La reforma a la salud una necesidad de todos

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La salud debe ser el valor más importante de un pueblo y de una nación; porque mientras tengamos salud todo se puede hacer.

Por Alberto Conde Vera | Columnista |
Mucho se habla del cambio, y me atrevería a decir que, de manera equivocada en la mayoría de los casos, pues se supone, desde un punto de vista, que quien se propone cambiar no tiene derecho a equivocarse, y desde otro, que el cambio supone barrer con todo lo viejo. Hacer, como se dice popularmente, borrón y cuenta nueva.

En realidad, no se trata ni de lo uno ni de lo otro. La cuestión es que los cambios sociales son siempre procesales. Y los procesos son lentos; tanto como la población de cada país los desee y tenga la disposición para impulsarlos.

Una y mil veces la historia ha demostrado que estos cabios no pueden darse en función del capricho o la voluntad de cualquier jefe de Estado o líder de la oposición, sino en función de las condiciones reales de existencia de los individuos que conforman una sociedad determinada y en relación con las condiciones internacionales.

Ahora, ¿de qué hablamos cuando nos referimos a las “condiciones reales de existencia”? Dar respuesta a este interrogante es todo un problema, porque, como reza el refrán popular, “cada quien habla de la fiesta según como le vaya en ella”.

O como decía Silo, el fundador del nuevo humanismo: cada quien tiene un punto de vista derivado de las condiciones en las que nació, las enseñanzas que le han dejado sus experiencias, el conocimiento que ha adquirido, los saberes que ha desarrollado, las relaciones que ha podido establecer, los objetivos que se ha propuesto alcanzar y las condiciones con las que se encuentra en el transcurso de su vida. Desde allí se hará una imagen del mundo en el cual vive y su percepción de la realidad estará influida por todos estos factores.

Así que hablar de la realidad objetiva, no tiene sentido. No porque no exista sino porque cada uno de nosotros se expresa desde la percepción que tiene de ella. Y este es el punto central para entender las posiciones políticas. Cuando se quiere transitar por nuevos caminos a veces hay que arriesgar, tantear y, en muchas ocasiones retroceder. Lo nuevo no está hecho, hay que inventarlo.

Los que han desconocido esas condiciones que influyeron en ellos han tenido que modificar el rumbo y replantear los cambios. Pero, a la vez, el cambio es exigido por las condiciones sociales. El punto es entonces, cómo interpretamos esas condiciones sociales e internacionales concretas, específicas.

Es evidente que las lecturas de eso que llamamos “las condiciones reales” son diversas y que no se puede ir más allá de lo que las fuerzas que contienden en una sociedad determinada lo permiten, sin caer en la estrategia de la guerra como medio para resolver las contradicciones propias del momento y las relaciones de poder establecidas.

Pero la guerra es un medio de imposición que conduce al establecimiento de relaciones de dominación, no importa si se trata de procesos de cambio en sociedades ya establecidas y soberanas, o de procesos de liberación de pueblos o naciones subyugadas por otros u otras naciones, como los de independencia nacional o los de cambio social. Naturalmente, en el primer caso, como enseña la historia, es muy difícil evitar la guerra como estrategia de liberación.

Nosotros, los colombianos buscamos y deseamos cambios en nuestra estructura social; es decir, en el conjunto de las relaciones de poder establecidas dentro de cada campo específico (la agricultura, la industria, la educación, los vecindarios, la salud, la seguridad social, etc.) y dentro de la interacción entre estos múltiples y distintos campos.

El punto es que la democracia electorera no ha funcionado y que quiérase o no se ha impuesto la ley del más fuerte, expresada en forma de relaciones de dominación y esto es lo que los llamados ciudadanos del común han percibido claramente.

Es claro que la igualdad absoluta no es posible y no es este el objetivo a lograr. Pero la polaridad extrema, entre pobres y ricos, tampoco puede ser un objetivo o como dicen algunos, un resultado natural del desarrollo, entre otras cosas, porque no es cierto que el desarrollo social sea un hecho espontáneo, natural.

Por el contrario, es un hecho histórico comprobable producto de la acción humana de los actores humanos en su interacción. Y si es así, algo puede hacerse para evitar la extrema polarización. Algo puede hacerse para impedir la concentración de la riqueza en un extremo y de la pobreza en otro. Algunos países de Europa lo han logrado y deberíamos estudiar sus experiencias.

Creo que esta es, de cierta manera, la verdadera intención del presidente Petro, pues ha demostrado ser suficientemente inteligente para comprender que la ruina de los industriales, es la ruina del país y por tanto de todos los que en él vivimos.

Desde otro punto de vista, el presidente ha demostrado también que comprende el carácter de la llamada globalización. Reconoce que en el mercado mundial se mueven fuerzas dispares y diferentes y que en esas condiciones el problema es de estrategias adecuadas para lograr lo que se desea, como sucede en toda relación de poder.

Es obvio, por consiguiente, que siempre habrá que tener en cuenta los intereses generales de la nación y que la estrategia no podrá ser aislar el país como hicieron en el pasado otros mandatarios latinoamericanos que disfrazaron sus ambiciones de enriquecimiento personal, cubriéndolas con ropajes ideológicos de derecha o de izquierda.

El problema no son las ideologías estructuradas en discursos centenarios ya decadentes (Liberalismo, Capitalismo, Conservadurismo, Socialismo, Comunismo, etc.), puesto que, el nuevo concepto de poder, planteado por Foucault refiriéndose a este como a un conjunto de relaciones, busca precisamente que se identifique ese conjunto concreto, en cada entorno específico de la interacción humana.

Se trata de analizar la forma específica de los ejercicios de poder tanto en el ámbito nacional como internacional y dentro de estos ámbitos en cada campo de acción. Se trataría más bien de apreciar, en donde, de qué forma, entre quienes y cómo se hacen esos ejercicios. En síntesis, precisar las estrategias en juego, para definir las propias.

De esta manera hablar y hacer democracia no es sola ni principalmente una cuestión de teorías, esto es realmente secundario; esta es la lección que dejó Den Xiao Ping en China. Se trata de cómo resolver los problemas en medio de la diversidad y, por consiguiente, de la contradicción y de las relaciones de poder que se generan. Petro tiene un gabinete diverso, pero bastante similar a lo que es el país.

De pronto hay por ahí, medrando en los alrededores del palacio presidencial, uno que otro fascista que preferiría un coronel de corbata y sastre de gala: ambicioso, impositivo, autoritario e intransigente; como muchos se imaginaron a Petro, aun cuando ya había mostrado su transformación luego de su experiencia en la pasada campaña electoral.

Ahora, la salud debe ser el valor más importante de un pueblo y de una nación; así suele expresarlo la gente cundo dice: mientras tengamos salud todo se puede hacer. De manera que este tema no se puede tratar con ligereza.

Entonces, hablando de sentido práctico, la reforma a la salud hay que verla desde ese punto de vista de las estrategias. Esta importante reforma, creo yo, debe atender cinco demandas fundamentales:

Uno, una adecuada ubicación de las instituciones prestadoras de servicios (IPSs) en relación con los sitios de residencia de los pacientes para evitarle a estos, desplazamientos muy largos y agotadores y para muchos onerosos. Y esto considerando tanto los servicios hospitalarios como los de suministro de medicamentos.

Dos, construcción de nuevos hospitales y centros de atención médica, ya sea por el sector privado o público, o por ambos en alianza, dotados de médicos especialistas y demás personal necesario para el eficiente funcionamiento de los mismos, de manera que se pueda brindar a los pacientes un adecuado grado de comodidad.

Tres, construcción de centros de diagnóstico electromagnético o por imágenes para aumentar la oferta y facilitarle al paciente sus desplazamientos, la pérdida de tiempo y las prolongadas esperas. No importa si la inversión la hace el sector público o privado o una alianza de estos dos sectores.

Cuatro, creación de centros de formación en medicina general y de especialización en las distintas áreas de la medicina. Con la misma cantidad de médicos generales y de especialistas que se tiene actualmente, el sistema no puede funcionar eficientemente.

Quinto, creación de centros de suministro de medicamentos adecuadamente ubicados según la población que sirven y con el surtido suficiente y ajustados a las necesidades de los pacientes.

Sexto un efectivo control de calidad a los medicamentos que se prescriben a los pacientes, a cargo del INVIMA y la incorporación al listado de medicamentos naturistas y homeopáticos, que abaratan costos y han demostrado ser efectivos. Así como de médicos naturistas y homeópatas.

Estas, creo yo, son las demandas fundamentales de quienes, como pacientes, esperamos no tener que agregar, al sobrecogimiento que producen algunas enfermedades, las ineficiencias e insuficiencias del sistema de salud. Por tanto, es a estas necesidades que esperamos que la reforma al sistema de salud, enfoque principalmente sus esfuerzos.

El mejor modelo es el que mayores y mejores facilidades otorgue a la relación paciente-médico para que esta no se base en la dominación, sino en la cooperación, eficiencia y calidad. Igual sucede con los suministradores de medicamentos; hay que aprender a servir y no solamente a obtener cuantiosas ganancias.

Este valor del servicio al paciente es absolutamente necesario para que el sistema funcione eficientemente, pues es una exigencia no solamente para las clínicas y hospitales, sino para todo el personal administrativo, empezando por los diferentes laboratorios que producen los medicamentos y para el Ministerio de la Salud.

Entonces la cuestión es definir cuáles son las condiciones reales de funcionamiento del sistema de salud actual. Cuáles son las estrategias para hacerlo efectivo, en quiénes apoyarse, con qué fuerzas se cuenta, quiénes la enfrentarán liderarán y administrarán y qué fuerza tienen, cómo neutralizar a los contradictores y cómo poner en acción a los posibles aliados, hasta qué punto se puede ceder, entre otros factores claves.

Lo que se discute es nada más y nada menos que las condiciones más favorables para ayudar al bienestar y la paz real del pueblo colombiano. Mientras la gente siga viendo como mueren sus seres queridos por falta de una oportuna y pronta atención médica no podemos aspirar a una “paz total”.

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