El vicecontrolador aéreo
Los problemas en la entidad vienen por parte del contralor destituido y del ahora próximo contralor encargado.
Me explico. Gracias a una entrevista conseguida por el equipo investigativo de esta columna con el exdirector de despacho de la Contraloría, Ricardo Zuluaga Gil, podemos ver que los problemas en esa entidad vienen por parte del contralor destituido y del ahora próximo contralor encargado.
Ricardo Zuluaga, que no lo podemos confundir con Carlos Mario Zuluaga, renunció el pasado 20 de abril a la entidad de la que después fue despedido. Para evitar la confusión de los Zuluagas, los llamaremos por su cargo y su nombre completo con todo y apellido.
Ricardo Zuluaga ocupaba el tercer cargo más importante de la Contraloría, después del vicecontralor Carlos Mario Zuluaga, próximamente contralor encargado, hasta que el Congreso nombre a alguien en propiedad. El papel de Ricardo Zuluaga fue tan importante, que logró ser vicecontralor encargado durante 15 días y contralor encargado durante una semana, mientras Rodríguez estaba en incapacidad laboral por tener covid.
Solo siete meses después de llegar al cargo, renunció a la jefatura del despacho por diferencias irreconciliables con el vicecontralor, debido, según él, a la administración oscura de Carlos Mario Zuluaga y “al criterio politiquero con el que se está manejando la Contraloría”. Tras la carta de renuncia que presentó Ricardo Zuluaga el jueves 20, la Contraloría emitió el viernes 21 de abril una resolución en la que lo declaraba insubsistente, es decir, despidiéndolo. Pero es difícil despedir a quien ha renunciado.
En la entrevista de una hora con esta columna, Ricardo Zuluaga contó varias cosas escandalosas. Entre esas, estableció que el contralor saliente era una persona que solo manejaba la institución por WhatsApp, muy ausente de la entidad, y no visitaba las instalaciones. Que no conocía a los funcionarios, tampoco a ninguno de los gerentes departamentales de la Contraloría. Es más, que hacía muchos viajes a las ciudades donde existen gerencias departamentales de la Contraloría, pero que no visitaba las oficinas de la institución ni hacía reuniones de trabajo con los funcionarios.
Cuenta Ricardo Zuluaga que el contralor, en medio de sus afanes de estar viajando, en una ocasión, firmó seis resoluciones muy importantes, una de ellas era la que ordenaba la intervención funcional de la Contraloría de Medellín, sin ni siquiera leerlas. “De tal suerte que Rodríguez estuvo convencido de que le habíamos falsificado la firma. Luego se probó que él las había firmado en su descuido”.
Para profundizar sobre el desconocimiento del contralor saliente, dijo que, en los pasados siete meses en que él estuvo en la Contraloría, Rodríguez jamás llegó a celebrar una reunión con su equipo para establecer lineamientos y directrices de trabajo. “Nunca. Es más, yo que era su jefe de Gabinete, el tercero a bordo en la Contraloría, en siete meses jamás tuve una reunión de trabajo con el contralor. Nunca. Lo que teníamos era reuniones esporádicas en la calle, un poco informales, un poco a la carrera”.
En la entrevista con esta columna, agregó para demostrar los choques que había entre ellos, y la separación de Carlos Hernán Rodríguez con los temas de la institución, que cuando él estaba como contralor encargado, le dieron la orden de declarar insubsistente a varios funcionarios, entre ellos, a la hoy contralora delegada para la participación ciudadana, Alexandra Rodríguez Vela.
“Una de las que yo declaré insubsistente fue Alexandra Rodríguez Vela, que era una funcionaria de nivel medio pero extremadamente cercana a Roy Barreras. Con una cercanía que llega a niveles muy, muy estrechos. A ella hubo que reintegrarla la semana siguiente y no solamente reintegrarla, sino ascenderla a un altísimo cargo. Y hubo que reintegrar a muchos otros porque fue una acción precipitada del contralor general”.
Pero agregó un tema más preocupante. “Yo puedo dar fe de que el contralor no entrevistó a uno solo de los 32 gerentes departamentales. Ni a uno solo. Es más, estoy casi seguro de que no revisó una sola hoja de vida de esos 33 gerentes departamentales”. Todos fueron asignaciones políticas. Eso sí, cuenta que tan solo se encargó del contralor departamental del Valle, de donde es oriundo Carlos Hernán Rodríguez, para poner una corbata importante para él. Cali es Cali, lo demás es loma.
Las consecuencias se dejaron venir. “Entonces eso empezó a generar una especie de zozobra y de desconcierto en la institución, porque todo mundo empezó a navegar a su aire. Eso, por otro lado, le fue abriendo mucho espacio al vicecontralor, que sí es un tipo muy expansivo y muy hábil políticamente (…) pero con una preparación muy mediocre y muy precaria”.
Vamos a Guatepeor
Asegura Ricardo Zuluaga en la entrevista con esta columna que la persona que va a quedar como contralor encargado, Carlos Mario Zuluaga, es un sujeto muy oscuro sin ninguna formación real. No tiene mérito, no tiene una formación relevante. Es licenciado en la Universidad del Atlántico y tiene un título de abogado en una organización muy oscura que de hecho la cerraron porque tenía fama de traficar con títulos: la Fundación Universitaria Ideas. Y es un tipo que se ha formado en las toldas de la politiquería más ramplona de este país».
Pero fuera de eso, la persona que trabajó de la mano con Zuluaga dice que este funcionario, pese a haber pasado por varios cargos en la institución, no conoce a profundidad los temas de la entidad y menos los temas de control fiscal, misión esencial del papel fiscalizador de la Contraloría. El mismo vicecontralor tiene enormes falencias en lo que tiene que ver con el control fiscal. Él de eso no sabe, pero no dicho por mí, dicho por los funcionarios de altísimo nivel dentro de la institución, lo que ha generado grandes traumatismos».
Recordemos que en la columna del domingo pasado denunciamos que cuando Sandra Morelli fue contralora general entre agosto de 2010 y agosto de 2014, Carlos Mario Zuluaga, en cinco meses, de diciembre de 2011 a mayo de 2012, pasó por tres puestos distintos y su sueldo se duplicó. En plata blanca, pasó de ganarse un sueldo de siete millones de pesos a uno de 13.688.069 pesos, gracias a los movimientos que hizo Morelli en su favor.
Ahora Carlos Mario Zuluaga, desde que se convirtió en vicecontralor general en septiembre de 2022, le ha devuelto el favorcito a Morelli con dos contratos para pagarle 20 millones de pesos al mes. El más reciente tiene como objeto “prestar apoyo al vicecontralor” por el valor de 133 millones de pesos en siete meses. ¿Cómo le irá a ir a la doctora Morelli ahora que Carlos Mario Zuluaga quede de contralor encargado? Seguramente muy bien, gracias.
Fuera de eso, Ricardo Zuluaga dice que Carlos Mario Zuluaga es una persona problemática, instigador de historias y de prácticas chismosas. “Por ejemplo, él construyó un relato, en mi caso particular, me llevó una información acerca de un funcionario que luego resultó ser falsa, con lo cual me indispuso mucho con ese funcionario de mi despacho, que es un hijo de un expresidente de la Corte Suprema de Justicia, para más señas. Y luego el muchacho, me demostró que eso era completamente falso. Pero yo creo que el vicecontralor juega con eso”.
Como también juega con quién recibe dádivas, como montar en el avión de la Contraloría a los muchos viajes de trabajo en donde no se termina trabajando. “El vicecontralor armó un grupito allí de amigos, con los que arma estos viajes del contralor y son los que se suben al avión. Uno sabe si está en gracia o desgracia en la Contraloría si se sube, o no se sube al avión. Entonces este grupito, es el que va con el contralor sistemáticamente a todas las visitas”. Vicecontrolador aéreo.
Y como dijimos antes, lo escandaloso no solo es quién se sube en el avión sino lo que no hacen en los viajes. Ricardo Zuluaga cuenta en entrevista con esta columna que poco se trabaja. “Recuerdo una ocasión que se quedaron los empleados de la Contraloría General en la sede de Riohacha, esperando con la tabla de quesos, un vino, porque estaban muy expectantes por la visita del contralor. Yo les dije, contralor, pase siquiera cinco minutos. Yo estaba con él, y él dijo, no, no, no tengo tiempo para esas cosas”.
Todos estos hechos muestran que la Contraloría General de la República está en manos de personas que están acabando con la institución y no cumpliendo su importante función de vigilar la contratación estatal. No solo por la feria de contratos y corbatas politiqueras que existen dentro de la misma institución, sino también por la falta de conocimiento, poca experiencia y nulo interés de las personas que manejan la entidad, de cumplir con su mandato misional.
La única forma en que se podría frenar esta situación es la intervención de la Auditoría General de la República, figura diseñada para vigilar, entre otras, al contralor. Pero el próximo auditor será elegido en octubre por el Consejo de Estado, de una terna presentada por la Corte Suprema de Justicia. Al revisar la puerta giratoria de contratos entre familiares de magistrados, la Contraloría y la Auditoría queda claro que acá nadie está vigilando nada, excepto los posibles recursos que pueda sacar de esto. En especial del actual vicecontrolador aéreo que quedará como encargado.