Un Censo desafortunado

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 Jaime Alberto Rendón Acevedo, docente de la Universidad de La Salle, expone sus puntos de vista frente al Censo Nacional

Nación | Por Jaime Alberto Rendón | Opinión |
No ha podido ser más desafortunado el momento para la realización del Censo Nacional de Población y Vivienda. Llega en medio de un período de elecciones, con una gran polarización y por si fuera poco, acompañado de una falta de dimensión del Censo en sí mismo, que no corresponde con la experiencia que tiene el país para hacer un Censo exitoso.

Se han dado algunos debates sobre el Censo, en especial frente a su contratación y seguridad. En ese tema, las normas del país obligan a las entidades a proteger los datos de quienes se censan, por esto, los temas de falta de seguridad, aunque siempre son posibles, se han constituido en una disculpa para hacer oposición política en medio de una álgida campaña de congreso y especialmente la presidencial. Frente a la contratación sí que hay bemoles, no solo por la forma como se realizó con el Fonade, sino por los tiempos en los que el Censo se realiza, al final del Gobierno, en plenas campañas electorales y con el afán de dejarlo antes de terminar el actual mandato presidencial.

Un Censo bastante corto de 57 preguntas, que toma 20 minutos para diligenciarse es también una pérdida de oportunidad, es insuficiente frente al conocimiento que se pudiera tener de la realidad demográfica del país: todo este despliegue logístico, de recursos, habría sido la coyuntura perfecta para saber más, para profundizar sobre las condiciones de vida, la composición de las familias, la movilidad de las mismas y en especial sobre su goce efectivo o no de sus derechos consagrados por la Constitución.

Hay que tener presente que hace más de una década que el país no actualizaba su Censo de población y de vivienda. Esta es sin duda alguna una información muy importante, no sólo para realizar análisis sobre el número de habitantes y sus condiciones de vida, sino que es un instrumento esencial a la hora de implementar políticas públicas, de tal forma que puedan llegar a quienes verdaderamente las requieren.

Este Censo llega después de una larga cadena de desplazamientos poblacionales por causa del conflicto o por la propia movilidad buscando mejores alternativas y oportunidades de vida. En teoría, permitirá a alcaldes y demás gobernantes saber las condiciones de su población para  una adecuada gestión y distribución de los recursos provenientes del sistema general de participación o de las propias regalías, es decir, el Censo es una herramienta para canalizar las políticas de protección social, de educación y de servicios públicos domiciliarios, entre otras.

Por lo anterior, debería ser más detallado. Pero, parece que gano el afán, y nos vamos a conformar con unas cifras básicas, importantes eso sí, pero exiguas ante la falta de datos que tenemos para conocer nuestra situación económica, política, social, cultural y ecológica en nuestros territorios y sus gentes. Como siempre nos queda a medias, es poquito para lo que requerimos, y así el país debe de conformarse con ello.

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