Entre actitudes y conductas

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En época electoral más de la mitad de la población padece conductas anómalas que hay que comenzar a identificar, entender y cambiar, antes de que dichas actitudes nos destrocen como ciudadanos.

La abstención
Editorial |

Una de ellas es la apatía, conducta que se define como una pérdida o disminución de la motivación en, al menos, dos de estos tres aspectos: conductas dirigidas a objetivos, actividad cognitiva o expresión emocional, siendo suficiente como para causar una alteración significativa en la vida cotidiana.

Las personas con Alzheimer (o con demencia por otras causas) pueden presentar cualquiera de estas tres formas de apatía.

Ante esta explicación es claro para todos que el 50 % de los colombianos no sufren de alzheimer. Pero el 50 % o algo más de la población, si padece de algún tipo de demencia, o sea que más de la mitad de los colombianos están locos. No de remate para hacer locuras productivas y creativas, sino enfermos de verdad. Hasta el punto que no piensa bien, no coordina bien y no actúa bien, en lo social. 

De ahí que haya un gran segmento de la población que prefiera salir a la calle a hacerse matar o, a destruir la ciudad por un ideal, en lugar de imponer su decisión de vida política y de comunidad a través de la oportunidad que brinda el voto.

Otra actitud que nos caracteriza, es la indiferencia. Desde un punto de vista psicológico, una persona puede ser indiferente ante otras o ante lo que ocurre en su entorno porque no ha desarrollado un sentimiento de empatía que le permita conectar con las necesidades de los demás. Por ejemplo, cuando no se muestra empatía por la situación o problema de alguien cercano.

O sea que la mayoría de los colombianos están más conectados con los protagonistas de la telenovela de temporada que con su propio bienestar, el de sus familias y sus comunidades. Lo que confirma que estamos locos y más grave de lo que pensamos.

De otra parte, dicen los especialistas que en términos de convivencia ciudadana la indiferencia suele ser condenada y rechazada, porque su práctica va en contra de los valores de respeto, solidaridad y empatía necesarios para la vida en sociedad.

Por lo anterior no podemos menos que concluir que más de la mitad de los colombianos desarrollan una conducta antisocial, carente de todo interés y sin darse cuenta que todo lo que afecta a uno tarde o temprano, repercutirá. en todos.

Otra negativa conducta es la pereza, también denominada negligencia, flojedad o descuido de los deberes u obligaciones en que deberíamos ocuparnos. Es una falta para actuar, trabajar o atender las tareas que nos competen. Es una carecía de voluntad para dedicarse a sus obligaciones.

El diccionario electoral se refiere al abstencionismo como, la no participación en el acto de votar de quienes tienen derecho a ello […] es un indicador de la participación. Participación que demuestra el bajo interés de los colombianos en mejorar sus condiciones de vida.

Lo contradictorio de estas conductas es que no hay un solo día en que esos colombianos, ya sean apáticos, indiferentes o perezosos, no se rasguen las vestiduras, maldigan y le lancen improperios a esos políticos, que nunca eligieron, y que tampoco evitaron que fueran elegidos por unos cuántos votos. 

Todo porque mayoría de colombianos tenemos un problema de pensamiento y no sabemos no sabemos pensar ni actuar en colectivo, lo que tampoco significa homogenizarnos, ya que cada uno, con su voto, aporta dese su orilla para beneficio de todos.

La verdad es que si todos lo que tienen que votar votaran, se acabaría la corrupción electora, los dignatarios elegidos tendrían que ser mas cuidadosos y responsables en su papel de mandaderos del mandato popular y Colombia tendría una democracia más solida, plural y eficiente.

Mucho menos una protesta y, sin lugar a dudas es la mayor torpeza en la que cae la gran mayoría. A los abstencionistas no les gusta o no saben de política, ni tampoco quieren saber. Así se justifican para hacer parte de ese gran segmento poblacional pasivo, dañino, acomodado e inseguro, que al negarse a votar tanto nos afecta a todos, mientras socavan sin conciencia ni pudor la democracia.

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