Cuándo la esperanza se convierte en desesperanza

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Por Alberto Conde Vera

Chía | EPDC, por Alberto Conde Vera | Opinión
| Muchas personas votaron por el alcalde Leonardo Donoso porque en realidad buscaban una forma de gobierno diferente.

Todos tenían la esperanza de ver actos inmediatos con miras a resolver los múltiples problemas del municipio, por lo menos la formulación de planes que señalaran un camino cierto hacia su solución, empezando por un modelo de desarrollo que de verdad ‘marcara la diferencia’ y que se empezara a implementar.

Sin embargo, el primer año de gobierno ha transcurrido y nada realmente significativo ha pasado: ni el POT, ni el Plan de Desarrollo marcan una verdadera diferencia.

¿Qué ha caracterizado el uso del suelo en el municipio en los últimos 25 años? La destinación de extensiones de suelo, cada vez mayores, a la urbanización. Además, un desarrollo económico basado fundamentalmente en la construcción, que adquiere ritmos esquizofrénicos, sin la correspondiente planeación vial ni la debida proyección y ejecución de obras de servicios públicos domiciliarios.

Así que en esto no se ha marcado ninguna diferencia; al contrario, se ha seguido la tendencia dominante en estos años. Todo lo anterior con un agravante,  sectores donde el suelo se ha convertido en zonas urbanas de hecho, se clasifican como de ‘expansión urbana’ y al revés; zonas con vocación agrícola se las vuelve de expansión urbana. Situación que puede prestarse para actuaciones indebidas de parte de la Administración municipal y del Concejo, como ha ocurrido en otras ocasiones por modificaciones al POT, sino ¿cómo se construyeron condominios en las veredas, la Universidad de la Sabana y el Centro Comercial Sabana Norte?

El campo, al igual que en el resto del país ha sido abandonado bajo la excusa de que nadie quiere cultivar y todo el mundo quiere vender.

En mi opinión, este descuido ha sido una corriente nacional altamente perjudicial que ha significado el incremento de la dependencia económica del país y que no tenía por qué imponerse en nuestro municipio.

Así, por ejemplo, hoy pagamos el pan hecho con trigo importado, con el dólar por encima de los $3.000, a precios altísimos, cuando Chía era productora de este cereal. Claro, para los importadores este es el gran negocio, pero para el ciudadano del común significa la desvalorización de su salario.
¿Hay planes para favorecer el resurgimiento de la agricultura en el municipio y para

integrar a los cultivadores de la región? ¿Existen planes para financiar la actividad agrícola y para facilitar la comercialización de los productos agrícolas? Evidentemente no. En este, como en otros campos, los gobernantes -naturalmente nuestros alcaldes también- toman la opción más fácil: importar, sin pensar en el futuro.

La falta de vías para agilizar la movilidad vehicular pronto pondrá en crisis al otro sector que ha mostrado crecimiento: el comercio. La congestión vial pronto también llevará a los urbanizadores a ver considerablemente disminuido el ritmo de ventas; pero nuestro alcaldes -y Donoso no ha sido la excepción- no quieren entender que el problema de la interconexión municipal es regional y no local, y que por consiguiente debe impulsarse la creación de un organismo de planeación, incluyendo a Bogotá, lógicamente,  que se encargue de este problema y de los servicios públicos domiciliarios que, si miramos con detenimiento, están en manos de compañías privadas.

¿Qué impide que este organismo regional se cree? El miedo de los politiqueros a perder su posibilidad de seguir negociando para incrementar sus patrimonios y el de los constructores para poder seguir determinando las políticas de desarrollo urbano, en cabeza de alcaldes venales.

¿Estamos pidiendo cosas insensatas o imposibles? Personalmente pienso que no. Sin embargo, su realización requiere alcaldes con una visión regional y nacional que realmente marquen la diferencia. Alcaldes líderes; es decir capaces de movilizar la comunidad en pos de objetivos renovadores, con autoridad para poner orden; capaces de convocar a los representantes de la Cámara y a los senadores de la región y del departamento para que concreten la idea de la planeación en un proyecto de ley.

Además, es necesario que el Alcalde Donoso acepte la responsabilidad de hacer un plan vial local -interno- para el municipio, que impida el desordenado crecimiento urbano y el caos en la circulación vial.

Una pregunta más, ¿quién pone orden en la circulación de vehículos en Chía? En las calles de doble vía no debería permitirse el parqueo y por los barrios, que son zonas residenciales, no deberían circular las flotas, salvo por las rutas establecidas para tal fin, pues la irresponsabilidad de algunos de sus conductores pone en peligro la vida de los residentes. Puesto que el estado de las vías se relaciona directamente con la movilidad vehicular, creo que en lugar de parcheos baratos y de corta duración, sería conveniente contratar la repavimentación de las principales calles y carreras del municipio.

En resumen, solamente pedimos que esta administración realmente marque la diferencia asumiendo, además de las sugerencias expuestas, la tarea de poner orden, dando al desarrollo urbanístico un sentido estético, regulado y cómodo para la ciudadanía, así como mejorando las condiciones de vida de todos los pobladores de este muy querido municipio, por ejemplo construyendo más parques y escenarios para la recreación y el arte en todas sus expresiones.

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