Alimentos y alimentarse

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“Podríamos darnos cuenta un día de que los alimentos en conserva son armas más mortíferas que las ametralladoras”

Por: Luis Fernando García Núñez | Columnista | Opinión |

Los incontables desastres que ha vivido la humanidad en los últimos años han servido para que organismos internacionales, oficiales y privados, reconsideren la importancia que tiene en el mundo la producción de alimentos y, de esta manera, la forma cómo podrían alimentarse los miles de millones de habitantes del planeta.

La crisis ambiental ha profundizado los problemas de la pobreza y el hambre, y los de salud, empleo, vivienda y educación, y ha alterado los ciclos vitales de la agricultura que, además, ha sido desplazada por una pérfida minería extractiva y por la ganadería, como sucede con las tierras arrebatadas a las selvas y los bosques.

Para no ir al África, solo en Colombia, en La Guajira y el Chocó se vive una tragedia humana de profundas dimensiones que ha dejado decenas de niños y niñas muertos por desnutrición. Al hambre tenemos que sumarle la sed y las enfermedades respiratorias propiciadas por la contaminación.

En tanto, unas pocas multinacionales de comestibles y unos millonarios se han enriquecido mientras la crisis alimentaria se extiende por el mundo. Países desarrollados e industrializados tienen en sus calles cientos de personas sufriendo los dilemas de la miseria y del hambre, millones de refugiados soportan ultrajes y reciben pocos alimentos, muchas veces sin ningún provecho vitamínico.

Y este es, precisamente, uno de las reparos más importantes para tener en cuenta ¿qué se debe consumir?, ¿qué no? Muchos productos son considerados vitales en la alimentación diaria de las personas y muchos son necesarios para que la salud se fortalezca y la humanidad pueda sobrevivir a las penurias que producen los cambios climáticos.

Y no son, claro, los alimentos ultraprocesados, ni las bebidas llenas de azúcar, ni algunas con grasas malas las que más sirven para cumplir con una sana nutrición de los seres humanos. Al revés de lo que sucede con las mascotas que tienen una inusitada variedad de productos saludables para consumir.

Para reflexionar, al final, dos opiniones: García Márquez dice, en su maravillosa novela corta La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada, que “El amor es tan importante como la comida. Pero no alimenta”. En 1937, en El camino a Wigan Pier, George Orwell aseguraba que “Podríamos darnos cuenta un día de que los alimentos en conserva son armas más mortíferas que las ametralladoras”. ¡Y ahí estamos!

*Fotografía: Yamileth Giraldo González

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