Nicaragua en llamas

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En Nicaragua a los presidentes les fascina quedarse en el poder. Les gusta el tema de los golpes de Estado y de urdir artimañas para perpetuarse en la Casa Naranja, como se le denomina al sitio desde donde gobiernan los mandatarios de ese país centroamericano.

Pueblo nicaraguense 

| Por Guillermo Romero | Nicaragua |
Se recuerda a Emiliano Chamorro Vargas quien gobernó entre 1917 y 1920, después, en 1926 le dio golpe de Estado a Carlos José Solórzano.

Otro personaje famoso en Nicaragua fue Anastasio Somoza Debayle, dictador, militar, empresario y fue el último de la dinastía Somoza: su padre y su abuelo, también gobernaron al país de un poco más de 130 mil kilómetros cuadrados y que vive del cultivo del café, algodón, plátano, cacao y caña de azúcar.

El héroe nacional de Nicaragua fue Augusto Sandino, quien lideró la resistencia contra la ocupación de los norteamericanos en la década de los treinta, cuando la United Fruit Company quería instalar en esa región una república bananera. Sandino, mediante guerra de guerrillas, derrotó a los americanos y creó, además, la Guardia Nacional.

Cuando Anastasio Somoza llegó a poder y se proclamó dictador, los ideales y enseñanzas se Sandino se tomaron como bandera por partes de grupos marxistas leninistas y crearon el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Lo derrocaron el 19 de julio de 1979 e hicieron que huyera. El 17 de septiembre de 1980 un comando guerrillero –compuesto por cuatro hombres y tres mujeres– lo encontró en Asunción, República de Paraguay y lo asesinó con un disparo de un misil y luego fue rematado a punta de fusil.

Daniel Ortega Saavedra, Presidente de Nicaragua

Muerto Somoza, José Daniel Ortega Saavedra asumió como presidente de Nicaragua entre 1979 y 1990, retomó la presidencia en el 2006, fue reelegido en el 2011 y en el 2016 volvió a salir vencedor, a pesar de las acusaciones sobre robo de las elecciones.

Su esposa, Rosario Murillo Zambrana es desde el 10 de enero de 2017 la vicepresidenta de Nicaragua.

Ortega ha sido acusado de múltiples situaciones de violencia en Nicaragua, incluso en noviembre del 2017 fue denunciado de secuestro y de abuso a una menor.

En abril de este año, después de lanzar una propuesta sobre el tema de salud de los trabajadores, comenzaron las protestas en el país, lo que ha ocasionado más de 300 muertos, entre ellos varios periodistas y jóvenes universitarios.

Primero buscó la mediación de los empresarios, luego del propio movimiento sandinista y después de la iglesia católica, que le planteó, ante la gravedad de los hechos presentados, que buscara la forma de organizar nuevas elecciones o dejara el poder, situación que le sacó de casillas y armó un grupo paramilitar con el cual ha contrarrestado las manifestaciones, persiguiendo a sus opositores en las calles y en las universidades y hasta atacar los templos de la Iglesia católica.

Son medidas represivas que ya llegaron a la OEA y a otros organismos internacionales, pero que al igual que su colega Nicolás Maduro de Venezuela, sólo le han servido para acrecentar los ataques contra la población indefensa.

The New York Times escribió este 19 de julio: “En los últimos días, el país ha vivido un baño de sangre organizado por el gobierno. Los nicaragüenses se han familiarizado con las imágenes de cuerpos sin vida y con agujeros de bala de manifestantes, con denuncias de capturas y desapariciones, mensajes de auxilio y alertas por la llegada de alguna caravana de la muerte, , como llaman a las camionetas repletas de paramilitares. La crisis política y las aproximadamente 300 personas asesinadas hasta ahora han reconfigurado el mapa político de Nicaragua”.

Con motivo del aniversario del derrocamiento de Somoza, Ortega salió con un ataque frontal contra sus opositores y en especial contra los obispos y sacerdotes de Nicaragua, sus seguidores han profanados los templos y han desbaratado, incluso, sagrarios. Niños, mujeres embarazadas y ancianos han sido golpeados en sus ataques.

Mientras recibe los aplausos por parte de Cuba, Bolivia, Venezuela y algunos sectores de Brasil, la OEA le exige elecciones anticipadas, los Estados Unidos comienzan a tomar medidas económicas, José Miguel Vivanco, director de Human Rights Watch, dice que “Nicaragua hoy no es una democracia, es una tiranía”. A sangre y fuego Ortega se toma los puntos de resistencia que han montado con ladrillos y piedras los jóvenes universitarios.

Nicaragua arde nuevamente. Diferentes sectores políticos del continente se unieron a las expresiones de Pepe Mujica, expresidente de Uruguay: “Entiendo que quienes ayer fueron revolucionarios, perdieron el sentido de que en la vida hay momentos en los que hay que decir, me voy”.

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