¿Es correcto decir «yo y Santiago» o debemos decir «Santiago y yo»?

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En una enumeración referida a personas, se aconseja situar el pronombre yo al final por razones de cortesía, pero no es lingüísticamente incorrecto que aparezca en primer lugar.

Control Social | Por Luis Fernando García | Pedagogía |
“El burro delante para que no se espante. Con este dicho u otros similares se suele censurar a quien, en una enumeración, se nombra a sí mismo en primer lugar, gesto que ya parecía descortés en tiempos de Gonzalo Correas: «Los arrieros siempre echan los asnos delante» (Vocabulario de refranes y frases proverbiales [España, 1627]). Pero, modestia aparte, ¿es incorrecto, desde el punto de vista lingüístico, decir yo y Santiago en vez de Santiago y yo?

“No, no es incorrecto ni lo ha sido nunca, aunque las normas de urbanidad aconsejen mencionar primero al otro. De hecho, no es nada difícil encontrar, en prestigiosos autores de todas las épocas, ejemplos en los que el pronombre que designa al hablante es el primero de una serie, larga o corta, de elementos coordinados.

“Hay ocasiones, incluso, donde el orden adecuado viene determinado por el contexto y puede ser relevante no citarse en último lugar. Si alguien nos dice Las primeras en llegar a la meta fuimos yo, Eva y Ana, interpretaremos que nuestra interlocutora ha ganado la carrera; si se cita en segundo lugar, lo lógico es pensar que ha llegado en segunda posición. 

Con los pronombres del plural parece que la libertad es mayor: resulta más natural decir nosotros y ellos que a la inversa, en lo que quizá influyan razones rítmicas o prosódicas. Por otra parte, si entre los elementos coordinados aparecen entes no animados, la norma de cortesía se deshace y lo normal es que la persona figure en primer lugar: es mucho más frecuente decir yo y mis libros que mis libros y yo. Y, por último, hay casos donde los elementos de la sucesión parten de un yo que claramente encabeza el grupo: Yo y los que me siguen creemos…

“Por tanto, ni las reglas lingüísticas ni las de urbanidad se conculcan en ejemplos como los siguientes, en los que sería raro que el pronombre de primera persona apareciera en un lugar distinto al que ocupa: «¡Oh, mal haya yo y todo mi linaje» (Lope de Rueda, Comedia llamada Medora [España 1545]); «Yo soy yo y mi circunstancia» (José Ortega y Gasset Meditaciones del Quijote [España 1914]); «Yo y mi sombra, ángulo recto. / Yo y mi sombra, libro abierto» (Manuel Altolaguirre Poesías [España 1923-a. 1959])”.

[Tomado de Boletín de Noticias de la Real Academia Española (https://mailchi.mp/rae/boletin-noticias-rae- febrero-2022?e=93f0e3a621) y del Diccionario Panhispánico de Dudas (https://www.rae.es/dpd]

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Polarización fue la palabra del 2023

Se impuso como ganadora por encima de doce destacadas candidatas, varias de ellas relacionadas con la tecnología y el medio ambiente o las catástrofes naturales.

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“Polarización es la palabra de 2023 elegida por la FundéuRAE, un término seleccionado por su amplia presencia en los medios de comunicación y por la evolución que ha experimentado su significado, y que se ha impuesto a otras once, entre las que figuraban amnistía, guerra y fentanilo.

“Según ha explicado FundéuRAE, fundación promovida por la Real Academia Española y la Agencia EFE, en los últimos años se ha extendido el uso de la voz polarización, que está recogida desde 1884 en el diccionario académico, para aludir a situaciones en las que hay dos opiniones o actividades muy definidas y distanciadas (en referencia a los polos), en ocasiones con las ideas implícitas de crispación y confrontación.

“Es habitual encontrar en los medios ejemplos que aluden a diversas formas de polarización a nivel mundial: la polarización de la sociedad, de la política, de la opinión pública o de las posturas en las redes sociales.

“Tanto el verbo polarizar como su correspondiente sustantivo polarización se utilizan con frecuencia para expresar la idea de división en dos bloques, posiciones u opiniones enfrentadas, señala FundéuRAE.

“Según el Diccionario de la Lengua Española, polarizar es, entre otras cosas, «orientar en dos direcciones contrapuestas», y en el diccionario esencial se ofrece el siguiente ejemplo: «La guerra polarizó la sociedad».

“Además de su interés lingüístico, el otro motivo para la elección de este término ha sido su elevada presencia en los medios de comunicación durante los últimos meses. Aplicada a la política y al ámbito ideológico, al mundo deportivo, al debate en las plataformas digitales y, en general, a cualquier escenario en el que sea habitual el desacuerdo, la voz polarización se ha extendido a lo largo de 2023, explica la Fundación”.

Elegida entre 12 candidatas

“La ganadora de este año ha sido escogida entre doce candidatas, varias de ellas relacionadas con la tecnología y el medio ambiente o las catástrofes naturales: amnistía, ecosilencio, euríbor, FANI, fediverso, fentanilo, guerra, humanitario, macroincendio, seísmo y ultrafalso.

“Esta es la undécima ocasión en la que la Fundación escoge su palabra del año. Las anteriores ganadoras fueron escrache (2013), selfi (2014), refugiado (2015), populismo (2016), aporofobia (2017), microplástico (2018), emojis (2019), confinamiento (2020), vacuna (2021) e inteligencia artificial (2022)”.

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Curiosidades muy básicas

Las palabras comodín se emplean con múltiples sentidos para sustituir a otras, en el mismo contexto.

El Quijote, el libro donde la letra más usada es la e, la número uno del vocabulario español.

highlight] Control Social | Por Luis Fernando García | Pedagogía | [/highlight] «Posiblemente, si nos preguntarán cuál es la letra del abecedario que más utilizamos, nos inclinaríamos, de manera intuitiva, por la a. 

«Los aficionados a los crucigramas y a pasatiempos semejantes, muy acostumbrados a jugar con las palabras, quizá podrían desmentirlo, ya que en realidad la letra más popular del vocabulario español es la e. 

«A continuación, efectivamente, estaría la a y, en tercera posición, otra vocal: la o. Después, la s y, en quinto lugar, la r. 

«En el extremo opuesto, la x, la k y la w son las letras menos frecuentes en el habla coloquial. Según algunos estudios, alrededor de un 45 % de las letras de un texto en castellano son vocales. En el Quijote la más abundante es la e, y en La Regenta, la a.

“En la edición de 2014, conmemorativa del tercer centenario de la Real Academia, el Diccionario de la lengua española da entrada a 93 111 palabras (4680 más que en la edición anterior), que incluyen un total de 195 439 acepciones.

«Por lo que respecta a voces exclusivas del continente americano o del ámbito hispano de Estados Unidos, el diccionario recoge 19 000. Se han ido incorporando, desde su aparición, nuevas entradas y acepciones en la versión en línea.

“En las páginas del diccionario abundan las voces que contienen todas las vocales y a menudo sin repeticiones: murciélago, auténtico, estimulador… Más difícil es hallar una palabra que necesite tan pocas consonantes para acompañarlas como euforia, y resulta imposible dar con una voz en la que todas las letras figuren en orden alfabético. Sí aparecen en orden alfabético las letras s, t, u y v en la primera persona del pretérito perfecto simple del verbo estar, estuve.

“Si continuamos jugando con la lengua, encontraremos no pocas curiosidades, hallazgos originales como el término oía, única forma con tres letras y tres sílabas, o ferrocarrilero, que reúne cinco erres. Auténticos tréboles de cuatro hojas en el diccionario son los palíndromos –reconocer, anilina–, palabras que pueden leerse de izquierda a derecha o de derecha a izquierda.

“Las denominadas palabras comodín son aquellas que se emplean con múltiples sentidos para sustituir a otras que, en esos mismos contextos, serían más precisas. Dos de ellas son muy habituales: el verbo realizar y el sustantivo común cosa, términos que cabría calificar como los más ‘pluriempleados’ del idioma español”.

(Tomado de Nunca lo hubiera dicho. Los secretos bien guardados (o no tanto) de la lengua española. España: Taurus – Real Academia Española – Asociación de Academias de la Lengua Española [Colección HABLANTES], 2022, pp. 24-25.)

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Ideas suplantadas II

Los cantantes obsequiaban hace años a su público con recitales. Y las orquestas ofrecían conciertos. 

Foto ilustrativa
Control Social | Por Luis Fernando García | Pedagogía |
Ahora se ha producido una suplantación tal de modo que los cantantes más modernos han pasado a actuar en concierto, palabra que siempre se reservó para las ejecuciones instrumentales colectivas. Se habla así del “concierto de Joaquín Sabina”, a pesar de que en esa presentación musical predomine una voz solista. 

Consideran que es más prestigioso un concierto que un recital, y han utilizado la seducción de esa palabra para dar más importancia a su trabajo. 

En efecto, la historia de concierto (del latín concertare) nos remite a aquello que está concertado, lleno de acordes porque concertar es acordar; ordenado y ajustado…, la armonía forma parte de la esencia del propio vocablo. 

La historia de este término contribuye una vez más a reforzar su significado. Pero la trampa se ve, como tantas veces, al desarrollar la secuencia lógica de la palabra. Porque, por ejemplo, Joaquín Sabina no es un concertista (‘músico que toma parte en un concierto en calidad de solista’), aunque esté acompañado por un grupo de instrumentistas y sea él mismo un guitarrista.

“Las suplantaciones de este tipo se convierten a menudo en estafas, al alterarse expresiones más intencionadas y menos inocentes; y así ‘la dictadura’ deja paso a ‘el régimen anterior’, y ‘el dictador’ da sitio a ‘el anterior jefe de Estado’. La técnica de la sustitución (a menudo mediante tecnicismos) se reitera en otros ejemplos: ‘demorado’ en lugar de ‘retrasado’ (para atenuar con la palabra menos usual la responsabilidad de quienes dirigen el tráfico aéreo), ‘hospital psiquiátrico’ en vez de ‘manicomio’ (porque así parece más higiénico), ‘proceso irreversible’ por ‘mal incurable’, o ‘enfermo terminal’ por ‘moribundo’ (en ambos casos se presenta el sucedáneo más técnico y menos trágico), ‘interrupción del embarazo’ por ‘aborto’ (así alcanza visos de legalidad y legitimidad), ‘anorgasmia’ por ‘frigidez’ (de este modo, el problema parece más físico que psicológico), ‘tratamiento de residuos’ por ‘recogida de basuras’ (se busca que huela mejor), ‘percibir el subsidio de desempleo’ por ‘cobrar el paro’ (se agradece más al Estado), ‘tercera edad’ en lugar de ‘vejez’ o ‘senectud’…Y ‘Ministerio de Defensa’ en vez de ‘Ministerio de la Guerra’ como se llamó décadas atrás”.

(Grijelmo, Álex. La seducción de las palabras. Un recorrido por las manipulaciones del pensamiento. Madrid: Suma de Letras, S.L., 2002, pp. 214-216.) 

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Las ideas suplantadas
I

Quien ejerce el poder del habla o de la escritura aparta un término para aportar en su lugar un vocablo con mejor sonido y significado, que esté relacionado.

Croacia, equipo subcampeón en el mundial de Qatar
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“La seducción de las palabras muestra en muchos casos una técnica muy sencilla: quien ejerce el poder del habla o de la escritura aparta un término cuya historia condena cuanto representa, para aportar en su lugar un vocablo que ha estado unido históricamente a conceptos con mejor sonido y significado. O con mejor prensa.

“A ningún país le gusta, por ejemplo, que un tercero lo sitúe en el grupo de los subdesarrollados. El prefijo sub- está repleto de fuerza […]. De fuerza negativa, en este caso, porque sub- implica ‘debajo’. Así, ese grupo de países se ha ganado ya la denominación de naciones ‘en vías de desarrollo’. Y las vías se connotan, desde que se inventó el ferrocarril, con el progreso, el avance, la riqueza.

“Ni siquiera parece honroso un segundo puesto en un concurso literario de gran envergadura, esas justas en las que al final el jurado se ve impelido a decidir entre dos obras de mérito muchas veces similar. 

«Así, por ejemplo, se anuncia un ganador, pero nunca un perdedor, jamás un viceganador o un subpremio. 

El jurado nombra siempre un ‘finalista’, y usando esa palabra se lleva a quien la reciba hacia el momento en el que todavía no se había producido la derrota. El término logra parar el tiempo, de modo que el novelista recibe el premio de haber llegado al final, sin que el vocabulario avance hasta determinar lo que sucedió luego; él será siempre un finalista del premio Planeta, o del premio Nadal… nunca un derrotado. 

Tampoco en la Copa de Europa de fútbol se resalta al subcampeón, sino al finalista. Y en ‘finalista’ nuestro cerebro desbroza el concepto ‘final’, para que recibamos el perfume del concepto que designa a quien ha llegado hasta allí, el equipo o el escritor que han superado los obstáculos que se interponían entre la salida y la llegada, porque en ‘finalista’ nada hay que evoque la derrota, ni un solo fonema de este vocablo carga con pena alguna ni la ha llevado en toda su historia. Al contrario: se trata de alguien que ha resistido hasta el final, que ha alcanzado una meta. Que ha logrado un fin”.

Los cantantes obsequiaban hace años a su público con recitales. Y las orquestas ofrecían conciertos. 

Ahora se ha producido una suplantación tal de modo que los cantantes más modernos han pasado a actuar en concierto, palabra que siempre se reservó para las ejecuciones instrumentales colectivas. 

Se habla así del “concierto de Joaquín Sabina”, a pesar de que en esa presentación musical predomine una voz solista. 

Consideran que es más prestigioso un concierto que un recital, y han utilizado la seducción de esa palabra para dar más importancia a su trabajo. 

En efecto, la historia de concierto (del latín concertare) nos remite a aquello que está concertado, lleno de acordes porque concertar es acordar; ordenado y ajustado…, la armonía forma parte de la esencia del propio vocablo. 

La historia de este término contribuye una vez más a reforzar su significado. Pero la trampa se ve, como tantas veces, al desarrollar la secuencia lógica de la palabra. 

Porque, por ejemplo, Joaquín Sabina no es un concertista (‘músico que toma parte en un concierto en calidad de solista’), aunque esté acompañado por un grupo de instrumentistas y sea él mismo un guitarrista.

“Las suplantaciones de este tipo se convierten a menudo en estafas, al alterarse expresiones más intencionadas y menos inocentes; y así ‘la dictadura’ deja paso a ‘el régimen anterior’, y ‘el dictador’ da sitio a ‘el anterior jefe de Estado’. 

“La técnica de la sustitución (a menudo mediante tecnicismos) se reitera en otros ejemplos: ‘demorado’ en lugar de ‘retrasado’ (para atenuar con la palabra menos usual la responsabilidad de quienes dirigen el tráfico aéreo). 

“Hospital psiquiátrico’ en vez de ‘manicomio’ (porque así parece más higiénico), ‘proceso irreversible’ por ‘mal incurable’, o ‘enfermo terminal’ por ‘moribundo’ (en ambos casos se presenta el sucedáneo más técnico y menos trágico), ‘interrupción del embarazo’ por ‘aborto’ (así alcanza visos de legalidad y legitimidad), ‘anorgasmia’ por ‘frigidez’ (de este modo, el problema parece más físico que psicológico). 

“Tratamiento de residuos’ por ‘recogida de basuras’ (se busca que huela mejor), ‘percibir el subsidio de desempleo’ por ‘cobrar el paro’ (se agradece más al Estado), ‘tercera edad’ en lugar de ‘vejez’ o ‘senectud’… Y ‘Ministerio de Defensa’ en vez de ‘Ministerio de la Guerra’ como se llamó décadas atrás”.

(Grijelmo, Álex. La seducción de las palabras. Un recorrido por las manipulaciones del pensamiento. Madrid: Suma de Letras, S.L., 2002, pp. 213-214.)

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Cruces ‘ostentóreos’

El Malapropismo es un vocablo que se incorpora al discurso como sustituto de otro con el que tiene semejanzas.

La señora Malatrop personaje de la obra teatral Los rivales, escrita por Richard Brinsley Sheridan en 1775
Control Social | Por Luis Fernando García | Pedagogía |
“Se ha llamado malapropismo al vocablo que se incorpora al discurso como sustituto de otro con el que tiene semejanzas, sobre todo fonéticas, pero cuyo significado es claramente distinto». 

Tal denominación parece relacionarse con el francés mal à propos (‘inoportuno’, ‘equivocado’), pero se debe al nombre de un personaje de la obra Los rivales –del dramaturgo irlandés del siglo XVIII R. B. Sheridan–, la señora Malaprop, que cae a menudo en este tipo de equivocaciones provocando gran hilaridad. 

“Como recurso literario ha sido empleado por Shakespeare –en Mucho ruido y pocas nueces es característico de uno de los personajes, Dogberry– y por Cervantes –en las Novelas ejemplares o en el Quijote, donde Sancho es audaz creador de tales barbarismos–.

“Con frecuencia, este tipo de errores se deben al deseo de emplear expresiones que se consideran propias de un registro más culto: *ínsulas, *bote sinfónico, *luz genital, *rintintín, *surgir efecto, *rebanarse los sesos, *enderezar la ensalada, *inyección de ursulina, *ser un desecho de virtudes, *tener una conjetura muscular, *una fotografía de cuerpo presente (por de cuerpo entero), *nadar en la ambulancia… En ocasiones, el cruce de dos formas culmina en fusiones extrañas, como *ostentóreo (a partir de ostentoso y estentóreo) o *poner los nervios de gallina (de poner de los nervios y tener la carne de gallina). Algunos están muy incorporados al habla cotidiana y acechan en cada esquina. Es el caso de *inflingir, combinación de infligir e infringir”.  

(Tomado de Nunca lo hubiera dicho. Los secretos bien guardados (o no tanto) de la lengua española. España: Taurus – Real Academia Española – Asociación de Academias de la Lengua Española [Colección HABLANTES], 2022, pp. 145-146.)  

* Uso incorrecto o desaconsejado

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Plurales con estilo

Hay plurales con escasa eficacia semántica. Aunque estilísticamente pueden ser relevantes, carecen de cualquier otro valor informativo.

Pluralidad de vaqueros
Control Social | Por Luis Fernando García | Pedagogía |
Buena parte de estos plurales pertenecen a la clase de los objetos dobles: calcetines, bombachos, vaqueros, narices, bigotes, pinzas, alicates, tenazas, tijeras. Aquí el uso del plural –que conviene con lo singular: lo mismo da ponerse el pantalón que ponerse los pantalones– corresponde a la naturaleza de los objetos: están formados por dos partes iguales y simétricas. 

Los que hacen referencia al cuerpo humano tienen en ocasiones una función expresiva, de modo que se habla de tocar las narices, estar hasta las narices, hinchársele las narices a alguien o un calor de narices.

“Con carácter general, no son, sin embargo, plurales estilísticos. Se dan en nombres concretos, abstractos, contables e incontables. ¿Qué diferencia hay entre un funeral de Estado unos funerales de Estado? Ninguna. El uso del plural en este caso no implica la celebración de varios funerales. 

Lo mismo ocurre con bodas: las bodas de Caná a las que asiste Jesucristo no son varias, sino una sola. El uso de plurales como funerales bodas, en la actualidad, es propio casi exclusivamente de registros formales, aunque puedan formar parte de algunas frases hechas y expresiones con forma fija como lista de bodas”.

(Tomado de Nunca lo hubiera dicho. Los secretos bien guardados (o no tanto) de la lengua española. España: Taurus – Real Academia Española – Asociación de Academias de la Lengua Española [Colección HABLANTES], 2022, pp. 101-102.)  

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Política y políticos


Para llevar a cabo un buen control social, lo menos que tenemos que tener es un buen control y manejo del idioma.

Representación de populismo
Control Social| Por Luis Fernando García | Pedagogía | 
  Para ilustrarnos al respecto ha regresado, el profesor Luis Fernando García, un buen amigo de esta casa para ponernos al día en aquellos pequeños y grandes detalles de nuestro amplio y encantador idioma.

«Muchos de los términos relacionados con la política se han ido cargando de connotaciones negativas. 

«Si nos atenemos al diccionario académico, este ha sido el caso de una voz como populismo, que, en fecha tan tardía como 1989, fue recogida así: ‘Doctrina política que pretende defender los intereses y aspiraciones del pueblo». 

El diccionario actual registra una acepción de carácter negativo: ‘Tendencia política que pretende atraerse a las clases populares’.

Representación de la demagogia

Algo similar sucedió en la Grecia clásica con una como demagogia (literalmente, ‘arte de conducir al pueblo’), que se relacionaba con la persuasión y la elocuencia oratoria, pero que no tardó en cargarse de connotaciones negativas. Aristóteles tacha ya de “adulador” al demagogo. 

Representación del clientelismo

“Otro término peyorativo relacionado es clientelismo, ‘práctica política de obtención y mantenimiento del poder, asegurándose fidelidades a cambio de favores y servicios’. 

El concepto tiene su origen en el vínculo jurídico del patronato de la antigua Roma. A cambio de los alimentos, el dinero o la defensa que el patrón proporcionaba a sus clientes (voz que deriva del latín cliens, –entis), estos se encargaban de su seguridad y se convertían en sostén de sus aspiraciones electorales y políticas. 

Al mismo tiempo, entre los romanos, quienes aspiraban a algún cargo público, vestían la toga cándida (‘toga blanca’), en alusión a la pureza y honestidad. 

De esta tradición procede la palabra latina candidātus (propiamente ‘blanqueado, vestido de blanco’), étimo de la española. Tiene su origen en el adjetivo candĭdus (‘blanco brillante’), diferente del albus (‘blanco mate’), que en español habría dado cándido, ‘ingenuo, sin malicia ni doblez’”.  

(Tomado de Nunca lo hubiera dicho. Los secretos bien guardados (o no tanto) de la lengua española. España: Taurus – Real Academia Española – Asociación de Academias de la Lengua Española [Colección HABLANTES], 2022, pp. 199-200.)  

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