El estriptis electoral

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Cansados de las malsanas prácticas políticas que se estilaron a lo largo de esta campaña, llegan los votantes a dar lo mejor de sí y a apostar por un mejor país, inclusivo y sin miedo. 

Chía | Editorial | Opinión

  Para vergüenza de unos, tristeza de otros e indignación de casi todos, esta contienda electoral se convirtió en un show mediático de estriptis, que dejó al desnudo lo peor de la naturaleza política y politiquera del país.

El show se inició el 13 de marzo con las elecciones legislativas, donde se vio a los cientos de candidatos competir más por un baloto que por un proyecto de país.

Los gobernadores y alcaldes de muchos departamentos y municipios, enloquecieron gastando dinero (de la ley de garantías) y participando en política para llevar al recinto del congreso a sus delfines, alfiles, protectores y financiadores, todo con la esperanza de no perder poder.

Los concejales, por su parte, se hicieron omnipresentes, haciendo campaña en todos los partidos sin respetar bancadas ni las órdenes de sus colectividades.

Al otro día, el 14 de marzo, comenzó en forma el proselitismo político para las elecciones presidenciales del 29 de mayo con 26 candidatos agrupados en tres coaliciones; Pacto Histórico (5 aspirantes); Equipo por Colombia (5 aspirantes); Centro Esperanza (5 aspirantes). Un partido, Centro Democrático (5 aspirantes) y seis aspirantes independientes.

Con esto inició la danza de verbos, palabras e improperios a través de los cuales casi todos: candidatos, campañas y partidos se sacaron los cueros al sol. Se despojaron de lo dicho, de las afirmaciones y promesas hasta caer en sus consabidas contradicciones y terminar arrojando al piso la dignidad propia y la de sus instituciones y cargos. A la vez que se desprendieron de toda ética y moral social, para terminar desnudándose y dejar en evidencia y a la vista de todos, el lado más oscuro de su condición camaleónica.

Los colombianos siempre han sabido de esa decadencia en la que han ido cayendo los políticos del país, a causa del maridaje con el narcotráfico, la violencia, la pobreza académica, intelectual y ética. La que tantos colombianos se habían negado a aceptar hasta que la realidad se develó de manera tan profusa, directa y descarnada por parte de los líderes políticos que han gobernado y los que quieren gobernar.

Y esta es la punta del iceberg de la tragedia que acongoja a la población del país, al darse cuenta por sí mismos de las mentiras, los engaños y las componendas. Conocer a sus candidatos más allá de sus retóricas y sus discursos veintejulieros, gracias a esa telepatía virtual en que hoy se ha convertido ese fenómeno global, aún nuevo y, por lo tanto, descontrolado de las redes sociales.  

Ellas, las redes, aun erráticas y en un gran porcentaje manipuladas con informaciones e historias falsas, se mueven en el infinito mundo del ciberespacio, junto también a numerosas verdades que son las que conmueven y generan cambios, produciendo reflexión y conciencia ciudadana

De ahí que este cambiando el errado pensamiento que creía que la mejor manera de protestar contra la politiquería era abstenerse de votar. Cuando la verdadera protesta está en el voto masivo ciudadano, ya que entre más gente vote, más se empodera la ciudadanía y más fuerte se hace su mandato y su exigencia ante sus gobernantes.

Estos cambios también traen consigo una sanción ciudadana, cada vez más fuerte y decidida hacia aquellos que ostentan el poder y gozan de los privilegios del estado para beneficio propio, y no atienden los compromisos e incumplen las promesas para los cuales fueron elegidos.

Porque el fortalecimiento democrático, el mejoramiento en la calidad de vida y un país sin corrupción solo podremos tenerlo en la medida en que el pueblo colombiano sea quien cambie su paradigma o modelo ciudadano. Al respecto, Albert Einstein, tiene dos frases célebres sobre el tema que vienen como anillo al dedo.

“El mundo que hemos creado es un proceso de nuestro pensamiento. No se puede cambiar sin cambiar nuestro pensamiento”.  Así que no nos podemos quedar a vivir en esa forma de pensar que no nos ha llevado ni siquiera a progresar. Somos los ciudadanos los que tenemos que cambiar para poder hacer el cambio y ese cambio solamente se replica como también lo explica Einstein, “el ejemplo no es otra manera de enseñar, es la única”.

Y ese ejemplo deben darlo los ciudadanos votando masivamente, no por el que queramos, sino también por el que la razón indique. Porque el querer en Colombia está coartado por el miedo y el miedo no solo no deja pensar con claridad, sino que se disfraza de claridad.

En esta campaña todos han visto las descargas de miedo que se han lanzado para desorientar el voto de la gente, por eso es importante actuar con base en la razón y el amor por el país, reflexionar con sentido común y votar con conciencia y actuar en consecuencia con el voto. Buscando siempre elegir el mejor presidente.

Foto: Palacio de Nariño

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1 comentario

  1. Carlos Vargas 19 junio, 2022 at 21:35 Responder

    Se estrenó y se usaron al máximo los medios ¿Raro? Si, pero esto nos puso a todos a participar de muchas formas y hoy ya sabemos los potenciales que podemos llegar a tener. Muchos podemos seleccionar compañeros de activismo, amigos y asociados, todo se acomodó.

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