Artectura: Próximo sitio de encuentro para el arte en Chía

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Un lugar donde lo desechable se convierte en admirable en medio de una atmósfera llena de bellos, curiosos y excéntricos, objetos y obras de arte.

Portada al salón principal de Artectura. Foto de Ángel González
Chía | Redacción EPDC, edición 119 | Cultura |

En los próximos meses se abrirá en Chía un auténtico e incomparable espacio donde la gente podrá disfrutar de una espaciosa galería de arte, un exclusivo pub o Bartectura para tertulias culturales, una inmensa tienda de objetos estéticos únicos, diferentes y prácticos, y una escuela donde se enseñará el arte de hacer mosaicos.

Aula destinada a la enseñanza de mosaicos. Foto, Ángel González

Artectura ha sido por años el sueño de Alfonso Miranda, un defensor nato del medioambiente y del agua, un ecólogo empírico cuyo propósito de vida es reciclar objetos, piezas y desechos para convertirlos en bellos objetos utilitarios y, en ocasiones, en verdaderas piezas de arte. Se inaugurará próximamente, y aunque aún no se cuenta con la fecha de tal acontecimiento, si hay una historia por contar.

El lugar será un auténtico e incomparable espacio de arte y cultura, un gran centro de objetos artísticos y utilitarios, obras de arte y la lúdica arquitectura que sorprenderá, divertirá o conmoverá a cada visitante. Un punto de encuentro obligado para que arquitectos, diseñadores y artistas charlen e intercambien experiencias, ideas y proyectos, en medio de una atmósfera llena de bellos, curiosos y excéntricos, objetos y obras de arte. Todos a la venta.

Miranda, el personaje   

Alfonso Miranda creador y propietario de Artectura. Foto, Ángel González 

Alfonso Miranda es vecino de Chía, escultor por autodefinición, administrador de empresas de profesión, y un singular emprendedor que ha hecho vida y fortuna con la restauración y el reciclaje de todo lo que para otros es basura.

A partir de este oficio, en el que lleva sumergido más de 30 años, Alfonso concibió su propio sueño, un espacio que sea en sí mismo una construcción donde se fusione la arquitectura con el arte de lo desechable.

Caballo de metal, escultura de Alfonso Miranda. Foto, Ángel González 

Todo comenzó entre 1988 y 1990, cuando se percató de cómo eran demolidas centenares de casas llenas de historia en el centro, de la otrora Atenas suramericana, para dar paso a la modernidad, lo que para Alfonso fue una oportunidad. También influyó su espíritu organizado y metódico de administrador, alérgico al desperdicio, sensible y artístico de escultor y alerta de comerciante.

Fue así como a partir de entonces se dedicó a recolectar y rescatar todas las puertas y ventanas que encontraba en las demoliciones, además de objetos antiguos, raros y especiales. Una lista interminable de piezas del período republicano y colonial, mezclados, por ejemplo, con aparejos de barcos, escogencia rara e inusual que tal vez guardaba la intención de anclar la historia olvidada.

Su filosofía: no al desperdicio

Mosaico de imagen griega, que señala la entrada a la escuela de mosaicos.
Foto, Ángel González 

Detrás de esta afición no solo sobrevive el alma de un romántico anticuario, sino la del muchacho inquieto, con mucho de genética italiana, que no le permitía entender la lógica del desperdicio. “A los 30 años”, dice, “quise hacer mi casa, la cual debía ser absolutamente ecológica, hecha con piezas de otras casas, en un sitio maravilloso… Un día me presentaron El Paraíso aquí en Chía, y allí comencé a edificarla con todo lo que fui recolectando de las demoliciones del centro de Bogotá… Concluí la casa, pero me seguían llamando para ofrecerme más puertas y más ventanas y no pude decir: No, gracias”.

Alfonso fue arrumando sus tesoros en la legendaria Babilonia, una especie de bodega parecida a la cueva de un pirata, situada sobre la avenida Pradilla. Allí comenzó a restaurar puertas, ventanas y todo tipo de objetos, que de desechados pasaban a ser objetos admirados.

Además de recobrar la belleza y utilidad de cada mueble viejo o pieza de madera, vidrio, piedra o metal, comenzó a crear impresionantes y bellos mosaicos con restos de rotas y viejas cerámicas en todas las dimensiones, con los que hoy decora pisos y paredes.

Curiosidades de Artectura

Preparación y montaje del espacio donde quedará la galería de arte. Foto, Ángel González 

En este espacio creativo y de mucho concepto donde todo es inesperado, Alfonso hace un énfasis especial en su obsesivo cuidado por el agua a través del diseño y la creación de los baños públicos, los cuales cuentan con orinales para hombres y mujeres, para lo cual ha revivido el desechado bidé.

En su opinión, estos baños solo gastan un cuarto de litro de agua, mientras que una descarga de los tradicionales oscila entre los 10 y 16 litros. De esta manera se pueden usar unas cuatro veces para llegar al consumo de uno de los tradicionales. También contará con una chatarrería gourmet de hierros clasificados, es decir, unos metales de no creer.

Las puertas y ventanas de Artectura se abrirán muy pronto para el gran público, en especial para los románticos e inquietos diseñadores, artistas, arquitectos y apasionados por darle utilidad a lo que otros tiran a la caneca para luego sorprenderse.

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