Día Mundial de los Humedales: En Chía desaparecen con nombres de conjuntos y vías

2611
0
Compartir:

Como no tienen una belleza arrebatadora y más bien son tímidos, en muchas ocasiones los confunden con charcos de agua estancada, los rellenan, los depredan y los sepultan sin reparo alguno.

Humedal de Los Andes. Foto archivo EPDC

Chía | Redacción EPDC | Medioambiente |

humedales, como los arrecifes, estuarios, manglares, marismas, ciénagas, chucuas, pantanos y meandros, son como una especie de anfibios, ya que son ecosistemas de transición entre el agua y la tierra.

Han sustentado el desarrollo de la humanidad durante miles de años y su relación con el hombre va más allá de ser una fuente de agua y alimento para millones de personas. También protegen al hombre y a la naturaleza de tsunamis y huracanes, ya que un humedal de unos 4.000 m² puede almacenar hasta 5.7 millones de litros de agua crecida. 

Guarda el doble del carbono terrestre que produce un bosque y es refugio y hábitat de miles de especies endémicas, así como hogar de paso de otros millares de aves migratorias. Por definición, son esponjas capaces de absorber los excesos de agua de las inundaciones y mantienen la tierra fértil y productiva.

Como no tienen una belleza arrebatadora y más bien son tímidos y de bajo perfil, en muchas ocasiones los confunden con charcos de agua estancada, los rellenan, los depredan y los sepultan sin reparo alguno.  Por estas razones, desde 1972, se declaró el 2 de febrero como el Día Mundial de los Humedales, fecha en la que en la ciudad Iraní de Ramsar, a orillas del mar Caspio, se creó la Convención sobre los Humedales, no solamente para exaltarlos, sino para protegerlos y darlos a conocer en toda su dimensión.

En el país solo seis
áreas están protegidas

Humedal de Chingaza. Foto Fundación Humedales de Bogotá

En Colombia, la extensión de estos cuerpos de agua es de 2.589.839 hectáreas, es decir,  31.702 humedales aproximadamente, algunos ubicados cerca de las costas, otros en zonas ribereñas o en las altas montañas. Se estima que cerca del 87 % de la población colombiana habita zonas de humedal.

Ante el cambio climático y para la protección de los mismos, Colombia hace parte de la Convención Ramsar a través de la Ley 357 de 1997. Además, por medio de la Ley 165 de 1994, participa en el Convenio de Diversidad Biológica, en el cual se asume un compromiso global para la conservación de la biodiversidad, su uso sostenible y equitativo.

Pero, de los 31.702 humedales identificados en el territorio colombiano y, a pesar del cambio climático, tan solo seis áreas han sido declaradas como sitios Ramsar o humedales de importancia internacional.

  • Sistema Delta Estuario del río Magdalena, Ciénaga Grande de Santa Marta, Magdalena (declaración: junio 18 de 1998).
  • La laguna de la Cocha, Nariño (declaración: enero 8 de 2001).
  • El Delta del Río Baudó, Chocó (declaración: junio 5 de 2004).
  • Sistema Lacustre de Chingaza, Cundinamarca (declaración: junio 25 de 2008).
  • El complejo de humedales de la Laguna del Otún, Risaralda (declaración: junio 25 de 2008).
  • La estrella fluvial del Inírida, Guainía (declaración: julio 8 de 2014).

Chía cada vez más reseca

Humedal que existía en Samaria antes de que Amarilo comenzar a construir el proyecto residencial Santamaría. Foto archivo EPDC

De acuerdo con el estudio de los autores Loreta Rosselli Sanmartín, Nubia Morales Torres, F. Gary Stiles de 2020, más del 97 % de los humedales del altiplano ha desaparecido por actividades relacionadas con rellenos para urbanización, contaminación, construcción de diques, dragado de ríos, entre otros. 

En el municipio de Chía son muy pocos los restantes, lo mismo que a lo largo de todo el curso alto del río Bogotá. Concretamente, en Chía sobreviven tres; dos ubicados en la hacienda San Jacinto, conocidos como el Humedal de los Andes, y el tercero, la casi extinta chucua de Fagua.

El humedal de los Andes

Humedal de los Andes, cuando la Car construía el carillón e incluía tubería. Foto archivo EPDC

Este humedal originalmente tenía una extensión de 6,6 hectáreas, pero la construcción de un dique por la CAR en el 2019 lo fragmentó en dos remanentes: uno de dos hectáreas y el segundo de 1,3 hectáreas.  Estos remanentes fueron reconocidos por el IGAC (2012), y también por científicos, académicos y ambientalistas comprometidos de la región. 

En pocas palabras, por todo el mundo, a excepción de la CAR, pues de hacerlo tendría que asumir las consecuencias de la ilegalidad en que cayeron los entes del estado al aprobar el trazado inicial de la Troncal de los Andes (El Periódico de Chía 4 de junio de 2023) el cual hubiera sepultado dicho cuerpo de agua. 

De acuerdo con los avistamientos sistemáticos que se han realizado en el humedal a partir de 2017, se han registrado en ocho años más de 70 especies de aves, muchas de ellas acuáticas, es decir, asociadas a los cuerpos de agua del sector. Dos de las aves observadas corresponden a subespecies endémicas: la Tingua moteada y la Monjita. 

Además, reviste especial importancia de conservación el chorlo gritón, una especie migratoria de Norteamérica que está empezando a establecerse en nuestro país. El búho sabanero, otra ave de interés, que se creyó extinta en la sabana de Bogotá, ha sido registrada de manera regular en el sector. Por su parte, el pato canadiense, ave migratoria, desde hace 15 años está reproduciéndose en la Sabana de Bogotá. 

Hasta la fecha, tanto la comunidad de Chía, como la academia y ambientalistas siguen pujando para que la CAR no corte de tajo el vuelo de las aves y el nicho de otras tantas especies que lo habitan.

La Chucua de Fagua

La chucua de Fagua en su estado original. Foto tomada de Google.

En el  2017, en la Vereda Fagua del municipio de Chía, se inició la construcción de 120 torres de 12 pisos que implicó la remoción, canalización y taponamiento de la Chucua de FaguaAsí las cosas, la construcción redujo los 10 metros de ancho y 4 metros de profundidad que tenía la Chucua en agua, a un canal de 1 metro con 20 centímetros. Posteriormente, en 2018, la CAR la reconoció, sobre todo por los meandros que forma y que controlan las inundaciones. 

De este punto en adelante había que recuperarla, así, se celebró en el mes de septiembre de 2021 un contrato entre la administración y la Unión Temporal Chucua, conformada por la Corporación Paz y Amor y Daicy Montero Puerta, para finalizar el 31 de diciembre del 2021, pero se vio sometido a varias prórrogas que lo extendieron hasta mayo de 2022. Fecha en la que no se sabe si se entregó o se extendió en el tiempo. Lo que sí se conoce, es que en la actualidad la consultoría se hizo, se pagó (323 millones de pesos) y al parecer el informe permanece engavetado porque nada se ha hecho a favor de la recuperación de la Chucua de Fagua.

A modo de conclusión

Y así, mientras unos humedales son reconocidos  por el IGAC y otros por la CAR los constructores y demás depredadores, incluyendo a las diferentes administraciones municipales, continúan haciendo ochas y panochas

Esperar que la justicia social y la justicia ambiental se impongan y se rectifique el trazado de la Troncal de los Andes para así salvar el humedal de los Andes, y la chucua de Fagua. Así como los demás no reconocidos lo sean y ganen el derecho a la vida, no solo por las especies que los habitan, sino también por nosotros y el otrora planeta azul del cual todavía hacemos parte. 

Compartir:

Deja un comentario