Al caminar juntos iniciamos nuestro encuentro

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Sabemos que si no hacemos los cambios adecuados que necesita Colombia, pronto estaremos como Chile y Bolivia: sin rumbo claro. 

Marcha del paro por la calle 26, en Bogotá. Foto El Tiempo
Por Alberto Conde Vera | Opinión | |

No hay duda de la belleza y abundancia de recursos del territorio que llamamos Colombia y donde hoy vivimos. Pero mientras en otros países, incluido los Estados Unidos de Norte América y los más avanzados países de Europa, la violencia política terminó con la derrota de las fuerzas que se oponían a la construcción real de una república democrática, en Colombia esta lucha no parece tener fin y en la actualidad se ha visto distorsionada por la aparición del narcotráfico. 

Fenómeno este cuyo desarrollo se ve estimulado por el alto consumo de drogas psicotrópicas que la soledad, la cosificación y alienación del ser humano en los países llamados del primer mundo, causan los ritmos frenéticos de producción, la sobre estimulación al consumo y la alienación que hace del ser humano un esclavo de sus propias creaciones y producciones. Nos atrevemos a decir que se vive para tener y consumir. 

Si entendemos la espiritualidad como la búsqueda de las verdades fundamentales de nuestra existencia, también podemos asegurar que ese frenetismo, esa alienación han golpeado la espiritualidad de los pueblos casi hasta hacerla desaparecer, puesto que todo termina sometido al gran señor del sistema que es el capital. Tal vez, solamente algunas comunidades indígenas se salvan de esta catástrofe. 

Ahora, mientras en los países del primer mundo el capital se ha convertido en grandes empresas que inventan, innovan, crean, infinidad de aparatos que, aunque ciertamente someten la espiritualidad humana, también facilitan y hacen menos dura la vida de la gente, en nuestro país, en donde la mentalidad de los capitalistas sigue siendo feudal, la idea es mantener el alto nivel de vida de la casta oligárquica que concentra el capital, regalando nuestros recursos naturales a los llamados inversionistas extranjeros con tal de que faciliten a esa casta la venta de sus productos y la colocación de su capital en el torrente del capital financiero internacional. 

Así las cosas, es fácil captar que una de las diferencias fundamentales radica en que unos concebimos las relaciones internacionales como una manera de obtener beneficios recíprocos y equitativos para los países relacionados, a fin de aplicar los beneficios así obtenidos por nosotros para resolver los problemas y dificultades de todos los habitantes de este territorio llamado Colombia. 

Por el contrario, otros piensan que como en la colonia y en los primeros años de la república, cuando aún los terratenientes decidían la vida del país, esos beneficios deben ser fundamentalmente para resolver los aprietos de esa minoría que Jorge Eliécer Gaitán llamó la oligarquía, aún a costa de lo que sea, como vemos cuando intentan destruir los páramos. Este es un punto fundamental en las motivaciones para el paro que se registra hoy 21 de noviembre: mostrar que no aceptamos esa política anti nacional y anti ecológica. 

Además, aun cuando los hechos demuestran que un elemento fundamental para crecer económicamente es el empleo bien pagado, para que el consumo crezca y con el la demanda, las medidas que esta oligarquía encuentra son permitir el contrato por horas, ampliar el tiempo para la pensión, mantener lo más bajo posible los salarios, ampliar la base tributaria, es decir poner a más gente a pagar impuestos y disminuir los que paga esa oligarquía. Además, seguir importando bienes de consumo que pueden ser producidos en el país y darle prelación al comercio que, como vemos en los grandes centros comerciales, se surte fundamentalmente de mercancías importadas. 

De nuevo la diferencia está en que se puede comerciar para importar insumos y maquinaria y equipo libre de impuestos, para la producción en el país. Por ejemplo, fortalecer a los industriales que hacen esfuerzos para sobrevivir en medio de esas equivocadas políticas gubernamentales por medio de créditos especiales, con bajas tasas de interés. 

En fin buscar el desarrollo técnico y empresarial, fomentar el desarrollo económico interno, porque el desempleo se combate creando empresas y mejorando la competitividad de las que ya existen, no sacrificando a los pocos trabajadores que tienen empleo. Ese es también otro objetivo de este paro. 

Hay quienes estamos en contra de esas políticas de importar todos los bienes de consumo, desestimulando al empresario colombiano, obligando a importar de China la materia prima o a confeccionar en ese país para traer los productos ya elaborados a Colombia. Pero también hay quienes se muestran conformes y contentos con esas políticas, incluidos los narcos que ven en ellas la oportunidad de lavar los dólares y los euros.

Por eso ha sido hoy importante esta protesta, porque nos hemos unido para exigir cambios, por caminos diferentes a los recorridos por Venezuela, Bolivia, Guatemala, Chile y Cuba y también distintos al que ya hemos recorrido nosotros. 

La experiencia directa o indirecta es la mejor maestra y nosotros somos un pueblo inteligente y creativo que aprende rápido de lo que se ha hecho aquí y en otros lugares. Aprendemos de lo positivo y de lo negativo; no somos un pueblo estúpido, ni ciego; pero sabemos que si no hacemos los cambios adecuados que necesita Colombia, pronto estaremos como Chile y Bolivia: sin rumbo claro. 

Lo que propone el gobierno son retoques insustanciales y contra los trabajadores. La salud, por ejemplo, no mejorará con multas porque es la estructura misma del sistema lo que está mal. Basta con mirar el número de pacientes que debe atender cada especialista y cada médico general para comprenderlo y además hay que analizar las limitaciones que tienen los expertos en salud para medicar e igual las restricciones de espacio, salas de cirugía y camas de los hospitales. 

La demanda supera de lejos a la oferta de servicios en salud y esto es grave porque nada es más angustiante que tener un familiar enfermo sin poderle brindar la atención adecuada. ¿Por qué no hay becas para formar más médicos generales y más especialistas? ¿Por qué para los municipios y los departamentos la salud no es una prioridad en el presupuesto? Las normas legales son un obstáculo y no un medio expedito para solucionar el problema de la salud. 

Pero igual pasa con la educación, con la movilidad, con el manejo de los recursos naturales, con la agricultura, con el fomento empresarial, con todo, porque todo es privilegio de una minoría. Por eso esta marcha ha sido sin miedo; al frente no hay unos locos desorganizados. 

Hemos demostrado, pese al vandalismo y anarquía que que se impuso en algunos lugares a última hora, que somos un pueblo que sabe lo qué quiere, que empieza el trabajo de construir una nueva Colombia, lejos de la violencia, del fascismo y la exclusión. Disentir no es excluir pero tenemos que aprender a disentir en la construcción de una auténtica democracia.

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