Editorial: La tras escena

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La incondicional amistad de hace una década, entre el alcalde Leonardo Donoso y el exalcalde Fernando Sánchez se convirtió en una leyenda en Chía que se desvaneció con los años, cuando se transformó en una declarada enemistad entre viejos amigos, todo porque los dos pusieron sus ojos en la misma seductora y traicionera política.

Durante la pasada campaña electoral el duelo por la alcaldía fue al mejor estilo de titanes contemporáneos, o sea que no fue a muerte, ni por honor y mucho menos por una ideología, la confrontación se centró en el, “quien da más” y a esa apuesta se sometieron los dos por igual. Así fue como por mucho, Donoso se llevó el ansiado triunfo y se quedó con la joya de la corona, la prolífica y nunca bien valorada alcaldía de Chía.

Sánchez perdió pero no cayó y en su innegable astucia que no es lo mismo que inteligencia, se hizo a la mayoría en el Concejo Municipal, ganándole por mucho esta partida a Donoso. Porque en el Concejo, Sánchez ordena y determina al mejor estilo de “Charly”, el de la película “Los Ángeles de Charly”, ya que al igual que es personaje, nunca está en la escena de los acontecimientos, pero mueve todos los hilos de la trama.

Pese a que se ha tratado de disimular, es evidente para todos en el Concejo que la mayoría está integrada por ocho concejales de Fernando, conocidos como los (B8), el bloque de los ocho, que no votan nada sin el visto bueno de Fernando Sánchez, quien decide en cuerpo ajeno y ordena a través de internet, chat, celular o whatsapp, qué y cómo se debe votar en cada debate.

Lo que significa que la confrontación apenas comienza y que en ésta, que va hacer una larga y titánica lucha de poderes, intereses, dinero y orgullos, los que van a salir crucificados son los chías, ese noble, aguantador y temeroso pueblo, que se expresa con el silencio, el conformismo la aceptación y la resignación.

En este orden de ideas hay que preguntarse ¿en qué lugar van quedar la ciudadanía y el municipio? Y ¿qué papel jugaran cuando se entre a debatir el POT que hoy tiene Chía para estudio y aprobación del Consejo Territorial de Planeación (CTP) y el Concejo municipal? Un POT del cual no se sabe nada, porque se cambió casi en su totalidad en diciembre y la exigente CAR estudió y concertó en una semana, bajo especiales procedimientos que aún no son claros y que la CAR tampoco quiere dar a conocer.

¿Qué pasará cuando el debate sobre el POT, el mismo que determina el uso del suelo y las zonas urbanizables del municipio, llegue a la cresta del debate liderado por el bloque de los ocho, que tienen la mayoría en la comisión Permanente del Plan de Desarrollo y Ordenamiento Territorial y el presidente de la misma, el concejal Yhon Meyer Díaz, importante urbanizador en Chía, se enfrente con sus intereses particulares y los que trae por orden de Fernando Sánchez a los intereses del bloque de los siete, que están en coalición con el alcalde Donoso, quien también es un reconocido urbanizador?

¿Qué experiencia positiva le puede traer a los chías esta confrontación tan desigual, cuando nada de lo que se decida va hacer a favor de quienes viven en la ciudad, sino a favor de quienes la van a urbanizar?

¿Van aparecer los líderes ciudadanos o va actuar la comunidad unida defendiendo sus derechos y exigiendo que por “bueno” que sea el POT, éste debe ser socializado primero? ¿Le va a pedir la ciudadanía a los constructores involucrados en las decisiones del POT que se declaren impedidos a participar en los debates por conflicto de intereses?

Si en torno a estas interrogantes no actúan rápido los líderes y las comunidades, solo le queda a la población jugar el papel de siempre, alquilar balcón para regocijarse en la pelea, tener de que hablar en las tardes de café y seguir aguantando el cada vez más menoscabado futuro que le espera.

 

 

 

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