Sobre la naturaleza humana

6102
0
Compartir:

En la vida el estrés es cualquier estímulo que tienda a interrumpir la homeostasis, que en humanos compromete la del entorno económico-político en que nos desenvolvemos.

|Por William Álvarez Gaviria |Médico Otorrinolaringólogo | Opinión |

Dado que no solo “por primera vez en la historia de la ciencia caminamos con nuestro libro de instrucciones a la mano”1, sino que la respuesta de estrés es respuesta de adaptación general, que requiere en ocasiones cambios epigenéticos y hasta de mutaciones irreversibles.

Significa que tanto investigadores como lectores interesados en la Naturaleza Humana y su relación con el estrés, pueden desentrañar dicho tema con solo cruzar la palabra estrés y sus correlatos hormonales, mediante un buscador web (por el que se accede a millones de artículos biomédicos —PubMed por Google, por ejemplo-).

En estos párrafos solo avanzaremos en lo introductorio y modus operandi, sin dejar de tener en cuenta que lo que se trata, es apenas una lógica borrosa en el marco de la distribución de probabilidad de Gauss (que de hecho impregna todo el pensamiento biomédico). Y, consecuentemente, que no siempre los resultados han de proporcionar pruebas ciento por ciento convincentes.

Por tanto, y sobre la base de un cuerpo sustancial de fenotipos anatomo-fisiológicos y conductuales normales y patológicos correlacionados con el estrés, y sus correlatos hormonales y marcadores moleculares ya codificados en nuestro ADN y divulgados ampliamente en Pubmed, resta aquí entonces y como ejemplo introductorio, abordar las dos afecciones que presumiblemente causan la mayor morbimortalidad humana. Así tenemos:

1. Enfermedad cardiovascular. Siendo la causa número uno de defunciones, no extraña que al cruzarla con la palabra clave estrés, más que una disfunción celular, se trata de un daño a sus mitocondrias, cilios y microtúbulos, primeras líneas de defensa y primer blanco de la mayoría de agentes estresantes, incluido contracción-distensión-torsión, oxidación, acidificación, paso del tiempo y hasta estrés psicológico.

Pero además del estrés también se halla la isquemia tisular (falta de irrigación sanguínea en tejidos) como marcador principal, una mayor adhesividad de colesterol (placa ateroesclerótica) en las áreas donde el flujo sanguíneo es más turbulento (bifurcaciones, entrecruzamientos y curvaturas), y donde más comprometidas pueden estar las organelas celulares,  con todo y sus efectos.

Recordemos que tales efectos comprenden desde presión alta hasta “fatiga de material”, debida a la transformación de muchas partes del endotelio (células de la superficie vascular en contacto con el flujo sanguíneo) en un auténtico material inanimado calcio-escleroso (y sal y glucosa dependiente), que a su vez inicia una cascada patológica que finalmente deviene en disfunción sensorial, neurodegeneración, insuficiencia cardiorrespiratoria y muerte.

2. Adicción. Definida también como pseudosuicidio, corresponde a una anómala usurpación de los procesos cerebrales que normalmente sirven para el aprendizaje relacionado con la recompensa. Es decir, se trata de una formación de hábitos inadaptada frente al ocio, las ofertas y el estrés cotidiano, que involucra a los llamados circuitos dopaminérgicos del cerebro (correlacionado con nuestra incrementada respuesta de estrés, comparada con chimpancés, nuestros familiares vivos más cercanos), y que deviene, a su vez y entre otras, en una disminución de la capacidad de filtrar información sensorial irrelevante, al mismo tiempo que privilegiar interpretaciones irracionales.

Y es que los genes que tienen que ver con trastornos relacionados con dependencia y abuso de sustancias o de hábitos, junto con otros relacionados con metabolismo y enfermedades infecciosas (igualmente asociados al estrés), son los ejemplos más representativos en nuestro genoma humano de evolución adaptativa (cuya búsqueda cruzada con la palabra clave adicción reporta más de 80.000 resultados en Pubmed).

De ahí que la conducta ventajosa2 y la preferencia partidista política (antaño era la religiosa) no sean ajenas a esta dopamino-determinación y estén tan ligadas. Resulta que las sociedades humanas dependen específicamente de interacciones socioeconómicas, y estas dependen de la capacidad de saber con cuál tipo de personas o sociedades y cómo se pueden hacer concertaciones o alianzas.

Pero con la agravante que las motivaciones humanas van más allá de la mera satisfacción de las necesidades básicas. A tal punto que el mayor anhelo, (adictivo por supuesto) es el de poder posicionarse en los niveles más altos de la escala social o política (pese incluso, a haber y seguir siendo los humanos uno de los mamíferos más cooperadores entre sí).

El correlato material de ambas conductas subyace en las amígdalas cerebrales, las neuronas espejo y las hormonas de estrés. Estas incluyen a las endorfinas (hormona del placer consumatorio) y la dopamina (hormona de la apetencia, las ansias y la recompensa, y, por tanto, de la adicción propiamente dicha) tan relevantes en la satisfacción que otorga el hecho de salirse siempre con la suya. 

Asunto que para ajustar, está potenciado tanto por nuestros fenotipos hiperextendidos y como tal en función de perpetuar en lo que más se pueda nuestro ADN, como por la aversión a la pérdida (o mayor sensibilidad frente a pérdida vs. ganancia de la misma magnitud) que tanto caracteriza a nuestra especie.

Y que en este caso corresponde, ya sea a permanecer en zona de confort, o a no ser últimos (o parecerlo) en la escala jerárquica tribal; y que, como la misma senectud, conlleva obviamente a efectos moldeados por interacciones igualmente asociadas al estrés.

Por eso, en cuanto a la conducta referente específicamente al partidismo o preferencia política tenemos, además de su relación con mutaciones genéticas en el receptor de dopamina DR4, que lo más álgido o sensible en la diferenciación de liberales (progresistas) con conservadores, gravita principalmente alrededor de la movilidad social (igualdad de oportunidades o igualdad social). Mientras los primeros la defienden con vehemencia, los conservadores la desafían a capa y espada. 

Lo que no extraña, ya que tal movilidad trae aparejada consigo los demás tipos de movilidad o cambio que bastante concierne al individuo y a la sociedad en general. Así tenemos, a favor por parte de liberales y en contra por parte de conservadores: cambio climático, inmigrantes, derecho y anhelo por viajar, cultura, transgenerismo, aborto, alimentos transgénicos… y viceversa: “principios” (familia, patria, Dios), tradición y zona de confort. 

Lo que en síntesis corresponde a un auténtico dilema (fifty-fifty) entre statu quo y statu Mobile, que no es más que un bimodal comportamiento humano reflejo del ancestral dilema del nómada, que heredamos de nuestro larguísimo paso por el Paleolítico (99% de toda nuestra historia). Dicho dilema subyace en lo que fue una omnipresente conducta migratoria, donde periódicamente surgió una tensión entre los que abogaban por permanecer un poco más en el nicho alimenticio del momento (conservadores) y los que aspiraban por el siguiente (liberales o progresistas)3.

De ahí, la gran importancia del moderado y buen estilo de vida (principalmente el movimiento corporal -ejercicio físico y mental-) en la prevención de enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas. Y de la alternancia y paridad derecha-izquierda (statu quo en equilibrio con statu Mobile) tanto en la gestión empresarial como en la política y la participación ciudadana. 

Máxime que la vida de lo que principalmente trata es de homeostasis, donde el estrés es cualquier estímulo que tienda a interrumpirla, y que en humanos compromete más asiduamente a todo nuestro endotelio (7 metros cuadrados de superficie) y, obviamente, al entorno económico-político en que nos desenvolvemos.

Ahora bien, más sobre Naturaleza Humana compete en adelante y mediante esta correlación Estrés/endocrino-evolución humana a aquellos lectores que quizás hayamos podido seducir con esta brevísima introducción.

1 En alusión a F. Collins, director del Proyecto Genoma Humano.

2 Conducta ventajosa llanamente es un comportamiento tramposo, al tiempo que un ejemplo de las acciones explicadas por las ansias o deseos y la búsqueda de oportunidades. Y es que dicha conducta no prosocial es donde principalmente subyace la raíz de la corrupción, la delincuencia y las guerras, unas de las mayores desgracias humanas, y en donde, fuera de correlacionadas con las hormonas de estrés, tienen que ver tanto con la explosión demográfica, las desigualdades sociales y el hedonismo imperante en épocas de excesos, incertidumbre e incultura, como con el sentimiento de ser y pertenencia grupal (parte del dilema del nómada).

3 La denominación de conservador (derecha) y liberal (izquierda) propiamente surgió a partir de la Revolución Francesa (1789); no obstante, hunde sus raíces en la biología, específicamente en el dilemas del nómada, y en la misma física acorde a la ley de acción-reacción.

Compartir:

Deja un comentario