños, mujeres y adultos mayores.

Migración Colombia asegura que 819.034 venezolanos se encuentran en Colombia, de los cuales 376.572 tienen condición de regulares y 442.462 son irregulares. 

 

El padre José David Caña es el encargado de buscar tanto en la ciudad como en otras regiones todo tipo de ayudas.

Con motivo del cierre de la frontera por las elecciones en Colombia, el número de visitantes aumenta considerablemente. “Muchos vienen a comprar víveres y otros van de paso para diferentes ciudades y municipios del país y otros van para el sur de continente. Cada persona vienen con su angustia, con su drama, dejan a sus familiares e incluso a sus hijos al cuidado de amigos”, relata la hermana Rosalba.

Cúcuta es el paso y ya llegaron a todos los municipios de Colombia y otros siguen hacia el sur del continente. Más de 286 mil ciudadanos venezolanos han salido del territorio colombiano por el Puente Internacional de Rumichaca, en la frontera ecuatoriana, durante los primeros cinco meses de este año, según datos de Migración Colombia.

Con informaciones de Encuesta de Condiciones de Vida de Venezuela –Encovi–, Venezuela pasa por el momento más crítico de últimas dos décadas.

“Es un país sin futuro”, dicen muchos de ellos en sus diálogos.

Cara de preocupación de una inmigrante venezolana. Foto Fundación Casa de la Misericordia.

Según la firma encuestadora Consultores 21, en un trabajo realizado en abril del 2018, el 40% de los venezolanos quiere irse del país. El 50% de quienes se pretenden ir de Venezuela se sitúan entre los 25 y 44 años de edad. Un 51 de los jóvenes entre 18 y 24 años elegiría por irse del país si tuviera la posibilidad. El 55% de ellos pertenecen a la clase media o media alta. De ellos, el 44% se ha sentido más enojado durante el último trimestre. La mayoría de los venezolanos (49%) que desea emigrar se concentra en el centro del país, 30% en la región capital y 36% en Zulia y Occidente. La expectativa es instalarse en alguna nación de Suramérica, 15% iría a los Estados Unidos y apenas un 6% a Europa. Colombia, Argentina y España, encabezan las preferencias.

Es la diáspora venezolana.

La crisis empieza por la escasez  de alimentos: leche en polvo, pollo, carne de res, hígado de res, atún enlatado, margarina, avena, azúcar, aceite de maíz, arvejas, lentejas, arroz, harina de trigo, pastas alimenticias, salsa de tomate, harina de maíz, café, mayonesa, pan y queso amarillo, no se consiguen en Venezuela.

Productos de higiene personal, medicamentos, antialérgicos, pastillas anticonceptivas e inyectadoras, son difíciles de conseguir informó Cendas.

En seis meses, La casa de Paso Divina Providencia, La Parada en Cúcuta da un aliento a los venezolanos.

  Foto Casa de la Divina Providencia, La Parada, Cúcuta.

Además del hambre, la tristeza de abandonar sus casas, se suma la inseguridad y las estafas que les hacen delincuentes comunes. “Les roban sus pertenencias, se aprovechan sexualmente de muchas mujeres, les cobran demás por los transportes y en el mercado cambiario les dan menos dinero del debido”, agrega la hermana.

“Quiero lanzar una palabra de afecto a todos los que ayudan a los hermanos de Venezuela que vienen a buscar el pan necesario a Cúcuta. Debemos querer, amar a estos hermanos necesitados; ellos son Cristo que sufre. Que está probado en este momento de la vida y de la historia”, comentó monseñor Ochoa.

Mientras se ayuda espiritualmente y con un plato de comida, el gobierno local trata de organizar la ciudad porque parques, avenidas, edificaciones, locales, centros comerciales, canchas de fútbol, salones comunales, colegios y templos se han convertido es un solaz migratorio. “Les podemos ayudar, pero no se pueden quedar acá, no hay más cupo”, ha dicho.

Por ahora el gobierno venezolano descansa con la migración porque tiene un alivio para un millón de personas que pueden vivir en Colombia, encontrar comida y algún trabajo. Para Maduro, también es una bendición y ojalá en unos meses salieran unos 3 millones de venezolanos más.

 
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