Editorial: La cultura de las luces y los voladores

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Este editorial fue publicado en la edición impresa número 89, de los meses de diciembre 2015 – enero 2016. ¿Qué pasa realmente en Chía con el movimiento artístico y cultural que no se conoce adecuadamente?

Chía| Redacción EPDC| Editorial|
¿Qué pasa realmente en Chía con el movimiento artístico y cultural que no se conoce adecuadamente?, no se aprecia como debe ser, no se promueve como es debido, existe pero pocos saben dónde están y dónde se pueden conocer los artistas de cualquier disciplina en la ciudad, no hay dónde ir a verlos, no hay espacios dónde los exponentes de las bellas artes se reúnan, expresen y muestren con belleza y dignidad.

Cuando hablamos de las bellas artes hablamos de: música, danza, canto, teatro, pintura, escultura, declamación, fotografía, cine y hasta arquitectura. Pero para los gestores de estas artes en Chía, no hay lugar.

Deben presentarse en las calles, parques o restaurantes, patios de colegio o potreros, bajo cualquier tipo de condiciones, sin camerinos decentes donde cambiarse, sin un lugar adecuado donde dejar su instrumento y sin un espacio profesional con buena iluminación donde puedan mostrar sus obras.

La casa de la cultura de Chía es un espacio minúsculo y reducido para las necesidades artísticas de la ciudad, sus salones son cubículos sin la iluminación, altura, acústica o la tramoya necesaria para una presentación artística.

Lo curioso es que en Chía existe desde hace más de 25 años festivales de música, danza, teatro y la semana cultural de la Luna. Lo que significa que el asunto ha pasado por las manos de por lo menos seis alcaldes, desde la primera administración de Luis Olivo Galvis, seguida con Marcos Parra, Olivo Galvis, Fernando Sánchez, Gaitán y Varela; los miembros del “Club del Clan”, los mismos que han reducido a Chía, con su escasa preparación y su falta de mundo, a su más mínima expresión. Basta ver la corta y miope proyección que le han dado a la cultura.

La biblioteca, para no ir más lejos es otro lugar lleno de cubículos sin espacios abiertos y multifuncionales, con un nombre inventado por una esotérica doctora en nada, que ha asaltado la verdad y la memoria de la lingüísticas Muisca y la cultura precolombina; con el beneplácito de Diego Romero y Patricia Triviño, encargados de la política cultural de la ciudad.

El auditorio, después de 10 años aun sin terminar, tendrá cuando lo terminen, un aforo para 500 personas. Un verdadero chiste, frente a lo que necesita la ciudad. Y hace 6 años Gaitán invirtió millonarios recursos en un escenario para “las artes”, ubicado frente a Jumbo, (por su puesto aun sin terminar), y así lo terminen nunca pasará de ser un patio cubierto al lado de una cloaca, porque no tiene altura, camerinos, ni paredes, ni acústica, ni iluminación, es más, ni siquiera fue diseñado para propósitos especiales como los que requiere un espacio cultural.

Pero uno de los casos más patéticos -para decirlo menos-, de la crisis cultural del municipio es la que acaban de vivir los pintores, escultores, fotógrafos y todos los convocados profesionales, estudiante, tecnólogos y no titulados, que quisieron participar del Salón de Artistas Chía 2015.

De acuerdo con esta convocatoria de amplio espectro, los participantes tenían desde el 25 de agosto al 6 de noviembre para inscribirse y presentar la documentación respectiva en la casa de la cultura, con las fotos y el material audiovisual se preseleccionaron los participantes quienes debían entregar sus obras el 9 de noviembre. La exposición se llevó a cabo, junto con la premiación, el 12 de noviembre en el salón de exposiciones del Congreso de la República. Nadie de Chía los vio, porque además de ser un sitio lejano de la ciudad, nadie puede entrar al Congreso de la República sin estar previamente autorizado con nombre y número de cédula, así que el sentido del salón que es dar a conocer a los talentos locales dentro de sus comunidades no se cumplió.

De otra parte se escogieron los ganadores y se entregaron los tres premios, productos de unos convenios ya establecidos por la administración, correspondientes a una exposición para cada uno de los ganadores.

Lo reprochable de este asunto es que teniendo en cuenta los honorarios de los jurados, el alquiler de buses para trasladar las obra y los asistentes desde Chía, el Salón de artistas 2015 no le costó a la administración más de cinco millones de pesos, mientras que el alcalde no ha tenido ningún reparo en gastarse $1.995 millones de pesos, para alquilar durante un mes, las luces de navidad de la ciudad que tanto prestigio le darán y seguramente para comprar uno que otro volador de esos que tanto le gustan.

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