Evolución humana y propensión al coronavirus

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Para las actuales y para las próximas crisis y pandemias requerimos, de un enfoque evolutivo. 

Por William Álvarez Gaviria|Médico Otorrinolaringólogo|Columnista|Opinión|

Una de las tareas de la evolución biológica, ese conjunto de cambios en  los caracteres fenotípicos y genéticos de poblaciones biológicas a través de generaciones, es la asignación estratégica de la energía de un organismo hacia el desarrollo, el mantenimiento y la reproducción, incluida la crianza de la descendencia, en relación con su(s) grupo(s) social(es) y entorno(s), para evitar la propia muerte y/o extinción de la especie. 

A través de la selección natural y la lucha por la vida, ella predice  la aparición de mecanismos fisiológicos, psicológicos y conductuales que, además de posibilitar mejoras en las aptitudes físicas y exploratorias, hacen concesiones estratégicas en la asignación de recursos energéticos, lejos de la homogenización o equilibrio, para confluir en los dos grandes pilares sobre los que se sostiene la vida: supervivencia y aptitud para la fertilidad. 

Los humanos, en cuanto simios, o mejor, como antropoides adrenalizados, llegamos a tal denominación porque  continuamos en el proceso de humanización (antropoides) de un lado, y del otro estamos adrenalizados, por nuestra carga adrenérgica, tanto de adrenalina y noradrenalina como del resto de hormonas del estrés. En estas líneas exploraremos y estudiaremos tal condición, no solo en lo concerniente a la anatomofisiología, el comportamiento, la filogenia, la ontogenia y la genética, también en cuanto atañe a las ondulaciones fisicoquímicas (propias y del entorno, y las emergentes resultantes de sus interacciones), las que conforman aquello donde todo esto subyace. Tales ondulaciones o ritmos sinusoidales son lo que cotidianamente observamos en los biorritmos circadianos, biofeedback hormonales, excitación-inhibición, catabolismoanabolismo, acción-conservación, simpático-parasimpático, inflamación-anti inflamación, trombosisfibrinólisis, tumorígeno-tumoricida…, que a su vez, no son más que reflejo de vacío-plenitud, contracción-expansión, atracción-repulsión, filia-fobia, es decir, lo que los astrofísicos han dado en llamar la diástole-sístole del universo.

Una respuesta de adaptación general resulta de las interacciones fisicoquímicas (degradadoras de energía en cada paso) en y entre sistemas, tejidos y células, cuyo resultado final  es el estado más posible de un animal constreñido por leyes termodinámicas, como la segunda ley o entropía que postula que todo sistema tiende a su homogeneización con el ambiente, disolviéndose y perdiendo su identidad. Y pese, incluso, en el caso de los sistemas vivos, estos no son pasivos frente a ella, al contrario, presentan una reacción o respuesta en contra de la entropía, al balancear la relación antientropía/entropía a favor de la primera. Aunque obviamente esto último por tiempo limitado, ya que la entropía se refiere a una magnitud definida como criterio para predecir la evolución de cualquier sistema termodinámico, en la medida en que estos se transforman y tiendan cada vez más a lo más probable, a su desorganización total, muerte o extinción, es decir, a aquel equilibrio que se logra con la homogenización o disolución en el entorno.

Los rasgos centrales de nuestra existencia natural, como organismos vivos y seres humanos, emergen de las interacciones descritas por estas realidades físicas esenciales.  

La respuesta de adaptación general, además de permitir a los organismos extraer orden del entorno para conservar el orden y la estabilidad y la de sus propios sistemas bioquímicos, hace única a la vida como sistema físico disipador de energías que las transforma y elimina en forma de calor y residuos. Esta capacidad es lo que nos ha ayudado a confrontar la extinción y la posibilidad de poder seguir expandiéndonos en el tiempo-espacio, objetivo físico central de cualquier forma de vida. No extraña, entonces, que dicha respuesta, llamada también respuesta de estrés o de lucha-huida motivada, entre otras, por la disipación energética pueda llevar al surgimiento espontáneo de un orden, autoorganización y reproducción, y así aportar una pista potencial hacia la dinámica misma, tanto del origen y evolución de la vida en general, como de nuestro linaje con todo y sus interrelaciones ecológicas y socioeconómicas. Interrelaciones estas que son análogas al metabolismo en el sentido de economía corporal con todo y transacciones y patrón “monetario”, el ATP (adenosintrifosfato). De allí la posibilidad   de experimentar con ondulaciones a largo plazo, incluido el crecer para luego encogerse, luego volver a crecer, y así sucesivamente antes de un total colapso.

Ahora bien, para las actuales y para las próximas crisis y pandemias (polución, cambio climático, vulcanismo, choque de asteroides e infestaciones de variada índole, virus informáticos, fake news, miedo, corrupción y desigualdad) requerimos, pues, de un enfoque evolutivo, además de todo lo que hasta ahora la humanidad ha llevado a cabo. Máxime, cuando nuestro organismo, resultado de una mezcla compleja de adaptaciones que tiene costos y beneficios, nos supedita permanentemente a tensiones-distensiones, crisis-oportunidades y “cuentas evolutivas por pagar”. Lo cual no debería sorprendernos, ya que, como sistema vivo, debemos exportar desorden al entorno para intentar  controlar el propio desorden. Y ello, en nuestro caso, a expensas, además de ciertas estructuras y comportamientos que en otros artículos presentaremos, de su correlato genético molecular.

Correlato que, comparado con los chimpancés, constituye auténtica mutación genética al alza en su mayoría. Así, por ejemplo, tenemos: genes de la tirosina hidroxilasa  y la monoaminaoxidasa asociadas a la adrenalina, la dopamina y la tiroxina; genes de dopamina a aprendizaje, movimiento y adicción; genes de serotonina al apetito y la recompensa; genes de hormonas tiroideas y esteroides sexuales a cognición e hipersexualidad; genes de amilasa salival a la absorción de almidones y el estrés; genes citocromo P450 a esteroides, detoxificación y estrés; genes de insulino-resistencia a una mayor sensibilidad al cortisol; genes de glutamato a una mayor hiperactividad del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal; creatinina quinasa cerebral a hipermetabolismo cerebral; genes de acuaporina a incremento de utilización energética y de sudoración; y genes del sistema renina-angiotensina a hipertensión arterial y receptores de coronavirus. Mutaciones que, además de recapitular en cierta manera la aparición de los receptores de aminas y esteroides con los vertebrados en el Precámbrico, también expresan fehacientemente la actual era geológica del Antropoceno, caracterizada por el deletéreo impacto de nuestra especie sobre todos los ecosistemas. Y ello porque estos receptores, que han actuado desde hace unos seiscientos millones de años como interruptores maestros para regular la diferenciación, el desarrollo, la reproducción, las defensas inmunes y las respuestas al estrés, están ahora en nuestra especie más prestos que nunca a su excitación.

Nos proponemos perfilar en los siguientes artículos una lógica de la hominización a expensas de nuestra diferencial adrenalización. Dicha cuestión será el hilo conductor; máxime que en esta hipótesis confluyen conocidos patrones de datos clínicos humanos e investigaciones recientes sobre las interacciones moleculares relativas a las hormonas implicadas; además, sus predicciones han sido y pueden seguir siendo probadas experimental o epidemiológicamente.

Y dado que con esta introducción ya vislumbramos hacia dónde y cómo iremos, concluyamos mediante la presentación de los siguientes artículos, solo por sus epígrafes:Respuesta lucha-huidaChad y Valle del Rift; sal y metabolismo; termorregulación y cerebro; prematurez y adolescencia; oídos, ojos y lágrimas; risa, humor y bullyng; filia-fobia, amor y guerra; percepción y conciencia; lenguaje y abstracción; tribalismo e ideologías; lúdica y adicciones; fenotipo hiperextendido; climaterio, vejez y cáncer. Y, claro está, el epílogo: ¿Extinción antrópica?

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