Planeación Nacional, 50 años: balance sombrío

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La necesidad de una reforma al sistema de planeación nacional es inaplazable, si queremos una inserción en la cuarta revolución industrial.
 

Nación | Tomado de Portafolio, por Luis Alberto Correa | Análisis |
Hay una lista de decisiones políticas con graves efectos económicos y sociales que preocupan, debido a los costos de oportunidad y el lucro cesante involucrados en un escenario de recursos públicos escasos, los cuales ameritan un debate sobre el papel del Departamento Nacional de Planeación (DNP), y que deberían determinar cambios a la función y rol del proceso de planeación en la economía colombiana.

Se propuso la consolidación del manejo del presupuesto de inversión en la cartera de Hacienda dejando al DNP la evaluación y seguimiento de estas inversiones y subsidios, eso funciona sin problemas en la mayoría de países, pero a pesar de las recomendaciones a favor de este cambio por parte de la comisión de expertos sobre racionalización del gasto, el Congreso, en primer debate, no permitió este cambio funcional.

Pero hay hechos que muestran ausencia de planeación y sus costosas consecuencias fiscales:

1.Café: cuáles fueron las políticas y recomendaciones del DNP ante el rompimiento del pacto internacional del café en 1989, pues las sucesivas crisis y pérdida de participación de Colombia en este mercado ha sido dramática; y frente a la propuesta del presidente del gremio de retirar la cotización del grano de la bolsa de Nueva York, quién responde por la pérdida de competitividad y lenta incorporación de valor agregado para competir en el mercado mundial oligopólico. 

2.Estrategias de diversificación erráticas: nuestra economía sigue dependiendo del petróleo y la diversificación de la canasta exportadora es mínima, agravada por la revaluación, los aranceles e incoherencia de subsidios.

3.Crisis del Upac: cuál ha sido el vaso comunicante entre el DNP, con la necesaria armonía de independencia de la junta directiva del Banco de la República y sus costosas decisiones, como el cambio de referente de inflación por la tasa DTF en 1994, en el cálculo del Upac y su crisis sistémica en 1998, donde además acentuaron la gran depresión de la economía con el alza exagerada de la tasa de intervención a niveles de 80%. Nadie respondió por este desastre. 

4.Evaluación de proyectos: no ha tenido el DNP el suficiente músculo para lograr la injerencia en la eficiencia del gasto público en temas tan importantes como la evaluación de megaproyectos, y se ha limitado a ejercer la secretaría técnica del Consejo nacional de Política Económica y Social. El caso más grave es la absurda decisión de construir la Refinería de Cartagena, cuya tasa interna de retorno tan baja (4%) era razón suficiente para que el DNP en 2004, se opusiera a este detrimento patrimonial, y peor con los horrores y errores de entregar a empresas sin experiencia la construcción de esta.

5.Reformas institucionales: no existe una clara integración entre los diferentes ministerios e institutos nacionales con el DNP, solo hasta el gobierno Santos se hizo un cambio de fondo al tema de infraestructura, con nuevas agencias como la ANI y la FDN. Quién responde (2004), por la estructuración del túnel de La Línea, a solo 8 kilómetros de la cima, cuando la lógica indica que estos deben ser en la base de las montañas.

6. Focalización y jerarquización de la inversión: En algunos casos, el proceso de planeación es inexistente y se reacciona frente a las crisis, pero jamás minimizando los riesgos o anticipándose –recordemos el apagón eléctrico en 1992 por falta de previsión para asegurar una matriz energética balanceada y no dependiente de las hidroeléctricas frente a los riesgos climáticos.

7. Planeación interinstitucional: es inaceptable la historia larga y desastrosa del proyecto metro de Bogotá, no hay claridad si es más eficiente y económico hacerlo subterráneo versus el propuesto a nivel y solo hasta la calle 72. No parece una decisión técnica, sino un juego de distribución de presupuesto de inversiones por programas. Y no menos preocupante, la decisión política en 1985 que habilitó la construcción del tren de Medellín, doblando su costo a Us42.600 millones con cargo a la nación.

8. Sistemas de información inteligentes: los casos de las crisis de las EPS, Electricaribe e Hidroituango, también permiten concluir que algo falló en el sistema de alarmas para la intervención oportuna del DNP, solo se da hasta que la crisis financiera es gigante o suceden los accidentes catastróficos por falta de planeación, de estudios geológicos y evaluación de riesgos.

Finalmente, en los temas sociales sobre la calidad y cobertura de la educación, salud y protección social, así como en los otros que son transversales a la economía (informalidad, baja competitividad y excesiva inequidad y concentración del ingreso) son lentos los avances. Igualmente, el atraso del sector agropecuario, que sigue siendo la esperanza de la economía.

La necesidad de una reforma al sistema de planeación nacional es inaplazable, si queremos una inserción en la cuarta revolución industrial. Esto exige un cambio de mentalidad en la clase política que permita un proceso serio de planeación y gestión de la inversión pública, porque vamos mal frente a nuestros pares como Chile y Perú, por citar unos ejemplos de mejor desempeño y éxito económico. Lamentable lo que se incluyó en el Plan de Desarrollo, entregar 20% de la inversión a discreción de los congresistas, es un salpicón de propuestas e intereses sin coherencia o estrategia de desarrollo.

Es contradictorio formular planes de desarrollo cada 4 años sin mantener una visión de país de largo plazo, y en los ejercicios de predicción y prospectiva deberían integrarse las metodologías de las firmas consultoras internacionales que se mantienen actualizadas en materia de previsiones, integración a las megatendencias e innovación disruptiva.

 
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