Las tragedias naturales

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Serán más en este mundo de guerras y de odios, de avaricia y de abusos con el planeta.

|Por Luis Fernando García Núñez | Columnista | opinión |

Aterradores momentos ha tenido que vivir la humanidad desde hace miles de años. Terremotos inenarrables, maremotos, inundaciones, tormentas y tornados, ciclones, inesperados derrumbes han sumado a las tragedias más pavorosas de que tenga memoria la humanidad.

Este terremoto en la frontera entre Turquía y Siria ha sido devastador. Son miles de muertos, heridos y afectados por un estremecimiento de magnitudes inciertas. Cientos de réplicas y desvío de canales que, incluso, están cambiando las tensas relaciones entre Atenas y Ankara.

Otra vez la naturaleza da una lección, como tantas otras que da, y de las que poco se aprende. Serán más en este mundo de guerras y de odios, de avaricia y de abusos con el planeta.

Se van aliando estos fenómenos con el implacable cambio climático y con las bombas y los cohetes y los misiles para dejar ese rastro de terror que conmueve hoy al mundo.

Pocos días y tantas catástrofes: Los incendios de Chile que han acabado con la flora y la fauna de más de 500 mil hectáreas, las tormentas frías en Estados Unidos, un ciclón devastador en Nueva Zelanda, las inundaciones y los derrumbes en Colombia y otros países latinoamericanos.

Tragedias que suman millones de víctimas, niños, niñas y viejos. Y los muertos en Ucrania y los preparativos de más guerras ideadas desde los salones de mármol y oro de los magníficos palacios y castillos donde unos pocos dirigentes que, es cierto, no tienen afanes por el diario vivir que sí tienen miles de millones de seres humanos que están al vaivén de las disputas entre la OTAN y sus fortuitos enemigos.

Solo en Perú, por citar un ejemplo casero, cuántos muertos en ese genocidio inclemente por el poder, y cuántos afectados por los químicos que iban en un tren descarrilado en EE. UU., cuántos enfermos de cólera, cuántos niños hambrientos en el mundo que ya no claman ni lloran porque agonizan.

Este es el aterrador panorama en febrero de 2023. Seguro será el mismo, o peor, en uno o dos años. El desmedido avance científico, y la ambición de pocos, han tornado este mundo en un infierno sin límites. Ahí están buscando más oro, más plata, más petróleo, más carbón, más plutonio, más uranio, más hierro. ¡Pocos buscan más justicia y más paz!

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